Archivo de la categoría: Reportajes Especiales

Creo en Fantasmas. Me lo enseñaron mis perros.


Vamos a platicar un poco sobre este enfoque tan discutido de los animales y los mundos no-científicamente-comprobados, digamos.

Empiezo por aclarar, como suelo, mi postura. Yo soy muy científico, por eso creo en los fantasmas.

Seguramente el escéptico me dirá que mientras más ciencia menos creencia, pero temo desilusionarle. El que no cree, o no acepta la posibilidad de la existencia, lo hace muchas veces por negación o por evasión, no por «apegarse a la ciencia».

La generalidad de la ciencia, ya no se apega a eso de «lo que no hemos comprobado, no existe». Al contrario, un buen científico suele decir «lo que no hemos comprobado, es porque nos falta investigarlo más». Por ello es una contradicción y un muy débil argumento decir que la ausencia de pruebas es en sí la prueba misma.

Hace 200 años, se descubrió que toda la materia estaba formada por átomos. Ya era una gran descubrimiento y se creía que era total e irrebatible. Cuando se pensó que había algo más pequeño aún, los «científicos» escépticos veían esta posibilidad como «creer en fantasmas atómicos». Es decir, era pura fantasía.

¿Sabías que el descubrimiento de los protones, neutrones y electrones no tiene más de 110 años? Vaya, el Cine se inventó antes de que nos enteráramos de estos pequeños «fantasmas» que nos rodean por billones. Actualmente la ciencia está tratando de explicarle a la gente la existencia de la «Antimateria» que se supone, nos rodea y cruza todo el tiempo sin que la podamos ver. ¿Has oído hablar de la «partícula de Dios»? Bueno, es un nombre dado a cierta antimateria que se busca comprobar con mucha insistencia, tanto, que se construyó una mega máquina para ello, por debajo de un pueblo entero, en la frontera de Suiza y Francia.

Así, la verdadera ciencia, el verdadero científico inquieto, no puede parar en algo porque «no existe», debe dejar la puerta abierta porque es sólo algo que «no se ha comprobado».

Por eso creo en fantasmas y esas cosas. Porque creo en Lavoisier y Dalton que dijeron: «La materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma». Si un cuerpo (humano o animal) muere ¿Qué pasa con toda su energía, la que recorre su cuerpo todos los días? ¿A donde va? La ciencia dice que no puede simplemente «desaparecer», ¿no? ¿Anda flotando en el aire? ¿Nuestra atmósfera está sobrecargada de energía después de miles de billones de muertos? ¿Cae sobre algo o alguien?

Por otro lado, nosotros nos apegamos comúnmente a algo que le llamamos «intuición». Creemos que «adivinamos» ciertas cosas, ciertas intenciones, razones o culpas. Creemos que podemos «sentir» cuando alguien nos miente, cuando alguien planea algo malo o cuando carga la culpa de haber hecho algo indebido. Le decimos «vibra», «intuición». No es algo necesariamente mágico. La cosa es que somos -en mayor o menor medida- sensibles a los cambios químicos que nuestro cuerpo tiene ante cada actitud o idea, partiendo del cerebro. Así es como funcionan los polígrafos, o detectores de mentiras, midiendo ciertas reacciones químicas y cerebrales.

Bueno, ahora tomemos en cuenta que el hombre es el animal más insensible del planeta. Como ha desarrollado tanto su cerebro para fabricar herramientas que lo ayuden, no necesita evolucionar ni mejorar su organismo. Nuestros ojos no se están haciendo más fuertes, porque nos estamos acostumbrando a los lentes. Nuestro oído no se hace más agudo, porque tenemos aparatos auditivos. Lo mismo la piel, el estómago, el olfato. Todo es de muy mediano alcance, porque nuestro cerebro y sus ideas se encargan de solventarlo. Pues resulta que los animales no.

Como no tienen de otra, los animales van mejorando ciertos sectores de su organismo para ayudarse a sobrevivir.

