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La (¿nueva?) tendencia del Pet Parenting


Ver a nuestros perros  y gatos como un miembro de la familia, con todas sus consideraciones y cuidados, y no sólo como un extra opcional al que se le coloca al final de la lista de prioridades entre los integrantes de la misma, parece asombrar aún a instituciones y medios no especializados hoy en día, aún cuando para nosotros sea algo tan lógico como natural.

El término Pet Parenting, ha ganado cada vez más espacio al mencionar nuestra relación con las mascotas, aunque en español aún suena un poco conflictivo para muchos su traducción, que sería algo así como “Paternidad de Mascotas”, pues la figura de papá o mamá, aún resulta un tanto “sagrada” para muchas personas que consideran transgresor dar ese nombre también a la persona que cuidan de un animal.

Perrhijos y Gathijos, empero, se han tomado cada vez más, cómicamente o no, como términos aceptables, así como simplemente hablar referirse a los animales en casa como “los niños” o “mis hijos”.

El cambio no es realmente una novedad, y hace mucho dejó la posibilidad de haber sido una “moda”. Desde 2013, la casa de estudios de calidad Mintel, reportó que en Estados Unidos un abrumador 96% de los dueños de mascotas consideraban a sus animales como “miembros de la familia”, mientras que desde 2014 la encuesta de Wakefield Research decía que para el 54% de los dueños de mascotas ‘milenials’ (personas nacidas después de 1980-81) era indispensable cenar al mismo tiempo que sus mascotas.

La pandemia que comenzó en 2020, sólo parece haber venido a enfatizar más estos resultados. La misma agencia Mintel, reporta que el 63% de las personas con animales en casa han pasado significativamente más tiempo con sus mascotas desde la pandemia, y esto ha abierto los ojos y corazones a los que faltaban, pues les han acompañado al lado mientras trabajaron, se reunieron virtualmente con otras personas, tomaban clase, en fin, en esos momentos antes reservados y en ausencia de mascotas, por lo que los lazos son cada vez más fuertes y cercanos.

Parece que el amor por las mascotas ha evolucionado, y la única conclusión posible es que siga creciendo.

Animales: una medicina para el ser humano


Compartir la vida con un perro, un gato u otro animal nos trae más beneficios de los que podemos imaginar. La compañía y convivencia diaria con ellos genera vínculos afectivos y emocionales tan fuertes como los que tenemos con familiares o amigos.

La Asociación Psicológica de Estados Unidos afirma que las personas que viven con un animal y que practican una tenencia responsable tienden a elevar su autoestima, son menos solitarias y experimentan menos ansiedad. La empatía humano – animal también ayuda a liberar el estrés, así como a disminuir la depresión y estimular la memoria.

De acuerdo con la Psicóloga Teresa Ramírez, “tener un perro incrementa la autoestima porque estás siendo útil y cubriendo las necesidades de un ser vivo que en todo momento manifiesta su amor y alegría por estar contigo”. Agrega que acariciar a un perro, sacarlo a pasear y jugar con él vuelve más activo al dueño, lo que se traduce en relajación y menos tensión.

Estudios recientes han demostrado que tener un gato o un perro reduce la presión arterial, además de que su presencia funciona de entretenimiento y distracción ante el dolor provocado por la pérdida de un ser querido. Incluso está comprobado que animales, como los caballos y delfines, sirven de terapia ante diversos padecimientos.

Para la Psicóloga Teresa Ramírez, “el animal da una razón de vivir a personas que no tienen ganas de levantarse por las mañanas y que quieren dormir todo el tiempo (…) sobre todo ayuda a salir adelante a quienes han sufrido una pérdida”. Destaca que los animales también son un gran aliciente para los adultos mayores que enfrentan la soledad o que realizan pocas actividades. “Una persona de la tercera edad a veces no tiene con quien hablar y lo hará con su perro, lo cual le provocará satisfacción”, afirma.

Así que ya sabemos. Convivir con un animal siempre será garantía de bienestar y felicidad.

Amor y Odio entre hermanos

Lo que puede indicar el color de uñas de tu perro


Tener un perro implica cuidarlo y estar al pendiente de cualquier anomalía que pudiera presentar su cuerpo. No basta con alimentarlo, bañarlo y jugar con él, también es necesario vigilar su comportamiento y poner atención en pequeños detalles, como por ejemplo las uñas.

 

Cortar las uñas de nuestro mejor amigo de manera periódica es muy importante para que pueda realizar sus actividades con comodidad y pleno bienestar. Especialistas aseguran que se debe tener especial cuidado en los perros que pasan la mayor parte del tiempo dentro de una casa o un departamento ya que estos, a diferencia de los canes que pasan muchas horas en exteriores, no tienen terreno dónde desgastar las uñas.

 

Una de las preguntas que constantemente nos hacemos es qué significa el color de cada uña de nuestro perro. Según expertos, estas pueden ser naturalmente de color negro, blanco o rosado sin necesidad de que ello indique que algo malo está pasando. Sin embargo, destacan que el cambio repentino de tonalidad sí podría ser motivo de preocupación.

