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¿Cuántos animales tener? Técnicas para el crecimiento de la familia.


Cuando recién adquirimos a un Perrogato, nuestro amigo parece el mejor y el único, y creemos que ninguno es como él –lo que es cierto, cada uno es único- pero también empezamos a sensibilizarnos con otros animales.

Como ahora conocemos el lenguaje de nuestro amigo, sabemos con más claridad cómo identificar una sonrisa de perro, el cariñoso encaramar de un gato, el movimiento de cola juguetón de un cachorro, la elegancia del gato que camina seguro por la barda.

Esa puerta se abre para aceptar que quizá todos, como tu hoy amado Perrogato, necesitan del cariño que le das a él. ¿Cabría otro animal en ese espacio vacío? ¿Querría comer también de lo que come Perrogato? ¿Serían amigos? ¿Hermanos?

Abrir la puerta del cariño a un animal, puede que abra la otra puerta, literal, la de tu casa.

“¿Qué es mejor que un abrazo? ¡Dos abrazos!”, es decir, dos animales significan doble cariño, dobles caricias y juegos, un nuevo catálogo de locuras que te harán reír todos los días, un juego nuevo de manías que, si antes disfrutabas de tu amigo, ahora te volverán loco al ver las del nuevo… ¡y te encantará ver las que hagan juntos!

¿Pero todo el mundo debería traer a casa a un segundo animal? ¿O a un tercero? ¿Eres candidato idóneo para ello?

Las peleas por recursos son algo muy normal, pero no por eso son “inofensivas”. Si no estás controlando los recursos (comida, juguetes, camas) podrías dejar sin querer pequeños detonadores de conflicto, que aún en animales de tamaño o razas pequeñas, pueden acabar con heridas de consideración.

¿Cuánto es 1?

¿Realmente estás consciente de lo que tu amigo animal implica en tu vida? Y no me refiero al cariño y la alegría, inconmensurables. Me refiero a medidas reales, prácticas.

Vamos a imaginar que todas las responsabilidades al respecto de tu Perrogato, se cubren correctamente en casa y pensemos que las realiza una sola persona, para poder usar un estándar, la base de esta escala que será UNO.

 

Debemos entender que dos animales no necesariamente se verán como “hermanos” desde el momento en que se vean, serás tú quien logre esa meta con un poco de paciencia, y sobre todo, presencia.

Tiempo

Cada cosa que necesita tu amigo, consume tiempo. Salir a pasear, jugar con él, darle de comer, llevarlo al médico, bañarlo y hasta acomodar el “tiradero” que deja cuando se pone juguetón.

Digamos que pasea 30 minutos, dos veces al día, sin contar el tiempo de juego en casa. Ahora sumemos una media hora para la comida -dos lapsos de 15 minutos para dos comidas al día, o tres comidas más ligeras de 10 minutos-. Pero eso es sólo el tiempo en lo que come. También suma que a ti te implica unos 5 minutos en cada comida, entre servirle y recoger su plato, o llenar su agua. Ahí son otros 15. Eso es más o menos 1 hora 45 minutos, que pueden convertirse fácilmente en 2 horas.

Si pensáramos en añadir un nuevo integrante ¿se multiplica por dos? No necesariamente. Por ejemplo, puede que ambos no tengan la misma energía para la hora de salir a pasear, así que si vas al ritmo del Relax, a Juguetón deberías añadirle unos 15 minutos más de puro juego. Si vas al ritmo del más Juguetón, entonces Relax quizá necesite descansar a medio camino un rato. Así que dejemos esos 15 minutos añadidos, en cualquier caso. La otra opción es que salgan por separado, pero regularmente quieres crecer a la familia, para salir a pasear todos juntos, ¿cierto?

Esto ya nos da una idea. Dado que muchas cosas entre hermanos perrogatos se hacen al mismo tiempo, los minutos que requieres para atenderlos no se duplican, pero sí se incrementan. No estaría mal pensar en un 25% extra del tiempo por cada nuevo animal.

Si llega un nuevo miembro a casa, trata de que sea en sábado, o al inicio de un periodo vacacional. Así puedes dedicar los primeros dos o tres días a estar con ellos la mayor parte del tiempo, y calmar momentos indeseables antes de que sea tarde.

Dinero

¿Cuánto gastas en tu primer mascota? ¿Eso sí se duplica? Sí, casi siempre.

Quizá en donde podría no ser el doble de costo, sería en la comida, pues la mayor parte de las veces comprar presentaciones más grandes conviene. Si una bolsa de 2 kilos costara 100 pesos, la de 10 kilos quizá te cueste 400, y no 500.

Pero las vacunas, baño, revisiones y tratamientos, casi nunca son más baratos por dos que por uno, así que deberías calcular tus gastos casi al 100% más por cada nuevo hermano.

Ahora hablemos del comportamiento.

Si amas TODO lo que hace Perrogato, te felicito, pero sé que es muy probable que haya cosas que no te encantan. Quizás pocas, quizá una. Eso, ese detalle de actitud, de “travesura”, de necedad o hasta de torpeza que puede tener Perrogato Primero, es probable que encuentre su equivalente en Gatoperro Segundo.

Algunas personas creen que la sensación de soledad y aburrimiento que tiene su Perrogato, está estrictamente relacionada al hecho de que “se siente solo”. Aunque algunos problemas de Perrogato en casa sí se dan por reacciones asociadas a la Ansiedad, esta no siempre se cura con la compañía de un hermano. Al menos no de manera mágica.

Si un par de animales llegan juntos desde el principio a casa, hay muchas posibilidades de que haya menos celos y menos disputas por los recursos, pero si uno llegó antes que el otro, debes estar dispuesto a verlos y atenderlos los primeros días, y a darles la educación correcta. Y al final, también debes controlar en recurso más valioso para muchos Perrogatos: Tú mismo. Los celos por el amor de papá humano, existen también en los perrogatos.