Los perros tienen un olfato increíble, un oído muy poderoso y una memoria fantástica en tanto reconocer estos hechos. Por eso saben antes de los temblores, pues sienten la vibración de la tierra cuando es diferente, pero tan ligera que aún nuestros sismógrafos no la han sentido.

Tambien gatos, aves, roedores, serpientes, peces… vaya… todos los animales tienen distintas mejorías.

Si juntamos ambas cosas, tan científicas como mi planteamiento lo permita, podemos suponer mejores respuestas para los enigmas fantasmagóricos animales.

Yo creo -y ahora sí es sólo mi creencia- que mis 5 hijos peludos saben identificar lo que está más allá de la comprensión humana. Vaya, creo que pueden ver fantasmas. A lo mejor no siempre son corpóreos, no siempre son personas flotando las que ven. Creo que a veces sienten la energía de alguien más, una ráfaga de calor o frío que no corresponde al clima, una fuerza que ronda sin control o con algún tipo de intención.

Tengo mis elementos para creer eso.

Mi hijo Choco solía sentarse frente a la foto de mi Papá, al que no conoció. Fue el primero de mis hijos y el que me ayudó a salir de la tristeza que fue la muerte de mi padre… y parecía buscarlo con mucho afán. Muchas noches desperté a su lado, mientras él estaba sentado, con las orejas relajadas y la cola en movimiento, viendo a la ventana abierta. Cuando me oía mover, sólo volteaba, con una expresión que parecía decirme «todo está bien, yo vigilo».

Cuando llegó la segunda, Becky, ambos se turnaban. A veces uno se iba a la sala, para acostarse en el sillón viendo a la nada, mientras el otro me acompañaba. La tercera, Kika, juega «sola» en las tardes. Se pone a girar como loca y parece corretear un ratón invisible. Lady suele acostarse en mi estómago o en mi cabeza cuando me duele, pero siempre viendo hacia la puerta, como si supiera que debe vigilar porque no estoy en condiciones de defenderme yo. El más reciente, Chin, aún no conoce a los fantasmas de mi casa, por eso sólo los vigila, especialmente cuando están el rincón de la sala, junto a su cama… en donde, claro, mis ojos no ven nada.

Yo he tenido, como todos, días negros, blancos y multicolores. Ellos saben perfectamente cómo reaccionar. No son especialmente traviesos cuando estoy enojado o harto. Son más juguetones cuando mejor vengo y comprensivos cuando estoy alicaído. Es algo similar y conectado con la visión fantasma. Quizá no formulen lenguajes o usen herramientas, pero siempre parecen estar un pasó más allá de lo que nosotros consideramos «lógico».

En ciertas noches, cuando hablo a solas con Papá, Choco sigue sentándose a mi lado, viendo al frente. Se acuesta después de un rato, volteando a mí cada cierto tiempo, revisando que todo vaya bien.

A esto le añado mis creencias multiculturales:

Creo que Dios no permitiría que estos seres tan maravillosos desaparezcan, y mucho menos que me abandonen. Por eso creo que Skipy, el primer perro de mi infancia, aún ronda mi cuarto de repente. Creo que junto con estos 5 (y quién sabe cuantos más en un futuro) de los que un día tendré que despedirme, me esperará en ese túnel con la luz al fondo, del que saldremos todos juntos para después cruzar el inframundo, quizá el purgatorio, cruzaremos el río Estigia a puro nado (no creo en el payaso de Caronte) y caminarán a mi lado en el Mictlán. No se separarán de mí ni cuando llegue a las puertas de mi última morada (juro que me esfuerzo porque sea el Cielo) y Dios los convertirá en Ángeles que se quedarán conmigo eternamente… (Bueno, está bien, se los prestaré un rato a mi madre, mi hermana y mi papá, el que seguramente para entonces, ya tendrá «vara alta» allá)

Creo en fantasmas porque soy científico. No soy tan soberbio para creer que esto es todo lo que hay. Y creo que mis mascotas saben más de eso, nomás que aún no me quieren contar.

