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Aprender a ser líder 3: La Manada que aprende unida, permanece unida.


Tercera Parte

No existe un “curso” para aprender a ser líder con tu mascota ni un número de pasos determinados que hagan de ti un líder “graduado”. Tampoco es algo que se aprenda de forma tajante y no se olvide, mucho menos algo que se pueda generalizar. El liderazgo es una actitud que se debe comprender y asumir para vivir con ella siempre que tu mascota esté presente.

Es importante que comprendas el liderazgo como un papel que toda persona está obligado a ejercer frente a sus mascotas, pero no porque seamos “superiores”. Es nuestro deber porque la naturaleza nos otorgó una ventaja de razón, comprensión, aprendizaje y creatividad que debemos hacer valer en beneficio de nuestra familia.

Como humanos formamos “familias”, así es como nuestra sociedad les ha llamado. Como perros y gatos, forman “manadas”, así es como les hemos denominado. En el fondo, son la misma cosa: un grupo de individuos que se agremian por decisión propia, ya sea por conveniencia, por acuerdo o por sentimiento, para recibir beneficios mutualistas.

Dentro de las familias/manadas cada individuo cumple una función y a su vez, las funciones de los demás le ayudan en la supervivencia.

En algunas familias, por ejemplo, Papá trabaja para mantener a la familia, Mamá mantiene el orden y cocina, mientras la función de los hijos es prolongar la existencia de esa familia y prepararse para cuando su papel deba ser el de Papá o Mamá.

Y ese es un esquema tradicionalista, pero lo mismo sucede si los padres no están juntos, si viven lejos, si alguno ya no vive, si los papeles de hombre y mujer están invertidos, etcétera.

Siempre jugamos un papel en la familia/manada y a veces con el tiempo, esos roles cambian aunque los integrantes de la familia se mantengan igual.

Así nos visualiza el perro o gato y saben que al ser parte de la manada tendrán un lugar y un rol, pero es responsabilidad del jefe mostrárselo. El líder asigna los roles, expone los beneficios y fija los límites.

Pongamos un ejemplo:

Estás comiendo, sentado a la mesa. Tu perro te observa y llora, gime, ladra. Para que esté tranquilo le das un poco de tu comida cada cierto tiempo. Le estás diciendo: “Cada que quieras de mi comida, sólo tienes que pedirla”.

Vas a ver el televisor, cuando te diriges al sillón, tu perro se adelanta y se acuesta en el lugar que tú ibas a tomar. Para no molestarlo te sientas en otro lado. Le estás diciendo: “A lo hora de descansar, escoge tu lugar, yo me acomodo en donde tú me lo permitas”.

Es hora de salir, él brinca y ladra en la puerta en cuanto abres él sale corriendo feliz y tú sólo lo vas siguiendo a la distancia. Le estás diciendo: “Tú decides cuándo y hacia donde vamos. Tú nos guías”.

Si juntas las tres actitudes anteriores, podrás darte cuenta que básicamente le estás diciendo, cada día: “Tú eres el jefe, tú mandas”.

Llega entonces el día de ir al veterinario, de recibir la vacuna, de que lleguen visitas a casa y… él no quiere. Llora, ladra o muerde la correa porque no quiere ir. Rasguña y jala lo más fuerte que puede porque no quiere entrar a la veterinaria. Brinca sobre las visitas y hasta es agresivo con ellas.

No tiene un problema de comportamiento, no es un perro agresivo o berrinchudo. Lo único que pasa es que se resiste porque él es el jefe, así que se hará lo que él diga… “o tendremos un problema”.

Tú no puedes obligarlo a hacer algo que no quiere, ir a donde no desea, ni dejar entrar a más individuos a la guarida sin que él lo autorice, porque aquí manda él. Al menos eso es lo que les has dicho cada día con esos “detalles” ¿recuerdas?No lo culpes de tus errores

Por eso “ser líder” no es una opción, es una obligación. No tiene que ver con tu forma de ser o con tu carácter. No es algo para lo que “algunos nacen y otros no”. Cuando se trata de una relación humano – animal, estás obligado a ser el líder, por el bien de tu mascota, y porque aunque un perro o gato sabe convivir con los humanos potenciando la inteligencia y comprensión, es muy difícil que pueda asumir que en las reglas, hay excepciones.

Lo más sencillo para ambos, es ser uniforme, constante. La palabra clave es: Coherencia. Si le permites algo, se lo permitirá toda la familia. Si se lo permites hoy, se lo permitirás siempre. Si tiene un límite, lo tendrá todo el tiempo.

Y el que tu mascota haya asumido tu liderazgo desde siempre, será fundamental para cuando quieras modificar tu manada en términos de sus integrantes.