Cuando pienses en un familia mixta, considera las diferencias de comportamiento. Los perros es mejor que coman en horario, para los gatos es mejor dejar comida disponible todo el día. (Cuida la comida del Gato… ¡a muchos perros les encanta!)

Escenarios de crecimiento de manada:

  1. Tengo Perro adulto, llega Perro Adulto

    Es quizá el escenario más sencillo de evaluar, porque ambos tienen un carácter más definido. De donde sea que adquieras al nuevo, debes poder observar su comportamiento antes, y deberías integrarlo solo si es evidente que ambos son tolerantes con otros miembros. Cuida que “el nuevo” no llegue a acaparar y usar todo lo que “el primero” tenía. Dale cosas propias y evita “heredar” entre hermanos.

  2. Tengo Perro Adulto, llega Cachorro:

    Si el perro que ya tienes se lleva con otros perros, puede no haber mucho conflicto, pero ten en cuenta que Cachorro querrá jugar más que Adulto, y lo puede desesperar fácil.

  3. Tengo Gato Adulto, llega Gatito:

    Si el Adulto nunca ha convivido con pequeños, quizá no desarrolle la hermandad más profunda del universo, pero puede que tengan un relación de Maestro – Aprendiz muy útil. Adulto debe marcar sus reglas y tú debes ayudar a que se respeten por el bien de ambos.

  4. Tengo Gato Adulto, llega Gato Adulto:

    Puede ser la mezcla más complicada. Mi mejor recomendación es que te asesores con un etólogo antes de que saquen chispas. Hay ejercicios muy sencillos de integración, poco a poco, que pueden lograr maravillas, pero si lo haces sólo por intuición, puedes encontrarte –en el mejor de los casos- en medio de una guerra de hiseos y gritos.

  5. Tengo Perro, llega Gato (y a la inversa):

    Se puede, claro que se puede. Y muchas veces no es tan difícil. Sería importante, claro, que el Perro nunca haya demostrado gusto por corretearlos, y el Gato nunca haya demostrado aversión agresiva a perros. Si así fuera, un buen tiempo no se harán mucho caso y se repartirán espacios. Después hallarán cosas que hacer cerca, o hasta juntos. Algunas familias mixtas juegan mucho juntas, y hasta duermen en las mismas camas. Si buscas la ayuda de un especialista, puedes tener la familia mixta más divertida y hermosa de la colonia.

  6. Llegan dos cachorros al mismo tiempo:

    En ambos casos puede ser muy divertido y desde luego hará más fácil que se acoplen desde siempre. Con gatos puede ser muy fácil, pero con perros será cansado cuando sus juegos se pongan más energéticos. Ahí sí ármate de paciencia doble.

Cuando NO crecer la familia.

  1. Cuando quieres una parejita para que se reproduzcan: Pésima idea. Déjale eso a profesionales. Tener macho y hembra sin esterilizar en casa, significan días insoportables durante los celos. Fluidos inesperados, peleas. Los periodos de gestación no son miel sobre hojuelas, y los partos en casa pueden ser caóticos y hasta trágicos. Los criadores profesionales saben lo que hacen, tú no.
  2. Cuando quieres un animal para equilibrar la “propiedad” entre tus hijos: El que los niños entiendan que “el perro es tuyo y el gato es mío” o que dos animales son objetos con etiqueta de propiedad, más que enseñarles responsabilidad, puede comenzar una competencia absurda. Cualquier animal debe ser entendido como un miembro de la familia, que es de todos y para todos, incluso si ha hecho un lazo más fuerte con algún miembro que con otros.
  3. Cuando rebasan tu presupuesto monetario, o de tiempo: Reconoce lo que NO puedes hacer y el espacio que NO tienes. Tener más animales de los que te alcanza, también es maltrato. Cuando haya un imprevisto, buscarás ahorrarte una consulta veterinaria, un medicamento, o reducir la calidad de alimento, y eso no debe ser moneda de cambio. Los animales deben disfrutarse, no padecerse.

Un rescate que cambió 8 vidas


«No podíamos dejarla regresar con la pata fracturada, pero no sabíamos si ahora había una camada de cachorros esperando a una mamá que no iba a volver…»

Claudia / Paco

 

 

Pues como algunos de nuestros seguidores en las cuentas de Twitter y Facebook lo saben ya, por la narración que hicimos la misma noche del suceso; esta es la historia del rescate de un animal lastimado, que se convirtió en una nueva familia. Caso que por supuesto, además de la satisfacción, nos da anécdotas que les compartimos a ustedes, con el afán de aprender todos juntos con los casos que vivimos a diario.

Sábado 22 de Marzo de 2014.

Por la tarde del sábado habíamos asistido al Curso Campamento de Adiestramiento para Perros Detectores, organizado por Aromas El Arca, en las instalaciones de la Policía Municipal de Texcoco, en el Estado de México. Salir de la Ciudad de México, para un oriundo de ella, es siempre un remanso. Claudia impartía parte de ese curso, como la especialista en Etología que es, y yo lo cubría por su importancia informativa… (bueno, casi sólo por eso). dra.edwards@yahoo.com

Sin importar lo mucho que ames el lugar donde naciste, vives o trabajas, escapar un poco de ese ritmo diario te llena de una especie de paz, que reconforta por saber que es momentánea, por lo que el momento se vuelve un oasis. En verdad esa tarde lo fue. Las instalaciones se encontraban en un ladera del cerro, un poco más complicado el camino para quien no domina la zona. Eso tenía otra gran ventaja, la zona era de una oscuridad natural perfecta, sin la tremenda contaminación lumínica de la ciudad, en una noche de cielo despejado y aire fresco. Caray, el escenario no podía mejorar.