P.D. A todos aquellos que disfrutan la literatura de terror, y aman a los perros, les recomiendo «El traje del Muerto» (The Heart-shaped Box) de Joe Hill. Aunque hay que asustarse un poco y llorar tantito, dormirán más tranquilos que nunca teniendo un perro a su lado. Y si quieren algo más leve, el cómic de El Hijo del Santo, presenta un adorable Xolo con tipo de Chihuahua, Xico, el que no es otra cosa más que encantador. Este último seguro lo encuentran en la tienda Santología, de la Condesa (y no me pagaron por el comercial, jeje).

Nos leemos pronto y abracen con cariño en su corazón a todos sus muertos, hoy y siempre.

Justificada discriminación científica.


Experimentación en Animales I.

En más de una ocasión hemos hablado del problema que regularmente tenemos como sociedad hacia los animales: valoramos sus vidas de maneras distintas, con raseros diferentes dependiendo de la especie que nos guste.

Esto obedece a un mismo vicio que, creemos, solamente aplicamos entre humanos: la discriminación.

Discriminar, por su significado puro no es negativo, pues significa sólo «Seleccionar excluyendo», lo que hacemos todos los días al escoger algo. Sin embargo, como fieles seres humanos, el sentido que más hemos usado, es el negativo, que se complementaría como «Seleccionar excluyendo, dando un trato de inferior valor a lo que se excluyó».

Discriminamos pues, por ignorancia, por miedo y por estupidez.

Pero no por hablar de «ignorancia», me refiero a que sea un vicio de la gente «sin cultura» como generalmente se llama (discriminando) a la gente de menores recursos y con menor educación. De hecho, mucha de la gente que ha recibido mayor educación académica y posee conocimientos científicos más amplios discrimina de manera más frecuente y con consecuencias más letales.

En lo que nos concierne a este blog, los animales, dicha valorización, y por tanto discriminación, de la vida ha sido hecha en gran medida por la llamada «comunidad científica«.

En el afán por conocer más de su mundo, descubrir nuevas cosas para el bien de su especie y para la mejora de su «calidad» de vida, el ser humano científico desarrolló un método denominado «experimentación». Sí, sé que no estoy hablando de algo del otro mundo como para explicarlo con tanta puntualidad, pero el sarcasmo en mi explicación tendrá un sentido.

En esta «experimentación» el hombre busca sustitutos de los elementos que rodean un hecho. Por ejemplo: el hombre observó que un rayo caía e incendiaba un árbol, para entenderlo (y controlarlo) trató de repetir las condiciones que sucedieron. Ideó la forma de «simular» un rayo y puso un árbol en ese camino. Lo incendió. Comprendió el fuego y «lo controló» (o eso cree, porque aún en la era moderna los incendios naturales cuestan muchas vidas).

Cuando dicha experimentación invadió el campo de la vida, comenzó la valorización científicamente justificada. Para entender el funcionamiento de los organismos que le afectaban, el hombre encontró similitudes entre si mismo y otras especies, por lo que le pareció naturalmente más seguro «experimentar» poniendo en su lugar a otros animales, para entender los efectos sin sufrir las posibles consecuencias.

Yo sé que parece muy reaccionario atacar la experimentación con animales sin valorar los avances médicos que se han logrado con ello. Cierto, probablemente lo es; seguramente nuestros conocimientos médicos habrían sido más lentos para hoy sin ello, o habrían costado la mórbida muerte de los humanos en experimentación, pero es donde el valor de la vida hace que todo cobre sentido.

Para experimentar sobre una medicina, usando sólo humanos como sujetos de prueba, quizá una nación tendría que poner en riesgo a 1000 individuos en un periodo de 5 años, (¡con la posibilidad de fallar 999 veces!) pero obviamente la vida de uno solo de sus ciudadanos es demasiado valiosa para arriesgarla. Sin embargo, en una guerra de baja escala, se ponen en riesgo (que generalmente se concreta) la vida de 10 veces ese número. Claro, ahí no es lo mismo, pues se juega la vida de personas MENOS valiosas. La vida de un extranjero es siempre menos valiosa que la vida de un nacional.