 

El cambio drástico en el color de las uñas o de una de ellas suele ser señal de la existencia de una infección o la presencia de bacterias u hongos consecuencia de los residuos a los que el can está expuesto en la calle o en los patios; en situaciones más graves, puede estar relacionado con alguna enfermedad del sistema inmune o trastornos congénitos. En cualquiera de los casos, la uña se hace cada vez más débil y propensa a quiebres constantes, lo que podría ser doloroso y muy peligroso.

 

Si normalmente tu perro tiene uñas de un determinado color o incluso combinadas, no te preocupes, es parte de la fisiología de tu mejor amigo. Por el contrario, si la apariencia se modifica en cuestión de días es importante que acudan al veterinario, no sin antes estar consciente de que cada raza es diferente y que atender un mal a tiempo la mayoría de veces tiene remedio.

 

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¿Animales callejeros o “de la cuadra”?


Existen casos donde los gatos o perros viven en una zona donde son alimentados por los vecinos del lugar, reciben algunas vacunas o son esterilizados, sin embargo, no entran a sus casas y no los consideran sus mascotas.

Es muy posible que alguna vez hayas visto un grupo de gatos en tu colonia o un perro “callejero” que “vive” en tu calle o la entrada de tu edificio. Si te preguntan quién es su dueño en automático dirás “nadie, lo alimentan entre todos los vecinos”.

Es muy probable que tampoco duerma en la casa de alguno de los vecinos sino que más bien le hayan adaptado una caja o una cobija como su camita para el exterior. Lo más común para estos animales de compañía es que reciban la definición de callejeros, pero nada más alejado de la realidad.

Conoce a: Los gatos que habitan el Metro de la CDMX

A estas poblaciones se les conoce como animales semidomiciliados y son los que presentan mayores posibilidades de reproducirse con éxito, ¿por qué? Porque a diferencia de los animales en situación de calle, tienen algunos cuidados veterinarios, una fuente de alimentación segura y condiciones óptimas para pernoctar.

De acuerdo con los expertos, los animales de compañía se dividen en tres categorías:

*Domiciliados: aquellos que tienen dueño, viven dentro de una casa y reciben cuidados. Tienen altas tasas de reproducción.

*Semidomiciliados: viven en alguna zona donde son alimentados y protegidos. Se les permite entrar en las casas, pero también deambulan libremente por las calles. Esa razón también les permite mantener altas tasas de reproducción.

Existe también la definición de animales comunitarios, sin embargo, ella se basa en que los semidomiciliados deben tener un dueño –aunque éste les permita vagar todo el día- y los comunitarios no tienen un dueño definido.

La realidad es que ambas definiciones implican animales “medio cuidados” por una o varias personas en una comunidad.

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Photo by Johann on Pexels.com

*En situación de calle: no tienen dueño ni cuidados. Al no recibir atención veterinaria son susceptibles a enfermarse y no tienen una alta esperanza de vida, es decir, no viven por mucho tiempo. Son susceptibles al maltrato y suelen temer al ser humano.

En este ramo también podríamos considerar a las poblaciones ferales.

¿Qué hacer ante estas poblaciones?

Siempre que hablamos de animales semidomiciliados o en situación de calle hay que considerar que el primer paso es cumplir con la esterilización. Es el método más efectivo para controlar la sobrepoblación.

El segundo es ponderar los beneficios del animal en la zona, es decir, una colonia de gatos que mantiene controladas a las ratas de un lugar, por ejemplo.

En términos generales no son animales de compañía que demanden mucho cuidado ya que su responsabilidad suele ser compartida por varios miembros de una comunidad.

En términos de cuidados veterinarios, se requieren los mismos que un animal domiciliado.

Ahora ya sabes, no son ni el gato ni el perro “de la cuadra” o del edificio, son animales de compañía semidomiciliados, o comunitarios si los quieres llamar así, que requieren ser esterilizados y cumplir con un cuadro de vacunas además de un lugar para que puedan dormir cómodos y sin sufrir por los cambios en el clima.

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El pelo de los perros: una barrera de protección


Es verano y durante esta época de calor lo más importante es mantener frescos a nuestro perros; sin embargo, durante años se han tomado decisiones equivocadas y poco informadas respecto a este tema.

Con las altas temperaturas frecuentemente se opta por cortar varios centímetros el pelo de los perros e incluso raparlos, sin saber que esto último trae más consecuencias negativas que positivas ya que su piel queda en gran medida expuesta al medio ambiente, susceptible de numerosos daños y posibles infecciones.

Una de las principales funciones del pelaje en los canes es regular su temperatura, así como proteger su piel de condiciones externas como la lluvia, el frío, los rayos del sol y las picaduras de otros animales. Los perros tienen folículos compuestos por un pelo primario, cuya función es actuar como barrera a las radiaciones ultravioleta, y varios secundarios, mejor conocidos como “subpelos” que evitan cambios drásticos en su termómetro corporal mediante la famosa “muda de pelo” que es completamente natural y tiene lugar a medida que transcurren las diferentes estaciones.

Investigaciones han demostrado que el subpelo crece a mayor velocidad que el pelo primario, por lo que terminará sobresaliendo si se recurre constantemente al rapado. De esta forma, un can con exceso de subpelo experimentará mucho más calor.