Eran cerca de las 10 de la noche cuando tomábamos camino de regreso a México, escoltados por un elemento de la Policía de Texcoco, que amablemente nos guiaría por el mejor camino a la carretera, cuando al tomar apenas la primera vuelta a la esquina, Clau hundió el pie en el freno: -¡Tiene la pata fracturada!

Sin más explicación, ambos volteamos a la derecha, para encontrar a un perrita, parada al borde de la carretera. Jadeaba ligeramente, en un demostración de cansancio, pues el calor se había ido hacía varias horas. Estaba de pie sobre tres de sus patas, pues la cuarta, delantera derecha, se contraía en 3 segmentos, incapaz de tocar el piso, evidenciando un fractura que, sin ser expuesta, provocaba un inmediato sufrimiento por empatía. Tomaba un respiro, con la mirada puesta al frente, lo que nos indicaba que no estaba en su zona de confort, sino que viajaba a algún otro lugar a descansar. Y empezó la evaluación de la situación...A la distancia era difícil decir si la fractura era reciente o añeja, pero era lo de menos, la realidad es que no podíamos dejar de verla y calcular en nuestra cabeza las posibilidades de inmediato, mientras nos preguntábamos decenas de factores en cuestión de segundos.

¿La subimos? ¿Necesitará atención médica urgente? ¿Tendrá algún negligente dueño? ¿Sabrá que está lastimada? ¿Si nos acercamos se moverá hacia la carretera con el riesgo de ser atropellada frente a nuestro ojos?

Pasaron acaso 10 segundos cuando Paco estaba fuera del auto, tratando de hacer señas con los brazos al policía que se nos había adelantado un poco, sin saber la razón de nuestra repentina parada.-¿Tenemos algo que funcione como correa? dije. Sólo mi cinturón -contestó

Para entonces el oficial (del que como muchos héroes, su nombre no supimos, y me disculpo), estaba estacionándose ya a nuestro lado, preguntando si algo nos había pasado. Pocas palabras necesitábamos los tres para entender la situación, por lo que aún terminando de calcular el siguiente paso, nos remitíamos a ubicarnos en los tres puntos hacia donde podía huir, sin cerrar mucho el campo, para evitar que se sintiera aprisionada. Con alimento para perros que tenía el oficial en el vehículo, más un plato que teníamos nosotros y mi cinturón, pudimos formar una pequeña trampa para la nena, que se veía desconfiada y temerosa, pero realmente hambrienta, pues sólo un par de intentos bastaron para lograr colocar la improvisada correa alrededor de su cuello, pues ella no quería desaprovechar cada pedacito de alimento.

Maniobrar con ella no era sencillo, porque no sabíamos la calidad de su fractura, y no podíamos permitirnos un movimiento brusco, que la lastimara más. Logramos comunicarnos con el Teniente Juárez, que impartía en ese momento una práctica sobre olfación, a unos minutos de nosotros, para que nos confirmara la posibilidad de albergar a la nena en una de las jaulas de las instalaciones. Así lo hizo (por lo que también estamos sumamente agradecidos con él y la Unidad Cinotáctica de Kerberos), y con la correa de la mochila, amén del cinturón, pudimos formar un arnés, que nos ayudara a subir a la perrita a la camioneta, sin exigirle esfuerzo en las patas. Aunque se estresó un poco en los breves minutos del viaje por ir a oscuras y sostenida de dos correas por un desconocido, no pasó de un par de gruñidos largos, que avisaban su incomodidad y su natural miedo.

Cuando llegamos de regreso a las instalaciones, en donde podría pasar la noche, Claudia la tomó de la mitad trasera, para que yo sostuviera el cuello, en su camino a la jaula que la resguardaría, y fue entonces que notó algo nuevo en el rescate: -¡Tiene las glándulas mamarias llenas!

La nena, que hacía unos segundos era sólo una perrita lastimada, era ahora una posible madre reciente, pero no podíamos tener certeza de ello. Nuestras opciones ya no eran tan simples. No podíamos dejarla regresar con la pata fracturada, pero no sabíamos si ahora había una camada de cachorros esperando a una mamá que no iba a volver.

Decidimos tomar la más lógica de las opciones, y regresamos al punto en donde habíamos recogido a la nena, para partir de ahí en búsqueda de algún lugar que pudiera funcionar como guarida, en donde con mucha suerte halláramos a sus cachorros, o rastro de ellos. Al llegar a la esquina teníamos varias opciones: un inmenso lote baldío que se difuminaba en tierra silvestre, un callejón oscuro, el lateral de la carretera que formaba una cuneta, los pórticos de tres casas y un construcción, obra negra. Sabíamos que una madre lactante no caminaría demasiado lejos de sus cachorros, ya fuera para comer o evacuar, y que con la pata fracturada, eso se reduciría aún más, así que teníamos la esperanza de hallar el lugar adecuado en un radio menor a cincuenta metros.

Nuestra primera opción fue la obra en construcción, pues ofrecía paredes de ladrillo, techo, rincones, y hasta materiales como cartón o papel. Mientras yo acomodaba el auto para que los faros alumbraran lo más posible hacia la construcción, Paco comenzó a explorar los cuartos del lugar. Casi en cuanto yo apagaba el motor y me encaminaba hacia él, escuchamos el típico rascar de pequeñas uñas sobre cartón (lo que aún no descartaba a otro tipo de animal), y dos segundos después, el ligero gemir de un cachorro confirmó la sospecha. Armados con la luz de los celulares, pudimos ver a los cinco cachorros, a la espera de mamá.Los obedientes niños esperaban

El alma nos regresó al cuerpo, como diría mi madre. Sin tomar más tiempo comenzamos a cargarlos para llevarlos al refugio. Eran 3 machos y dos hembras de excelente complexión, hasta un poco respondones, como si se quejaran porque mamá les había ordenado no moverse de su lugar mientras ella regresaba.