No digo que esté mal valorar a tus ciudadanos, digo que es muy claro que la vida vale dependiendo de quien juzgue ese valor.

Pues ahora hablemos de una guerra más sencilla: la guerra humano – animal. En esa guerra no hay discusión. La vida de un ser humano vale más que la de un animal. ¿Por qué? «Porque lo digo yo y te callas» diría el humano con firmeza.

¿O… saben de otra razón? ¿Hay alguna razón genética o natural que nos diga que la vida humana es más valiosa? No somos una especie en extinción… no le proveemos a la naturaleza de algo que le faltaría con nuestra ausencia… no hemos hecho cosas que hagan a este planeta más productivo…

Entonces ¿por qué vale más la vida humana? «Porque lo digo yo y te callas», repite con firmeza el humano.

Vaya pues que llegamos al punto de reconocer que en esta guerra somos juez y parte, pero como además tenemos esta divina ventaja de la «razón», podemos idear formas de capturar animales y ponerlos a nuestro servicio sin que puedan hacer mucho al respecto.

Y… regresamos a la experimentación, en donde el ser humano científico justifica que la vida de uno de sus congéneres vale mucho más que la vida de millones de animales cada año. Claro está, siempre y cuando sea un humano de su misma raza y nacionalidad, porque de lo contrario tendría derecho a matarlo en una guerra.

Ganamos la guerra animal y desde entonces podemos usarlos para lo que nos plazca, incluso para experimentar sobre ellos cosas que queremos averiguar sobre nosotros mismos. Desde luego ningún animal es exactamente igual a nosotros, por lo que los resultados tardan hasta 1000 veces más en llegar, de simulación incompleta en simulación incompleta.

¿Digo que deberíamos experimentar con nosotros mismos? Sí, siempre que se pueda. Los resultados serían más rápidos y fidedignos. De todas formas, existen muchas menos investigaciones médicas que utilizan animales de las que imaginamos (cuando actualmente se habla de las grandes pandemias, de las enfermedades devastadoras y aquellas que hasta el momento son incurables, los científicos tienen una idea generalizada: son tan complicadas que experimentando en animales se llegará a muy pocos avances). Hablamos de experimentos para desarrollar antiácidos que alivien un dolor en quince minutos, en lugar de media hora, antigripales más veloces… y peor aún, «medicinas» que hemos hecho pasar como necesarias, pero que son meramente cosméticas.

La sentencia debería ser muy sencilla: Si el experimento es demasiado riesgoso, entonces hagamos simulaciones virtuales, cálculos más exactos, estudios más detallados… o sencillamente ¡no probemos ese algo que es tan riesgoso para nosotros!

Sobre todo, porque estoy hablando ahora, en este momento.

En una era en la que podemos «interpretar» el color de una supernova que nuestros ojos reales jamás verán, esinjustificable que no seamos capaces de simular la reacción de un cuerpo humano a un maquillaje o una aspirina.

  • ¿Por qué las carreras de Veterinaria en América Latina permiten que se practique a «operar» con un perro real si después ese perro no puede salir a la calle?
  • ¿Tan malos practicantes hicieron la operación?
  • Entonces… ¿no podríamos esperarnos un poco más para hacer la práctica?
  • ¿Por qué las carreras de Medicina (humana) no practican con mujeres reales que después deban «sacrificar»?

Porque los humanos «valemos más».

La mayoría de los cosméticos y medicamentos «mejorados» son probados en roedores, cerdos, conejos, perros o simios. ¿Es vital para nosotros saber si el nuevo Large Lash Mascara funciona sin irritar el párpado? ¿No sabemos los químicos que contiene como para calcular matemáticamente su efecto?