En consecuencia, un rapado excesivo en los perros puede ocasionarles quemaduras y sobrecalentamiento de piel, problemas de la regulación térmica e irritación; especialistas aconsejan cepillarlos diariamente y utilizar productos adecuados para desenredar. Otra opción es practicarles un “deslanado” con el fin de retirar única y exclusivamente el pelo excedente.

Un pelaje equilibrado siempre será la mejor opción para nuestro mejor amigo. La regla básica es no raparlo y solo cortar un poco de pelo para darle frescura, teniendo siempre en cuenta que este, más que algo estético, es un elemento de protección.

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Los perros y su capacidad auditiva


¿Cómo los afectan los sonidos fuertes?

Uno de los animales con el sentido del oído más desarrollado indiscutiblemente es el perro. En un comparativo, los perros tienen un espectro auditivo que alcanza los 65.000 hertz (Hz.), mientras que el del ser humano apenas llega a los 20.000 Hz. Esto provoca que los canes tengan una audición muy aguda que les permite escuchar sonidos que para las personas son prácticamente imperceptibles.

Debido a esta situación, cuando los perros son expuestos a sonidos como el generado por una aspiradora o música a alto volumen, experimentan molestia y un cuadro de ansiedad. Sin embargo, el daño puede ir más lejos ya que los ruidos estruendosos, como por ejemplo los registrados durante las explosiones del pasado 5 de julio en Tultepec, Estado de México, afectan células sensoriales, lo que podría disminuir de manera severa su capacidad auditiva.

¿Qué sucede con los ruidos producto de la pirotecnia? Los cohetes o petardos pueden alcanzar los 190 decibeles, mientras que el oído de los perros apenas puede soportar los 85 decibeles. Dadas estas condiciones, el uso de pirotecnia es causante de pánico, desesperación, taquicardia, temblor y aturdimiento entre la población canina.

En México, el uso de juegos pirotécnicos normalmente tiene lugar en septiembre durante las fiestas patrias, en navidad y la celebración de año nuevo. Siempre y cuando se tenga el tiempo suficiente, se recomienda aplicar técnicas de condicionamiento y sensibilización a lo largo de varios meses; estas consisten en proporcionarle al perro trozos de comida o snacks y posteriormente reproducir audios de fuegos artificiales cuyo volumen vaya aumentando de manera gradual a medida que transcurren los días. De esta forma, el perro recibirá el estímulo necesario y finalmente podrá relacionar los cohetes con una determinada recompensa.

No obstante, si los eventos en los que se utilizará pirotecnia están muy próximos o nos toman por sorpresa, lo recomendable es actuar normal, es decir, no sobreprotegerlo como si fuera a ocurrir una tragedia. También se aconseja poner música relajante y cerrar ventanas para disminuir el impacto del ruido, así como poner al alcance algunos de sus juguetes favoritos que lo hagan sentir en un ambiente cómodo y familiar.

 

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Fiel como un Poodle


Nuestro querido Poodle

Cuando su figura se paseaba grácil por los palacios europeos, probablemente ningún miembro de la corte habría creído un escenario como el de hoy, en donde los descendientes de esos preciados animales vagarían en descuido por las calles de algún país en el nuevo mundo.

Durante siglos fue admirado como un símbolo de distinción, como el perro perfecto que podía ser inteligente y protector, pero que permitía a esa realeza exagerada y pomposa, jugar con su figura como si se tratase de una gran muñeca.

Aunque originalmente su corte de pelo se cree que fue ideado con un objetivo zootécnico, las posibilidades de jugar con éste era una gran tentación para quienes lo criaban, encargaban o se hacían acompañar.

Antes de él, ningún perro había podido jugar a ser príncipe con el éxito de su silueta elegante y su esponjoso pelaje. Atrás quedaron incluso sus cualidades de agilidad e impermeabilidad, tan desarrolladas y apreciadas entre el siglo XV y XVII. Su expresión atenta y sus abrigos de varios colores encantaban en casas y palacios, aparecían a los pies de la cama, y seguramente sobre ella.

Su rizado pelo comenzó a ser retratado antes que existiera la fotografía, en manos maestras como las de Durero, Goya, Van Dyck, Landseer y Tolouse-Lautrec, a encargo de reyes, militares, príncipes y nobles. Por supuesto algunos países han estimado profundamente a ciertas razas, pero ninguna a encantado en la misma proporción a tantas naciones distintas.

No se trata únicamente de un figura que se hizo popular, un estilo de pelo o un truco de circo. Hablamos de la genética de un perro que fue apreciado al punto de ser el más común en países como España durante cierta época. Una raza que heredó astucia, inteligencia y apego humano a millones de perros mestizos que hoy esperan un hogar o vagan aún por las calles de las ciudades, muy lejos de su natal Europa, preguntándose quizá en dónde está el amo al que deben escuchar y seguir.

Gran Jefe PoodleDel Canne italiano, el Chién francés y el Pudel Alemán.

El Poodle, el Caniche, trascendió en Europa como uno de los primeros símbolos caninos en ser criados, especialmente uno de los primeros cuya estética resultó más importante que su fuerza o habilidad, como factor genético a ser mantenido.