Mientras íbamos de regreso al albergue, no pudimos evitar detenernos por un segundo a ver al horizonte, las luces de la Zona Metropolitana, desde la penumbra de sus límites, con los cachorros en los brazos, y con la indescriptible satisfacción que te da un rescate así. Algo que sólo alguien que se ha detenido ante la desgracia de un animal herido, puede entender.

Cuando llegamos, su mamá estaba aún asustada, seguramente pensando en regresar con sus cachorros, pues aunque entramos con ellos en las manos, su primera respuesta era salir de la jaula, pero al oír el gemido de uno de ellos, se acomodó en un rincón, feliz de tenerlos de nuevo. Al día siguiente, ella misma estaba ya consciente de lo que le había pasado, o al menos eso nos dio a entender, pues se comportó como la más amigable y agradecida del mundo, cariñosa con la gente y sus cachorros, feliz, tranquila, en el comienzo de su nueva vida. Un nuevo día Y 5 nuevas vidas Ahora, mamá y sus cinco cachorros están recuperando la calma, mientras se desarrollan un poco más, socializan y son atendidos clínicamente. Cuando estén listos, buscarán su propio camino, en casa de alguien que los quiera para siempre… y desde luego contamos con nuestros seguidores para que eso suceda con el mayor éxito. ¿Verdad? La familia junta Pero no fueron sólo las vidas de los 5 nenes y su mamá, las que cambiaron esa noche.

Si bien para ninguno de nosotros dos, es nuevo el rescate de un animal en situación de calle, la verdad es que cada anécdota así, como la que nos ocurrió el sábado, vuelve a cambiar un poco tu mundo. Te regresa la esperanza y te recuerda el impacto que tienes cada día en todo tu entorno. Te recuerda que eres parte de un todo, y que tú decides si la onda expansiva que provocarás al existir, será positiva, negativa o sólo de tránsito.

Te recuerda que el mundo está cambiando, y que tú decides que tanta parte tomarás en ello. Y te recuerda que hacer algo en lo que crees, junto a las personas que amas… cambia tu vida todos los días.

 

 

¿Aún se puede salvar al Lobo Mexicano?


 

Versión Online de nuestro reportaje para Animalia 24Era un fantasma que descendía cada atardecer. Era esa sombra, ese misterio que se convertía en silueta cuando llegaba a la punta del risco, y más que aullarle a la luna, le aullaba a un sol que descendía, pintando de rojos y naranjas el cielo del desierto. Ese era el hogar del Lobo. Era el paraíso árido y montañoso, en donde este príncipe tenía su reino.

Como el hijo pródigo más audaz, sabiéndose descendiente de un linaje majestuoso, el Lobo Mexicano se había separado de sus hermanos hacía miles de años, aventurándose en llanuras y montañas ocre, que habían sido poco exploradas por los grandes mamíferos.

Era un maestro de las sociedades y las estrategias.

Era el sonido de la oscuridad, el gran aullido que enmarcaba la noche del desierto.

Era admirado. Era temido. Era respetado. Era envidiado.

Y desapareció.

El Camino Caninae

Como apareció en la portada de Animalia 24

Hace casi 40 millones de años, por lo menos, los primeros cánidos recorrían el territoriode América. No eran parecidos a los perros o lobos que hoy conocemos, de hecho, Hesperocyon, como se le conoce a esta familia, parecería una rara mezcla entre un mapache grande, un felino robusto o un coyote alargado. Pero se trataba apenas del primer gran cambio desde que el primer carnívoro, Miacis, evolucionara, separando su información genética en los que hoy conocemos como caninos y felinos.

El estrecho de Bering fue, como para muchas especies, clave en la comunicación y la evolución especializada. La teoría más aceptada en estos años es que los antepasados carnívoros de los caninos se originaron en Norteamérica, pero a través de Bering llegaron al norte de Asia y Europa, en donde la gran combinación comenzó. Se expandieron por esos vastísimos territorios, encontrando poca o nula resistencia como depredadores, especialmente porque se mantenían siempre en grandes manadas.

Después de la vuelta evolutiva que tuvieron en aquella segunda parada, regresaron a Norteamérica por el mismo camino, habiendo desarrollado ya una línea de cánidos más estable. Se podían ver ya los rasgos más claros de los Canis, los Vulpes y los Urocyon, es decir, los antepasados de Lobos y Zorros.

Por encima del cinturón ecuatorial, prácticamente llegaron a todo el mundo. Pero fue quizá por su pelaje caluroso y denso, o por su estrategia social de cacería que se veía beneficiada en lo espeso de los bosques, que pocas subespecies se desarrollaron en las zonas desérticas. Apenas 3 se han aceptado como subespecies adaptadas a este tipo de ambientes: El Lobo Árabe (Canis lupus arabs), el Lobo Indio (Canis lupus pallipes) y en Lobo Mexicano (Canis lupus baileyi).

El Lobo Mexicano se constituyó como un prolífica especie, la más pequeña, nativa del punto más al sur y genéticamente más distinta, del Lobo gris de Norteamérica. Aparece oficialmente como nativa de las regiones montañosas al norte de México: Durango, Coahuila, Chihuahua y Sonora,  así como de partes de Texas, Nuevo México y Arizona, pero se llegaba a encontrar ocasionalmente en territorios de más al oeste y noroeste, como California y Nevada.