Las anécdotas de “el perro celoso del bebé recién llegado” no son pocas, pero además, no son difíciles de entender. Un perro no siempre está listo para compartir su espacio y la atención de su líder, pero sobre todo, si no ha comprendido quién es el líder y, por tanto, quién toma la decisión de ampliar la manada, entra en un conflicto mayor.

Aún así, los perros comprenden con gran facilidad cuando se trata de un “cachorro”, por lo que a menos que tenga ya graves problemas de socialización -o incluso problemas clínicos-, no es fácil que reaccione agresivamente hacia un niño.

Pero cuando se trata de un integrante más crecidito, la cosa cambia, sobre todo si es perro y reacciona igual. Con esto tratamos de atacar una duda más o menos constante, que hemos podido observar con nuestros lectores en Animalia Magazine o Animalia Radio: ¿Qué combinación de mascotas es mejor tener? ¿Perro chico con perro grande? ¿Viejito con cachorro? ¿Hembra con macho? ¿De raza o mestizo?

Cachorros encantadoresLos cachorros son la primera opción de la mayoría de las personas cuando piensan adoptar un perro, aunque curiosamente, es quizá la más complicada de las opciones. Un cachorro se ve muy bonito, pero debes tomar en cuenta que crecerá como quizá no lo estás visualizando. La mayoría de los dueños primerizos no considera el tamaño que tendrá de adulto, ni tiene entre sus opciones la posibilidad de que no resulte de la forma, color o carácter que imaginó. Además hay que tomar en cuenta que el cachorro tiene dos tareas: aprender de la vida y aprender las reglas de tu manada. Eso es mucha información y requiere de mucha más paciencia de su líder en lo que la procesa. La naturaleza del cachorro es jugar y conocer todo y a todos cuantos crucen en su camino, por lo que se lleva bien con machos, hembras, viejos, jóvenes y de todos tamaños; sin embargo, no todos se llevan de maravilla con el cachorro. Los “seniors” o viejitos, son menos tolerantes, especialmente los de raza chica, pues un cachorro está “de su vuelo”, pero con muchas más energías. Desde luego, las hembras tienden a aceptar más a los cachorros por su instinto maternal pero no es una regla, menos con las que han sido esterilizadas.

Los Seniors o viejitos, por el otro lado, son los últimos en la lista de opciones para los adoptantes, pero pueden ser una maravilla para las personas que no les gusta hacer gran ejercicio, o no tienen mucho tiempo. Requieren de poco ejercicio -aunque esto no significa que no lo necesiten regularmente- y disfrutan más las tardes largas frente al televisor o a los pies de su líder. Con ellos hay que tomar en cuenta que el veterinario puede estar más presente y que en ciertas etapas ya no puedes enojarte si pierden el control de sus necesidades de vez en cuando. Son poco tolerantes, claro, pero es totalmente falso eso de “perro viejo no aprende trucos nuevos”. Si tu liderazgo es claro y amable, un viejito está dispuesto a seguir, pues ya no tiene mucha necesidad de retar al jefe.

Entre hembras y machos es casi cuestión de gusto, pero tienen ligeras diferencias. Las hembras suelen escoger más claramente el lugar de sus necesidades y tienen relativamente menos energía. Los machos “marcan” su territorio y son más retadores. En ambos casos debes contemplar la esterilización, pero más con las hembras, porque en caso de tener cachorros no puedes zafarte por ningún motivo de la responsabilidad. Por supuesto son más tolerantes entre contrarios, pero también debes enfatizar tu liderazgo si no quieres que un macho asuma como SU hembra a una de sus “hermanas” y empiece a retarte por acercarte a ella.

¿Chicos o grandes?

Entre las razas y los mestizos no debe haber mayor diferencia. Si eres un criador o competidor de exposiciones, quizá te importe mucho la raza, pero no veo el porqué debiera importar si no lo eres. La ventaja con un perro de raza –siempre y cuando el criador sea serio- es que más o menos sabes cómo será físicamente, pero también viene con un paquete de condiciones de salud predispuestas, que generalmente el criador no te platica. Con un mestizo no sabes mucho de su futuro –aunque su tamaño lo puedes adivinar un poco por ciertos rasgos que tu veterinario sabe identificar- pero la ventaja es que en muchos casos es producto de una evolución natural, es decir, suelen ser perros con organismo fuerte, resistente, que ha evolucionado genéticamente para sobrevivir en la calle o viene de padres con esa historia.

En todos los casos, te puedo asegurar que la clave es conocer a cada uno y plantearle tu liderazgo de acuerdo a su carácter, pero DEBES hacerlo.

Si cada uno de los miembros de tu manada comprende que tú eres el jefe, agregar a otro será menor problema, no importa si el nuevo integrante es de la misma especie o anda sobre sus dos pies.

Aprende a ser líder, pero no sólo porque debes hacerlo, sino porque te ayudará a disfrutar más la vida al lado de tus mascotas.