Su hocico alargado y delgado cuenta a señas la historia de su evolución, como heredero de los primeros lebreles, junto al Grayhound, el Afgano o el Whippet. Su figura fue poco alterada desde la edad media, cuando se tienen los primeros registros.

Fue tan admirado que varios países reclaman propiedad sobre su existencia. Los registros confusos meten a la discusión a varios países de Europa, pero desde luego la mayor ventaja la llevan Francia y Alemania, aunque incluso se meten en su árbol genealógico países de medio Oriente, hoy ya con fronteras muy distintas a aquellas épocas.

Su nombre, que pareciera tan claro, hace mas amplia la discusión. Lingüísticamente, el vocablo se afrancesa en su pronunciación, y a esto contribuyó la estrategia de los galos al hacer famoso el complemento French Poodle.

Nadie sabe bien donde comenzó la moda del «French», pero se supone que fue una acotación al estilo estético, que habrían añadido las cortes francesas. Era como decir «Rosa mexicano», o «Fútbol Americano», como si se reservaran una defensa simple: «Nosotros no lo hicimos, pero le dimos ese gran estilo. Es un poodle estilo francés.» A esto le sumaron durante mucho tiempo la máxima de que el antecesor del Poodle, era el Barbet francés, pero esto no es de un consenso absoluto en estos tiempos.

Hoy en día el registro oficial pertenece a Alemania, tanto como la etimología de su nombre, pues «Pudel», significa “para chapotear” en una antigua jerga alemana, aunque es curioso que hoy la palabra se refiera únicamente a este querido perro.

Esto además eleva su credibilidad cuando se recuerda una de sus principales características, hoy un tanto olvidada: demostraba ser un excelente cobrador en las riveras y marismas. Era ágil para brincar, elevándose sobre las olas y ramas. Sus patas delgadas salían con mayor facilidad de las zonas fangosas, amén de que su zona de apoyo era menor. Su cadera elevada parecía perfecta para sortear aguas medias y su pelo era un aislante perfecto, máxime cuando se le rizaba con frecuencia y esmero, evitando las pesadas y húmedas trenzas que también podía tener.

Tras el rizado icónico

Listo y ágil

Claro que con ese oficio entre sus patas, su pelaje no permanecía inmaculado mucho tiempo, pero no todos eran de ese albo límpido que brinca a la mente cuando se piensa en él. Sus colores eran variados casi desde el nacimiento de la raza, entre los años 1500 y 1600. Los Pudelhund podían ser blancos, negros, café, grises, plateados, en una tonalidad de rojizo-beige o con dos colores, de los que la combinación más frecuente era blanco con grandes motas negras.

Al principio, cuando se perfeccionaban estás cualidades, los criadores comenzaron a ver que su pelaje, tan útil para enfrentar las aguas, era también un riesgo, por el peso que incrementaba absorbiendo agua, al punto de arriesgar sus vidas, enredados por el ramaje acuático y empapados por mucho tiempo después de haber salido. Sin el cuidado correcto, el pelo del Poodle se podía asemejar a las grandes rastas del Komondor, y eso no ayudaba para un perro cobrador de agua.

Fue aquí donde comenzó el cambio estético que se haría tan famoso. En la búsqueda de aprovechar sus ventajas, pero ayudarles contra sus riesgos, comenzaron a reducir su pelaje en las zonas que comprendían menos útiles, pero manteniéndolo en otras.

Descubrían su cara para facilitarles la captura de presas, pero dejaban zonas de pelo que cubrían el cráneo y orejas, protegiendo del frío. En el pecho, dejaban cubierta la zona más importante del tórax, en donde se aloja el corazón y los pulmones, pero reducían lo posible en la cadera para permitirles más velocidad.

Poco a poco el corte que reducía algunas zonas y protegía otras, se fue popularizando, hasta que empezó a verse como una característica indispensable del Poodle.

Desde luego el corte original tenía mucho menos cuidado que como después se vería en aquellos ejemplares destinados a acompañar, pero aún así era notable y destacaba por encima de cualquier perro utilitario.

Pero el Caniche no sólo poseía un pelaje especial y un atuendo excéntrico. Era también un perro fuerte, de inteligencia notable y de gran empeño. La fidelidad que demostraban, la misma que hoy mantienen, los hacía los favoritos de mujeres en posiciones acomodadas, pues les proveía de un confiable guardián que además podía ser casi parte de su atuendo, y hasta combinar con él.

El Poodle no está en el imaginario colectivo como un perro de trucos y piruetas de forma gratuita. La simpleza del hombre quizá lo haya llevado a colocarse durante mucho tiempo como el pequeño perro de circo, o perro de payaso, pero esta era sólo la forma más pueril de aprovechar su tenacidad.

Ante todo son perros que escuchan con particular atención a los humanos. Son obstinados al seguirlo y dan la impresión de estar empeñados en entender.

Como algunas otras razas, contadas, destacan por un rápido aprendizaje de palabras y por recordarlas durante mucho tiempo. En su código genético viene impreso el diploma a la inteligencia de sus antecesores.

La evolución y su viaje transoceánico

Antes hemos mencionado que el desarrollo de las razas no ha sido sólo un experimento de estética, sino un valioso ejercicio de selección que ha vinculado de manera aún más estrecha a los hombres con los perros. Bueno, el Poodle es un ejemplo de esta ecuación.