Un Lobo Mexicano macho promedio pesa entre 30 y 45 kilos, con un máximo de metro y medio de longitud y unos 70 u 80 centímetros de altura, lo que generalmente lo compara con la morfología de un Pastor Alemán adulto.

Su figura es más estilizada que la de otras especies, ligeramente de rasgos más alargados y menos anchos, como si fuera un vínculo entre los coyotes, chacales y perros comunes.

El Gran Padre Lobo

El respeto olvidado

Y fue esta figura, delgada pero fuerte, la que dominó también la iconografía de las poblaciones humanas que habitaron a su alrededor.

Prácticamente todas las tribus de nativos americanos que compartían territorio con el Lobo Mexicano, lo retrataban y guardaban como un símbolo al que respetaban y querían. Si bien temían ser atacados por alguna manada de lobos cuando se adentraban en su terreno, no existen leyendas o cuentos del folclore en los que el Lobo sea un antagónico, o tenga rasgo alguno de terror.

Apareció una y otra vez dibujado en pieles, en paredes, en tee pees y hasta en el rostro de los guerreros. Se tallaba, como símbolo de protección, en las figuras que conocemos en la generalidad como tótems, o en ornatos y colgantes que se añadían al cuello de los guerreros o a sus accesorios de cacería.

Su aullido no era el ícono de terror, absurdo y artificial, que heredamos de las culturas europeas. El aullar de los lobos era símbolo de vida y de que la noche transcurría en orden. Eran algo así como “vigilantes”, como el sereno que hace años pasaba por las calles encendiendo las farolas y avisando que podían dormir en paz.

El fuego los mantenía a la distancia, y ante la posibilidad de cazar muchas otras presas menos complicadas, rara vez invadían un asentamiento humano, ni seguían demasiado tiempo a un expedición de hombres.

Tribus como los Cherokee, Apalache, Hopi, Zuñi, Acoma, Mojave, Pápago o Seri, tenían en un lugar muy alto al Lobo Mexicano.

El principio del fin

Camino a la extinción

Al igual que todos los lobos, los lobos mexicanos tienen una firme estructura social y un sistema de comunicación complejo que incluye el marcado, posturas corporales, formas más especializadas como postura de orejas y cola, amén de vocalizaciones numerosas tales como aullidos, ladridos, gemidos y gruñidos.

Viven en grupos familiares o manadas, que consisten en una pareja alfa y sus crías, con un proceso de a menudo varias generaciones, por lo que podían llegar a encontrarse grupos numerosos, con “abuelos” o incluso “bisabuelos” como líderes. Entres sus presas se cuentan alces, venado bura y venado cola blanca, pero son capaces de enfrentar y matar ganado, especialmente ejemplares jóvenes y menos robustos.

Este fue su principal problema cuando el “nuevo mundo” empezó a ser colonizado.

A la llegada de los europeos a tierras americanas, todo era un asombro que llenaba libros y relatos orales de estos hacia el viejo continente. Las especies nuevas de aves, mamíferos y plantas, eran celebradas por su valor, variedad, belleza estética y hasta sabor. Pero no todas las especies de américa eran un maravillosa novedad.

El Lobo Mexicano cargaba con tres estigmas que incomodaban a los colonos europeos:

En primera instancia, era muy parecido al lobo euroasiático, viejo conocido, temido y cazado en los bosques de toda Europa y Asia, ícono de leyendas nada favorables y hasta representante de infantiles historias que los retrataban como monstruos, devoradores de niños, conexiones con el diablo y con la brujería, o hasta transmutaciones de demonios.

Después, eran un riesgo para la ganadería que se comenzaba a desarrollar al norte de México y sur de los Estados Unidos. Eran ágiles y podían cazar casi a todas horas. Con los numerosos grupos de ganado que devoraban los pastizales próximos a los bosques, las bajas, que mermaban la economía de los pobladores, los llenaba de rencor hacia la especie.

Finalmente estaba el factor cultural. Como parte de un proceso de suplantación de cultura, la destrucción o intercambio de cada símbolo era importante para el éxito de estas empresas. Como lo hemos visto, prácticamente para todas las culturas nativas que conocieron al Lobo Mexicano, este significaba un ser de respeto, casi un Dios… y eso no podía ser tolerado.

Esa combinación de elementos fue disminuyendo las poblaciones constantemente, irrefrenablemente. El fin del mundo, para el Lobo Mexicano, había llegado en las naves de estos invasores. Los perros de raza grande habían llegado también de Europa, y algunos podían ser más feroces y grandes que el mismo lobo, así que tampoco podían comprender su valor o belleza en el ecosistema propio.

Huir de la ignorancia

Los cuentos y las historias, cada vez más exageradas, abundaban. Las expresiones “te va a comer el lobo” y hasta los relatos infantiles como “Caperucita” o “Los 3 Cerditos”, habían hecho de la frase “lobo feroz”, parte del vocabulario; un vocabulario que sólo respondía a la fantasía, pero no había nadie cerca para desmentirlo.

Programas de control de depredadores, desbordantes de ignorancia, casi exterminaron al lobo mexicano en el medio silvestre, antes de que alguien pudiera reaccionar.

Seguramente, alguna noche, el aullido de un Lobo Mexicano se escuchó en solitario, y por primera vez en miles de años, ningún otro lobo le contestó. Se escuchó por última vez, ahogado, sin sentido y sin réplica, rindiéndose ante algo que, sin comprender, tenía que aceptar.

Con la captura de los últimos 5 lobos mexicanos que quedaban en estado salvaje en México, desde 1977 y hasta 1980, se inició un programa de cría en cautividad y se salvó al lobo mexicano de la extinción, aunque muchos creen que quizá es ya muy tarde.