Si en verdad no somos capaces de calcularlo, quizá deberíamos de prescindir de ese algo que no podemos desarrollar sin asesinar en el camino a otro ser que según nosotros, Y SÓLO NOSOTROS, vale menos.

¿Sabías que en los primeros 20 años de los viajes espaciales se experimentó solamente con monos, perros y ratas? Obviamente, fueron 20 años de experimentos infructuosos, pues cada animal que fue sacado de órbita murió en una u otra circunstancia. Sólo hasta 1966 (20 años exactos después del primer intento) dos perros rusos sobrevivieron a nuestros experimentos astronómicos.

Esa es nuestra era moderna. Ya no cometemos la «tontería» de explorar el mundo y sus consecuencias con la aventura de nuestra inquisitiva y preguntona persona. Ya no tenemos que arriesgarnos a caer al mar en el límite del mundo cuando crucemos la tierra plana, ahora podemos mandar animales, seres que VALEN MENOS que nosotros, cuya vida es sólo un número, y cuyo fallo o éxito nos van a dar más facilidad para avanzar sin arriesgar el pellejo.

¿Que valientes, modernos y valiosos no?

Pequeños golpes de Cultura Animal


¿Qué sientes cuando escuchas que mientras un perro fue rescatado de la calle, 5 más fueron abandonados? ¿O cuando te enteras que un gato callejero fue adoptado mientras acaban de nacer otros 5 en algún callejón perdido de la ciudad?

¿Te da impotencia? ¿Sientes que es una lucha perdida? ¿Te dan ganas de rendirte de repente y aceptar que no hay solución? No sería algo raro, ni te hace mala persona. Esa sensación nos da a todos los protectores y defensores alguna vez, cuando nos damos cuenta que la lucha a mano, es más lenta y, a veces, menos efectiva que la lucha intelectual.

La lucha intelectual o cultural es la que se hace expandiendo la cultura de respeto animal. Es una lucha que todos podemos hacer, en cualquier momento, todos los días, sin necesidad de un esfuerzo físico, sin el riesgo del rescate y sin ensuciarse un zapato.

La verdad sea dicha, no necesitamos a todos los protectores animales allá afuera, colgados de un barco ballenero en las costas de Japón, ni atados a un árbol del Amazonas.

De hecho, pareciera que gran parte del problema es que no atendemos cierto frente. Ese, el más descuidado, es el de la educación.

Es el más descuidado en proporción de uso, pues de ser más defendido, sería más efectivo que cualquier gran marcha, que cualquier manifestación o cualquier barco Antiballenero de Greenpeace. Sería más efectivo porque prevendría los problemas animales y ecológicos, antes de tener que defenderlos.

Es así: no importa cuanto nos esforcemos, rescatando de uno en uno no podremos ganar jamás. No podemos detener nuestra labor física, cierto, pero sobre todo no podemos olvidar nunca nuestra obligación cultural.

Niños, jóvenes y adultos, todos podemos expandir esta cultura, para que cada vez haya menos rescates qué hacer, al tiempo que haya más gente conciente.

Hablemos de la cultura animal, el respeto por las especies y una nueva concepción de la vida. Un nuevo concepto de RESPETO.

Eso sí, aquí no hay hechizos, encantamientos ni frases mágicas. Todo necesita una base sencilla pero ardua: predicar con el ejemplo.

Empecemos por los niños.

Ellos son los que más rápido absorben lo bueno, pero también lo malo. Cuida tu actitud y tus palabras. Evita que aprendan frases como “es sólo un perro”. El valor que le des a las cosas, será el que le asignen ellos.

Sé Parejo.

Que tu estándar de la vida sea el mismo para todas las especies. Aunque no seas fanático de un animal, no dejes que parezca que no vale como los demás. Es muy fácil hablar de “los bonitos perros”, “los simpáticos gatos”, “los maravillosos tigres” o “las majestuosas águilas”… pero cuando se trata de serpientes, arañas, chacales o buitres, mucha gente, usa adjetivos como “sucio”, “horrible” o peor aún, hay quien llega a decir que si pudiera, desaparecería a tod@s. Es importante saber y promover la importancia de todas las especies del planeta, por su lugar en el equilibrio natural.