Si la crianza y el desarrollo de las razas era ya un asunto de cuidado y atención que no cualquiera desempeñaba, ahora imaginemos que somos los encargados de criar a los perros de un rey, o un gran potentado.Portada Animalia Magazine No.27

Cada camada debía ser cuidada y se presentaban como animales de compañía sólo los individuos con el mejor carácter, con inteligencia que saltara a la vista, con un cuerpo que demostrara integridad y fuerza desde cachorros, con disponibilidad para aprender. Esto era así de importante porque estaba en juego la carrera o hasta la vida del criador.

Presentarle a un noble animales que murieran rápidamente o que no fueran fáciles de entrenar, significaría la frustración de éste, y eso no podía terminar bien.

Así es como se aceleraron los buenos resultados y se cuidó más la selección del Poodle, como sucedió con muy pocas razas.

Por supuesto el arraigo de estos maravillosos ejemplares era grande, y ningún propietario lo quería dejar atrás cuando comenzaron las migraciones al nuevo mundo, entrado el siglo XVI.

Pocos llegaron a América en calidad de ‘perros de conquista’. Para eso se tenían ya a los mastines, a los pastores, a los fila. Además, en España, ya era tan famoso y difundido como perro de compañía, que la crianza se había concentrado en un tamaño más estándar, y los gigantes eran tan raros como hoy pueden serlo en relación al número de pequeños.

El poodle llegó a América en la misma calidad de celebridad que sus amos, por lo que llegó después. Cuando los primeros binomios hombre-perro ya habían cubierto la zona a conquistar y se habían apaciguado a los nativos, venían los nobles, los terratenientes los gobernantes y con ellos, los Poodle.

Cada vez es más conocido que el grueso de la población que llegaba con las conquistas del nuevo mundo, eran personas indeseables en Europa. Gracias a acuerdos y “ofertas” que hacían las monarquías europeas a su población, muchos presos, indigentes y bárbaros acudían al nuevo continente con nada que perder, pues se les otorgaba la libertad a cambio de arriesgar la vida en estos nuevos y agrestes territorios.

Así el nivel cultural no era muy elevado y tampoco lo era su trato hacia los animales, a quienes veían más como un compañero útil en la exploración y sometimiento, que un aliado emocional o una compañía en casa.

Pero el Caniche llegó de mano de estudiados, artistas, letrados, regentes y pobladores de sociedad más elevada, que si poseían un perro, era porque tenían el tiempo y la posibilidad de apegarse más a él como un elemento de vida, que como parte de la supervivencia.

Mientras los grandes y feroces perros de los conquistadores estaban libres y empezaban a reproducirse también con perros nativos de América, los Poodle de la alta sociedad se mantenían bajo control en mejor medida, salían menos y rara vez gozaban de “libertad” sin supervisión de sus amos.

Rizado, decías?La genética que poco antes habían cuidado en Europa para criarlos, no podía ser abaratada, y los ejemplares en si mismos tenían un valor más elevado ante el riesgo de extravío.

Esto influyó para que las características del poodle se solidificaran más y, probablemente, se volvieran más dominantes.

Desde luego no todos eran perros consentidos por la nobleza. Casi a la par en Europa también se habían vuelto populares como perros de espectáculo, porque con la profunda necesidad de agradar a su dueño, se les entrenaba con notable facilidad para hacer trucos y poses humanizadas, como el famoso parado de dos patas. Una línea de Poodle, de menor tamaño, se volvió itinerante en los espectáculos circenses y las pequeñas carpas. Poodles de colores brincaban de un lado a otro, sobre ellos mismos, permitían ser vestidos y viajaban con facilidad en transportes más pequeños.

Su inteligencia pues, los había hecho también unirse a un ámbito que no siempre significaba una vida de comodidades, pero este perro podía soportarlo, pues además de las características antes mencionadas, también era fuerte y resistente. Estaba cubierto para las noches frías del espectáculo europeo, pero no tanto para sufrir en las épocas cálidas del mediterráneo.

En esta paradoja, también América tenía dos tipos de Poodles: los payasos, los divertidos, los pequeños rizaditos que brincaban, y los elegantes, los delicados más grandes que observaban desde el pórtico de haciendas o incluso desde las ventadas en las habitaciones de sus encumbrados amos.

Así el Poodle se mantuvo admirado y querido, pero poco difundido en este lado del atlántico, hasta mediados de 1800.

De hecho aún en Europa el registro del Poodle fue tardío, sobre todo si se piensa en la antigüedad de esta raza. En las últimas dos décadas de 1800 se discutieron sus características y se comenzaron los clubs para esta raza. Hacia 1910 se habían separado las categorías y competencias para los Corded (encordados, con trenzas) los Non-corded (todos los demás, con el rizado más habitual) e incluso a los miniatura, a quienes se les clasificó aparte.

Es notable que muy pocas razas, como sucede con el Poodle, son aceptadas con una variedad tan amplia de características físicas. La distancia entre un Poodle miniatura y uno gigante, puede ser de hasta 40 centímetros a la cruz, pues el gigante llega a medir 60, y un Toy es normal en un margen de 20 o 21 centímetros.