El Lobo Mexicano se encontraba en la lista de especies en peligro en 1976, cuando comenzaron el trabajo de recuperación. El plan de recuperación tiene el objetivo de restablecer en vida libre, aunque en zonas de reserva, una población de lobos mexicanos dentro de algunas áreas de distribución histórica. En marzo de 1998, se liberaron tres manadas en la «zona de recuperación primaria», en la zona pública del Bosque Nacional Apache, al este de Arizona. En 2002, la Tribu Apache White Mountain también se convirtió en un colaborador del proyecto, y la primera manada de lobos en la Reserva Fort Apache ocurrió en 2003.

Hoy en día, la población cautiva se compone de aproximadamente 300 animales, y abarca más de 45 parques zoológicos y centros de la vida silvestre en los Estados Unidos y México, pero las condiciones sociales no han cambiado tanto como se quisiera.

Dado que la mayor parte del territorio de los Lobos está poblado, algunos estudiosos del tema creen que nunca saldrá de la lista crítica, por lo que pareciera confinarse el esfuerzo a proteger a un número reducido, en zonas protegida.

Muchas personas han estado involucradas en este tipo de esfuerzos de reintroducción, incluyendo a varios de los mejores Médicos Veterinarios y Zoólogos mexicanos, pero el problema educativo se mantiene.

Mientras el Lobo Mexicano no recupere ese lugar de admiración y respeto que ha merecido y que mucho tiempo tuvo, su extinción será un problema latente.

Una preocupación que jamás debió existir.

Animalia 24

Si quieres escuchar los aullidos en libertad de una de las primeras manadas de Lobo Mexicano reintroducida, accede a: http://www.fws.gov/southwest/es/mexicanwolf/MWaudio.cfm

Esta es una versión editada online del reportaje publicado en Animalia Magazine #24. Si quieres conocer la versión completa impresa, puedes pedirla a ventas@animaliamagazine.com

 

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Aprender a ser líder 3: La Manada que aprende unida, permanece unida.


Tercera Parte

No existe un “curso” para aprender a ser líder con tu mascota ni un número de pasos determinados que hagan de ti un líder “graduado”. Tampoco es algo que se aprenda de forma tajante y no se olvide, mucho menos algo que se pueda generalizar. El liderazgo es una actitud que se debe comprender y asumir para vivir con ella siempre que tu mascota esté presente.

Es importante que comprendas el liderazgo como un papel que toda persona está obligado a ejercer frente a sus mascotas, pero no porque seamos “superiores”. Es nuestro deber porque la naturaleza nos otorgó una ventaja de razón, comprensión, aprendizaje y creatividad que debemos hacer valer en beneficio de nuestra familia.

Como humanos formamos “familias”, así es como nuestra sociedad les ha llamado. Como perros y gatos, forman “manadas”, así es como les hemos denominado. En el fondo, son la misma cosa: un grupo de individuos que se agremian por decisión propia, ya sea por conveniencia, por acuerdo o por sentimiento, para recibir beneficios mutualistas.

Dentro de las familias/manadas cada individuo cumple una función y a su vez, las funciones de los demás le ayudan en la supervivencia.

En algunas familias, por ejemplo, Papá trabaja para mantener a la familia, Mamá mantiene el orden y cocina, mientras la función de los hijos es prolongar la existencia de esa familia y prepararse para cuando su papel deba ser el de Papá o Mamá.

Y ese es un esquema tradicionalista, pero lo mismo sucede si los padres no están juntos, si viven lejos, si alguno ya no vive, si los papeles de hombre y mujer están invertidos, etcétera.

Siempre jugamos un papel en la familia/manada y a veces con el tiempo, esos roles cambian aunque los integrantes de la familia se mantengan igual.

Así nos visualiza el perro o gato y saben que al ser parte de la manada tendrán un lugar y un rol, pero es responsabilidad del jefe mostrárselo. El líder asigna los roles, expone los beneficios y fija los límites.

Pongamos un ejemplo:

Estás comiendo, sentado a la mesa. Tu perro te observa y llora, gime, ladra. Para que esté tranquilo le das un poco de tu comida cada cierto tiempo. Le estás diciendo: “Cada que quieras de mi comida, sólo tienes que pedirla”.

Vas a ver el televisor, cuando te diriges al sillón, tu perro se adelanta y se acuesta en el lugar que tú ibas a tomar. Para no molestarlo te sientas en otro lado. Le estás diciendo: “A lo hora de descansar, escoge tu lugar, yo me acomodo en donde tú me lo permitas”.

Es hora de salir, él brinca y ladra en la puerta en cuanto abres él sale corriendo feliz y tú sólo lo vas siguiendo a la distancia. Le estás diciendo: “Tú decides cuándo y hacia donde vamos. Tú nos guías”.

Si juntas las tres actitudes anteriores, podrás darte cuenta que básicamente le estás diciendo, cada día: “Tú eres el jefe, tú mandas”.

Llega entonces el día de ir al veterinario, de recibir la vacuna, de que lleguen visitas a casa y… él no quiere. Llora, ladra o muerde la correa porque no quiere ir. Rasguña y jala lo más fuerte que puede porque no quiere entrar a la veterinaria. Brinca sobre las visitas y hasta es agresivo con ellas.

No tiene un problema de comportamiento, no es un perro agresivo o berrinchudo. Lo único que pasa es que se resiste porque él es el jefe, así que se hará lo que él diga… “o tendremos un problema”.