¿Sabías que Einstein calculaba que si las abejas desaparecieran, la humanidad tendría menos de 5 años de vida? Apuesto que si te picó alguna vez una, no eres fan de ellas…

No dejes que los niños jueguen a los “cazadores”. Cada vez más son los programas de televisión que exhiben la única cacería válida, la que se hace con una cámara.

Además, ya existe el supermercado, aprender el “arte” de la cacería ya no es una necesidad y sólo se convierte en un hobby costoso, irrespetuoso y cruel.

Así mismo no los expongas a espectáculos polémicos que les confundan la concepción de la vida. Si de adultos deciden asistir a una plaza de toros, será decisión de ellos, pero un niño no tiene por que ser obligado a ver a un toro sangrar.

Di no a las pieles.

No existe método alguno para despojar a un animal de su piel sin que haya una absurda e infame tortura de por medio.

Si alguien te presume la maravilla de su abrigo de piel, dile que en tu “tribu” ya desarrollaron una cosa que se llama “material sintético” y que ya ni siquiera los nativos americanos despellejan bisontes.

No consumas animales “exóticos”.

No existen proteínas desconocidas, afrodisíacos o poder especial alguno en la carne de ningún animal. Después de la res, el pollo y el pescado, nuestro cuerpo no requiere ninguna otra sustancia que no se pueda encontrar en los vegetales.

En serio, los sabores más geniales, se logran con buen sazón y condimento. Ninguna sopa o platillo que contenga huevo de tortuga, conejo teporingo, zorro, venado o elefante, vale la pena su peligro de extinción.

Por cierto, hay un material en nuestro planeta que debería ser aborrecido: el marfil. Cualquier adorno que te presuman de este material trae consigo la vida de medio elefante. Si alguien tiene dos adornos, seguramente es responsable de un elefante completo menos.

Algunos animales tienen cierta cercanía con los seres humanos, pero ninguno es igual. Entonces ¿para qué experimentar con animales el funcionamiento de un medicamento o cosmético? Aléjate de ellos.

Existen muchas marcas que fabrican DE TODO sin probarlo en animales y no por eso son más caras o menos fáciles de encontrar. Hay muchas investigaciones serias en internet, busca información y elige marcas ecológicamente responsables.

Si al ir al supermercado estás escogiendo una marca amigable con los animales, siéntete orgulloso de ello y platícalo en voz alta con quien te acompaña. Te asombrarás de ver una reacción positiva de alguien más o incluso que te pregunten sobre ello.

No tienes que ser un agresivo reaccionario para compartir tu cultura con tu familia y amigos. La serenidad es más fuerte que un grito. Diles que respetas su posición, pero que no entiendes como alguien tan inteligente no se da cuenta el mal que hace.

Especialmente en la ciudad, es absurdo que te hablen de “instintos cazadores”. El ser humano se ha esforzado por aprender a imitarlo todo, ¿por qué justificar ahora que estamos “en contacto con nuestro cavernícola interno”?

Analiza las cosas que aprendiste de niño y las que puedes mejorar. Ya estamos grandecitos para escudarnos en “tradiciones” o “costumbres”. Demostremos que la educación y la inteligencia sirven para luchar contra las viejas mañas.

Y cada consejo que puedas añadir a esta lista, no dudes en compartirlo con nosotros. Recuerda que la fuerza y la cultura la hacemos todos, y nosotros especialmente queremos escuchar a los y cibernautas de Red Animalia.

El Perro «Hiperactivo». Cuando la energía desespera.


El día de hoy vamos a platicar de un aspecto canino que para muchas personas resulta difícil de entender yde controlar, tanto, que en muchos casos puede ser razón suficiente para abandonar o regalar a la mascota.

Curiosamente, la hiperactividad es un aspecto que en términos de salud, es una muy buena seña. No sólo es normal, en cierta etapa de su vida es importante que la mascota sea así.