El Caniche de todos¡Conoce ByM ahora!

¿Y es importante conocer todas las características genéticas del Poodle para poder presumirlo o competir en círculos caninos? No en lo absoluto.

Mi firme creencia, después de la última década de estudio sobre los perros, es que ninguno es más valioso que otro por su “fineza”, pero ignorar la información genética que hemos podido recabar, sería sólo el error de un ignorante y un necio.

El Poodle es un sobreviviente histórico; es un testigo de la historia de Europa y la mixtura humana. Acompañó a la realeza y se mezcló con ella, la siguió al nuevo mundo y así también, empezó a mezclarse con sus similares nativos de este lado del mundo. Si bien no podemos hablar de un animal de crianza “rústica”, es sin duda uno de los más antiguos, es un referente y un punto de identificación histórica en el desarrollo de nuestros perros.

Además, hoy en día la genética del Poodle está en muchas otras patas que se cuentan entre la fauna en abandono, o en estado de libertad involuntaria. La fertilidad de esta raza y la dominancia de sus genes, ha hecho que probablemente la figura de perro callejero más común, sea la del Maltesoide, Poodlés o Maltoodle. Y saber esto debería ser aún un elemento más fuerte para recordarnos el respeto que les debemos y los beneficios de tenerlos en casa.

Recordar, remarcar y hasta potenciar su inteligencia, puede llevar a la gente a tener en casa un perro con la inteligencia que tanto se presume en razas grandes, como los labradores o pastores, pero envuelta en el cuerpo de un muñeco de felpa.

¿Son perfectos? No. Ningún perro lo es, ninguna raza, ningún mestizo, así como ningún humano. Sin embargo, destacan esa característica perruna, que ningún otro animal tiene para con nosotros: se empeñan todos los días en comprender a su humano, en interactuar mejor con él, en agradarle y serle útil.

Confinar a un poodle, como a cualquier perro, a una azotea o un balcón, es mandar a la desgracia siglos de desarrollo genético, en el que su inteligencia ha seguido avanzando.

Y claro, por el lado emocional, desperdiciar la lealtad de tan especial amigo, debería ser un crimen poético. Los franceses entienden bien el porqué, y quizá sólo por hacer popular una frase, merecerían que les entreguemos la propiedad de esta raza. Dicen que alguien leal es “fidele comme une caniche”, es decir, “fiel como un Poodle”.

Fiel Caninche mío

 

 

Visita El Croqueton

Cómo saber si tu perro come lo que realmente necesita.


Visita El Croquetón

No se necesita ser nutriólogo para darle a tu mascota la cantidad adecuada de comida. Aunque no todos los alimentos son iguales, queremos que puedas calcular con éxito lo que tu amigo necesita.

Atención: si tú sólo quieres que te digas «cuántos vasitos» de croquetas necesita, este artículo no es para tí, y sinceramente, quizá alimentar a la mascota de la casa no debería ser tu labor, porque aunque no tiene que ser complicadísimo, también se debe entender que como un miembro de la familia, necesita que le dediques un poco de esfuerzo a su bienestar, y no simplificar todo en «recetas».

Ok ¿todos comprometidos y realmente interesados en saber nutrir a sus perros? Entonces comencemos.

La mayoría de los perros y gatos que tenemos como animales de compañía, se encuentran en un estado de mantenimiento, es decir, aquel que se da cuando un animal ha llegado a su tamaño adulto, no está gestando, lactando y no realiza gran actividad.

A menos que nos dediquemos a la crianza formal o al entrenamiento de animales para labores formales (rescate, detección, guía), nuestras mascotas se encuentra en esta etapa, en donde la buena alimentación es indispensable pero no es especializada en términos de su actividad.

No necesitamos, por ejemplo, saber o proporcionar cantidades exactas de proteínas, porque no demandamos específicamente el consumo de éstas con su actividad. Nuestros amigos en estas condiciones deben consumir un alimento de alta calidad, formulado para animales adultos, que aporte los nutrimentos diarios requeridos para que logren obtener y mantener un estado óptimo de salud y un peso corporal ideal.

¿El tuyo come bien?Pero esto no significa que tenemos que convertirnos en nutriólogos ni que el proceso es complicado o es sólo comprensible por especialistas. Al contrario, cualquier amo puede calcular esta necesidad alimenticia, y si se hace una vez que el perro o gato entró en etapa adulta, sólo necesitará hacerse una vez en mucho tiempo, siempre que nuestro animal no presente cambios o signos que nos indiquen un rechazo.

Todo se complica con ciertos factores que hemos supeditado a nuestro criterio, antes que a lo que ya sabemos por ciencia. Algunos de los errores más comunes:

1.- No hacer uso del alimento balanceado, ya diseñado para nuestros animales (alimento húmedo o croquetas), prefiriendo la alimentación “casera”, cocinada por nosotros mismos; con lo que el cálculo de las calorías que aportamos se vuelve mucho más complicado e inseguro.

2.- “El ojo de buen cubero”; ese cálculo que basamos en la observación del “hambre” de nuestro animal (que puede estar varias veces por encima de lo que necesita) o en medidas subjetivas (como “puños”).