Tú no puedes obligarlo a hacer algo que no quiere, ir a donde no desea, ni dejar entrar a más individuos a la guarida sin que él lo autorice, porque aquí manda él. Al menos eso es lo que les has dicho cada día con esos “detalles” ¿recuerdas?No lo culpes de tus errores

Por eso “ser líder” no es una opción, es una obligación. No tiene que ver con tu forma de ser o con tu carácter. No es algo para lo que “algunos nacen y otros no”. Cuando se trata de una relación humano – animal, estás obligado a ser el líder, por el bien de tu mascota, y porque aunque un perro o gato sabe convivir con los humanos potenciando la inteligencia y comprensión, es muy difícil que pueda asumir que en las reglas, hay excepciones.

Lo más sencillo para ambos, es ser uniforme, constante. La palabra clave es: Coherencia. Si le permites algo, se lo permitirá toda la familia. Si se lo permites hoy, se lo permitirás siempre. Si tiene un límite, lo tendrá todo el tiempo.

Y el que tu mascota haya asumido tu liderazgo desde siempre, será fundamental para cuando quieras modificar tu manada en términos de sus integrantes.

Las anécdotas de “el perro celoso del bebé recién llegado” no son pocas, pero además, no son difíciles de entender. Un perro no siempre está listo para compartir su espacio y la atención de su líder, pero sobre todo, si no ha comprendido quién es el líder y, por tanto, quién toma la decisión de ampliar la manada, entra en un conflicto mayor.

Aún así, los perros comprenden con gran facilidad cuando se trata de un “cachorro”, por lo que a menos que tenga ya graves problemas de socialización -o incluso problemas clínicos-, no es fácil que reaccione agresivamente hacia un niño.

Pero cuando se trata de un integrante más crecidito, la cosa cambia, sobre todo si es perro y reacciona igual. Con esto tratamos de atacar una duda más o menos constante, que hemos podido observar con nuestros lectores en Animalia Magazine o Animalia Radio: ¿Qué combinación de mascotas es mejor tener? ¿Perro chico con perro grande? ¿Viejito con cachorro? ¿Hembra con macho? ¿De raza o mestizo?

Cachorros encantadoresLos cachorros son la primera opción de la mayoría de las personas cuando piensan adoptar un perro, aunque curiosamente, es quizá la más complicada de las opciones. Un cachorro se ve muy bonito, pero debes tomar en cuenta que crecerá como quizá no lo estás visualizando. La mayoría de los dueños primerizos no considera el tamaño que tendrá de adulto, ni tiene entre sus opciones la posibilidad de que no resulte de la forma, color o carácter que imaginó. Además hay que tomar en cuenta que el cachorro tiene dos tareas: aprender de la vida y aprender las reglas de tu manada. Eso es mucha información y requiere de mucha más paciencia de su líder en lo que la procesa. La naturaleza del cachorro es jugar y conocer todo y a todos cuantos crucen en su camino, por lo que se lleva bien con machos, hembras, viejos, jóvenes y de todos tamaños; sin embargo, no todos se llevan de maravilla con el cachorro. Los “seniors” o viejitos, son menos tolerantes, especialmente los de raza chica, pues un cachorro está “de su vuelo”, pero con muchas más energías. Desde luego, las hembras tienden a aceptar más a los cachorros por su instinto maternal pero no es una regla, menos con las que han sido esterilizadas.

Los Seniors o viejitos, por el otro lado, son los últimos en la lista de opciones para los adoptantes, pero pueden ser una maravilla para las personas que no les gusta hacer gran ejercicio, o no tienen mucho tiempo. Requieren de poco ejercicio -aunque esto no significa que no lo necesiten regularmente- y disfrutan más las tardes largas frente al televisor o a los pies de su líder. Con ellos hay que tomar en cuenta que el veterinario puede estar más presente y que en ciertas etapas ya no puedes enojarte si pierden el control de sus necesidades de vez en cuando. Son poco tolerantes, claro, pero es totalmente falso eso de “perro viejo no aprende trucos nuevos”. Si tu liderazgo es claro y amable, un viejito está dispuesto a seguir, pues ya no tiene mucha necesidad de retar al jefe.

Entre hembras y machos es casi cuestión de gusto, pero tienen ligeras diferencias. Las hembras suelen escoger más claramente el lugar de sus necesidades y tienen relativamente menos energía. Los machos “marcan” su territorio y son más retadores. En ambos casos debes contemplar la esterilización, pero más con las hembras, porque en caso de tener cachorros no puedes zafarte por ningún motivo de la responsabilidad. Por supuesto son más tolerantes entre contrarios, pero también debes enfatizar tu liderazgo si no quieres que un macho asuma como SU hembra a una de sus “hermanas” y empiece a retarte por acercarte a ella.

¿Chicos o grandes?

Entre las razas y los mestizos no debe haber mayor diferencia. Si eres un criador o competidor de exposiciones, quizá te importe mucho la raza, pero no veo el porqué debiera importar si no lo eres. La ventaja con un perro de raza –siempre y cuando el criador sea serio- es que más o menos sabes cómo será físicamente, pero también viene con un paquete de condiciones de salud predispuestas, que generalmente el criador no te platica. Con un mestizo no sabes mucho de su futuro –aunque su tamaño lo puedes adivinar un poco por ciertos rasgos que tu veterinario sabe identificar- pero la ventaja es que en muchos casos es producto de una evolución natural, es decir, suelen ser perros con organismo fuerte, resistente, que ha evolucionado genéticamente para sobrevivir en la calle o viene de padres con esa historia.

En todos los casos, te puedo asegurar que la clave es conocer a cada uno y plantearle tu liderazgo de acuerdo a su carácter, pero DEBES hacerlo.

Si cada uno de los miembros de tu manada comprende que tú eres el jefe, agregar a otro será menor problema, no importa si el nuevo integrante es de la misma especie o anda sobre sus dos pies.