3.- La confianza extrema en la “sabiduría de la naturaleza”; la creencia de que los animales son sabios a un nivel casi fantástico, y que ellos “saben lo que necesitan” y no comerán más de lo debido.

Los malos hábitos de alimentación de estos animales, aunado a su vida sedentaria, han generado una gran incidencia de obesidad. Por ejemplo, los gatos que permanecen exclusivamente en casa, tienen menos oportunidades o inclinación al ejercicio que aquellos que tienen acceso al exterior, por ello, tienen mayor propensión a la obesidad y deben ser más vigilados en su alimentación.

Ésta se puede prevenir regulando la ingestión de alimentos del animal, acompañado de ejercicio diario, ya sea en forma de paseos, carreras, juegos activos, natación, etcétera.

El control de la ingesta de alimentos se puede conseguir con el uso de raciones; se pueden proporcionar dos comidas diarias a intervalos regulares.Si come bien, vive mucho

La cantidad de alimento puede derivar de las indicaciones impresas en las etiquetas de las bolsas de alimento, y aunque es un buen punto de partida, en un plano ideal cada individuo debe alimentarse dependiendo de su nivel de actividad, su temperamento, su estado corporal y su peso.

Es cierto, algunos perros son capaces de regular su ingesta alimentaria cuando se les proporciona una dieta a libre acceso, pero son casos realmente inusuales. La mayoría de ellos tienden a la glotonería en algún punto, pues los mismos cambios en el ambiente pueden darle señales equívocas, como la presencia de más animales, la llegada a la familia de nuevos miembros, el cambio de casa o de lugar de comida en la misma casa, etc., y con esto, ganan peso.

El caso de los gatos es distinto, no son animales voraces, comen pequeñas cantidades de alimento frecuentemente a lo largo del día. La mayoría de ellos se adaptan fácilmente a la alimentación a libre acceso y son capaces de mantener su peso corporal, pero si un gato no logra mantener su estado corporal normal con una dieta de elección libre, deberá introducirse una dieta que controle el volumen de sus raciones. Los gatos tampoco deben ser “gorditos”.

No se necesita ofrecer una gran variedad de alimentos a los perros adultos, ya que la mayoría de ellos pueden mantenerse bien con una dieta constante de alimento equilibrado y con un buen aporte de agua limpia.

Si existen cambios de dieta frecuentes, pueden sufrir alteraciones del tracto gastrointestinal (diarreas y vómitos); así que si se va a cambiar el alimento del animal, el cambio debe hacerse de manera gradual, mezclando cantidades crecientes con el alimento original del perro a lo largo de varios días.

En general, tanto para perros, como para gatos, se recomienda el uso de alimentos secos, ya que son calóricamente menos densos, son más fáciles de administrar y, económicamente más rentables, además de que se pueden conservar frescos durante más tiempo y pueden ayudar a contribuir a mantener una higiene dental y gingival adecuadas.

Y ahora… ¿cómo saber la cantidad de calorías que aporta el alimento balanceado que le estamos dando a nuestro animal?

Lo primero es que tenemos que aprender a interpretar la información que tiene el empaque. Todos los alimentos, sin importar la marca, manifiestan el contenido de proteína, grasa y carbohidratos que contiene. Por lo general, de estos componentes, las que aportan mayor cantidad de calorías en términos numéricos son las grasas, pues aportan 8.5 Kilocalorías por gramo de alimento (Kcal/g) en comparación con las proteínas y carbohidratos que  aportan 3.5 Kcal/g.

Para entender lo anterior veamos el siguiente ejemplo:

El alimento de la marca X, contiene, por cada 100 gramos :

50 % de carbohidratos

27 % de proteína

12 % de Grasa

Luego entonces multiplicamos el % del contenido por la cantidad de Kcal/g que aporta cada elemento:

50 x 3.5 = 175

27 x 3.5 =  94.5

12 x 8.5 = 102

TOTAL: 371.5 Kcal por cada 100 g de alimento.

Ya tenemos la cantidad de Kcal que proporciona el alimento que le damos a nuestro animalito. Ahora lo que tenemos que calcular es cuantas kilocalorías necesita consumir nuestra mascota, para lo que veremos el siguiente ejemplo:

La cantidad de energía que necesita nuestro animal se llama energía metabolizable y se calcula elevando el peso de la mascota al cubo, al resultado se le saca la raíz cuadrada dos veces y el resultado se multiplica por un factor de corrección dependiendo del estado biológico de nuestro animal.

Quizá esta fórmula te suene complicada y demasiado matemática, pero en realidad son sólo unos cuántos pasos, máxime si usas cualquier calculadora.

El factor de corrección es un cálculo de mantenimiento calórico que se ajusta con la actividad de cada animal. Por ejemplo, para un paciente con poca actividad física, el factor de corrección hace que el resultado se multiplique por 70, si el paciente tiene actividad física, entonces el factor es 110 y puede incrementarse  incluso hasta 150 si dicha actividad es muy fuerte.

Seguramente lo verás más sencillo con este caso específico:

Nuestro paciente es un Poodle que pesa 24 Kg y solo está en la casa, sin desarrollar ningún tipo de actividad física. (Ir de un lado a otro, subir o bajar de la cama, o emocionarse cuando llegas, no cuenta como “actividad física”)

Elevamos sus 24 kilos al cubo:

24 x 24 x 24 = 13824

A este resultado le sacamos raíz cuadrada dos veces: 10.84

Multiplicamos este por su factor de ajuste:

10.84 x 70= 759 Kcal al día

 Aquí está lo que necesita comer este amigo en el día. Si el perrito come 3 veces al día, luego entonces:

759/3 = 253 Kcal por ración.

Finalmente digamos que usamos el alimento de marca X, con el que hicimos el primer cálculo, entonces tenemos:

El alimento proporciona 371.5 Kcal por cada 100 g

Nuestro paciente necesita 253 Kcal para cada ración.

Por lo tanto realizamos una regla de tres: si 100 g de alimento contienen 371.5 Kcal, ¿cuántos gramos de alimento necesito para proveer 253 Kcal?

(253 x 100)/371.5 = 68.1 g por cada ración

Ahora sólo necesitas cualquier contenedor de cocina con medidas y podremos, sin duda, nutrir a nuestros animales en forma correcta.

Y si ya sabes cómo nutrir a tu mascota, sólo necesitas ser constante, de preferencia, con el tipo de alimento que les des. Prueba tanto como quieras, de la marca que quieras, hasta hallar la que mejor le caiga y más le guste a tu mascota.

Para nosotros, particularmente, ha sido de gran ayuda contar con un distribuidor de croquetas a domicilio, pues te garantiza conseguir la misma marca y te ahorra buscarla de tienda en tienda.

Por eso te dejamos los datos de nuestro distribuidor, Arturo, de El Croquetón, con quien además nos une una relación de colegas por el bienestar animal, pues nos lo encontramos frecuentemente levantando perros en situación de calle y hallándoles hogar.

Y eso, aunque él no quiera, siempre lo vamos a presumir.

Conoce la empresa de un amante de los animales, buscando nutrirlos mejor, aquí:

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¿Con qué debe jugar mi perro?


Para los cachorros de cualquier especie, el juego es una actividad básica que les ayuda a desarrollar su mente y cuerpo, para ser adultos fuertes y funcionales. Si los perros no tienen los juguetes adecuados para dirigir esta motivación, pueden redirigirla hacia conductas indeseables.

No sólo se trata de Pelotas

Entonces, ¿con qué debe jugar mi perro? Antes que nada con objetos seguros. Los juguetes deberán ser apropiados para el tamaño de tu perro. Las pelotas y otros juguetes que sean demasiado pequeños podrían ser tragados o atorarse en su garganta. Evita cualquier juguete que contenga partes que puedan ser masticadas o ingeridas. Puedes modificarlos, quitándoles listones, anillos, ojos etc. No compres juguetes que puedan romperse en pedazos o que tengan piezas desprendibles. Los juguetes que “chillan” deberán ser usados bajo tu supervisión ya que algunos perros podrían tener la determinación de encontrar aquello que provoca el sonido y destruir el juguete e ingerirlo.

También hay juguetes de diferentes texturas, procura que tu perro tenga una variedad de éstos:

Los juguetes suaves como los peluches son para que el perro los lleve en el hocico de un lado a otro o para que los agite.

Existen juguetes de plástico semi-duro con unos “piquitos” del mismo material, éstos son ideales para cuando los cachorros están mudando de dientes y para limpiarlos cuando son adultos.

Los juguetes de “lazo” están generalmente disponibles en forma de hueso con nudos en los extremos, muchas veces este tipo de juguetes se usan para jugar a retar al perro o a las luchitas, pero si tu perro tiene tendencia a ser dominante, será mejor no jugar así con él.Cuida los materiales

Las pelotas son un excelente juguete, las hay de muchos tipos, desde las irrompibles hasta las típicas de tenis, deshazte de ellas si están masticadas. Enseña a tu perro a regresar la pelota cuando la avientas, no lo persigas para quitársela.

También puedes encontrar juguetes para que tu perro juegue solo. Existen los que tienen espacios para que les coloques premios o su comida,  así ellos tienen que ingeniárselas para sacarlos. Les llamamos juguetes interactivos. La idea es que moviendo el juguete de un lado al otro con su hocico, nariz y patas puede obtener el premio.

También existen unas botellas muy resistentes con una cuerda, tu cachorro debe jalar la cuerda y para sacar algunas croquetas. Puedes rellenar los juguetes que así lo permitan con una mezcla de premios o bien para días calurosos, ponerles agua y meterlos al congelador para hacer “paletas”. Recuerda siempre platicar con tu veterinario antes, sobre la comida que puedes o no darle a tu perro.

Finalmente te aconsejo rotar los juguetes diariamente, procurando que tenga acceso sólo a algunos a la vez. Mantén una variedad de ellos accesibles. Si tu perro tiene uno favorito, déjalo siempre a su alcance. Encontrar los juguetes es mucho más atractivo que simplemente recibirlos. Crear un juego que consista en buscar y encontrar juguetes o premios.

Existen muchos tipos de juguetes especiales para perro, pero si le vas a dar alguno que no sea así, fíjate que esté etiquetado como: “Seguro para niños menores de tres años”.

¡Hasta la próxima!

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