Aprende a ser líder, pero no sólo porque debes hacerlo, sino porque te ayudará a disfrutar más la vida al lado de tus mascotas.

 

 

Aprender a ser Líder. El Lobo que todos llevamos dentro.


Un líder lo es permanente. No hay días de descanso o vacaciones, porque no es un trabajo, es una actitud frente a nuestra mascota. No hay trucos, palabras mágicas o silbidos que otorguen el liderazgo. Se debe establecer con la vida diaria, demostrando y comportándose como un jefe al que el perro admira, no al que le teme.

Para comprender realmente a detalle cada momento del liderazgo, podemos remitirnos a los instintos primarios del perro y contextualizarlos en nuestra vida cotidiana.

Empecemos por hablar del liderazgo dentro de la madriguera. Debemos entender, primero, que para ellos no somos “humano y perro”, para ellos somos todos individuos de una misma manada, con diferencias anatómicas que no hacen una diferencia significativa. Para el perro de la familia, él pertenece a esta porque tiene techo y comida en el mismo lugar que nosotros y que le proporcionamos nosotros, con lo que le estamos dando importancia y un lugar.

Por eso mismo, el perro está más dispuesto a obedecer límites y evitar enfrentamientos: quiere quedar bien y mantener su lugar en la manada, y sí, porque tiene sentimientos de apego y cariño por nosotros.

Es por eso que el que pueda dormir al lado de una cama o en una zona de la habitación que otro miembro comparta, le ayuda también a la mascota. Estar ahí evita que se sienta relegado, separado. Lo integra más. Imagina a tu perro, crecido, durmiendo a los pies de la cama de tu hijo, en su propia cama o cobija. Mantén esa imagen, volveremos más tarde a ella.

El perro es un cánido, descendiente directo y muy cercano aún de los Lobos, los que son animales con una gran concepción de Sociedad.

La mayoría de los lobos, establecen una jerarquía dentro de su familia y la respetan durante largos periodos de tiempo. Perros y lobos son protectores y territoriales por naturaleza, respecto a su manada son inteligentes y respetuosos.

Algunos estudios han llegado a demostrar manadas de lobos que comprenden como “su territorio” extensiones de cientos de kilómetros. Desde luego, para una manada de 8 o 10 miembros (que es el promedio, aunque hay algunas de hasta el doble), cubrir todo este territorio permanentemente es imposible, porque lo que establecen prioridades. O sea, su territorio para vivir y cazar, puede ser de 100 kms. a la redonda, pero sólo lo vigilan cuando es necesario y cuando ya han asegurado un perímetro de quizá 50 kms. Aún así, si este se ve en riesgo por otra manada o por otro tipo de predador, irán cerrando su campo de acción hasta poner, primero, por encima un par de kilómetros alrededor de su madriguera.

La madriguera misma está generalmente emplazada en un lugar que tenga sólo una salida. El Lobo comprende que el cachorro está indefenso y que en caso de ser atacada la base, es más complicado cubrir dos frentes, por lo que prefieren exponer la vida de los adultos defensores que la seguridad de los cachorros.

Entonces pues, reconocen con claridad algo así como su zona de prioridad –La madriguera y algunos metros alrededor-, su zona de seguridad –los kilómetros cercanos en donde hay comida y alimento- y su zona de confort –el mayor territorio posible, en donde sólo en condiciones ideales de seguridad se aventuran-.

Además, su estructura jerárquica no es muy ajena a nosotros. Para ellos no hay sólo un jefe, sino una Pareja Alfa. Macho y hembra, los más fuertes de la manada, aseguran la estabilidad reproductiva y mantienen un equilibrio. Ellos los que tienen la última palabra sobre las disputas y pueden terminar con una pelea. Además controlan la comida y deciden si es necesario trasladar a la manada a otra madriguera o incluso, a otro territorio.

El resto de la manada, dependiendo de sus características, asumen otros roles. Casi en todas las manadas de lobos la cacería y cuidado de los cachorros se reparte por igual, pero en ciertos momentos se establecen roles definidos.

Por ejemplo: Imaginemos un escenario en el que otros lobos extraños atacan a una manada. Esta, tras defender la madriguera y cuidar la seguridad de los cachorros, deben contraatacar y perseguir a los trasgresores derrotados hasta una zona lejana. En dicho caso, las hembras y quizá algún macho, se mantendrán en la madriguera aún después de haber rechazado a los intrusos, mientras el resto inician la persecución.

Puede suceder que algunos machos se vayan deteniendo en el camino, pero no por cansancio, sino para mantener un control de zona, en caso de que algún enemigo rezagado vuelva a intentarlo. Usualmente, hacia el final de la persecución, sigue el Macho Alfa con algunos otros individuos. Esta forma de ahuyentar, ya sea que alcancen a los intrusos o no, puede llevarlos a vigilancias de hasta 200 kilómetros a la redonda.

¿De qué nos sirve saber todo esto sobre los lobos cuando tenemos sólo a un perro? Sirve al comprender el principio inicial: para el perro, él no es sólo uno de su especie, son tantos como la familia incluya, perros o humanos.

Podemos extrapolar muchos de estos instintos lobeznos a nuestros perros, aunque claro está que los miles de años de domesticación han cambiado algunos y suavizado otros. También las diferencias de raza hacen diferencias de carácter, cierto, pero en todos subsiste el sentido de familia. No hay perros solitarios, en todo caso, hay algunos perros que no han aprendido a socializar correctamente, y esto debe y puede ser corregido.

Y con esto, es muy fácil encontrar las ventajas de que la convivencia con el perro de la casa, sea aún más cercana. Además de los beneficios que tiene el perro, el niño gozará de muchos más. Pero estos puntos los platicaremos en la próxima entrega.

Hasta entonces.