¿Contradictorio?

Primero habrá que decirlo con justicia: el término Hiperactividad se usa en estos tiempos con mucha simpleza, aplicado en la mayoría de los casos a humanos y animales que sencillamente tienen mucha energía y pocas vías de canalización.

Es decir: a veces para justificar, por ejemplo, la deficiencia en la educación, maestros y padres de familia acuden a “diagnosticar” Hiperactividad en un niño, lo que los exenta de la responsabilidad, pasándola a la genética y a la necesidad de un psiquiatra. Bueno, pues esto no está muy alejado de lo que sucede con los perros:

¿Mi perro joven muerde un zapato cada que no estoy? es hiperactivo. ¿En cuanto le suelto la correa sale volando a oler a otros perros y correr sin control? es hiperactivo.

 

Y no, la mayoría de las veces no se trata de un perro hiperactivo… y si así fuera, no es tan trágico.

Esto tiene dos partes involucradas: La naturaleza canina y la comprensión humana.

Primero, lo perro del asunto:

  • Un perro, de cualquier raza, especialmente entre los 6 meses y los 2 años, tiene mucha energía y mucha curiosidad, es natural, pues, que responda a la mayoría de los impulsos, pero especialmente a los nuevos.
  • Los ruidos extraños, los que nunca había experimentado, le pueden causar extrañeza, curiosidad, emoción o miedo.
  • Los olores desconocidos, especialmente los de otros perros que sean nuevos en la zona, lo harán entrar en acción.
  • Las caras nuevas pueden agradarle demasiado o provocarle mucha desconfianza dependiendo de cómo lo hayamos socializado hasta el momento (y de eso que conocemos como “vibra”, dicen).
  • No sólo las novedades son razón para detonar su energía. Si bien existen comportamientos más o menos generalizados, cada perro es único y tiene una “perronalidad” definida, que puede ser muy distinta a la de otro de su misma edad y raza. Conócelo.
  • Un perro, como cualquiera de nosotros, se ve afectado por los elementos del ambiente, como la casa en la que vive y la forma en la que lo tratan, así como por el sentido de pertenencia.
  • El perro quiere PERTENECER a nuestra manada, para lo que tratará de encontrar y copiar conductas que vea en los líderes, a fin de complacerlos.
  • Si tiene dueños desconfiados y huraños, es muy probable que lo copie, desconfiando de cuanto perro o humano se le aproxime.
  • Si por el contrario, ve a sus líderes como dos seres muy sociales, que saludan a mucha gente diferente en la calle y que acarician a otros perros, es posible que se vuelva el perro amiguero.
  • Si a cualquiera de estos ejemplos le añadimos su natural energía exacerbada en la adolescencia, podemos tener a un perro muy miedoso, ladrador, histérico y hasta agresivo, o a uno encimoso, querendón pero brusco, juguetón hasta el extremo y difícil de parar.

Y nos concentramos en este especial periodo de edad, porque si bien es la edad perfecta para educarlos, también es el momento exacto en que podemos malcriarlos.

En esta etapa (6 meses a los dos años) pocos perros saben lo que “quieren ser en la vida”, o sea, no les importa mucho ser el jefe de la manada o el subordinado, ellos solamentes están explorando los puestos.

Por eso una educación adecuada en este momento les cae tan bien, pues están listos para entender su rol en el grupo.

Sin embargo en su otro extremo, el negativo, debemos decir que los miles de años de domesticación han borrado instintos, y si el jefe de la manada no pone reglas, en esta edad pueden aprender muy bien que son libres. Se pueden comportar como jefes cuando quieran, pero pueden ser dependientes y exigentes de comida y sustento, así como demandantes de atención.

Si llegan a entender que la energía desbordada les traerá frutos (juegos, atención, caricias o comida) es probable que se comporten como el “perro hiperactivo” tan temido durante mucho más que ese tiempo, esforzándose por serlo incluso cuando en la adultez ya no tengan la misma fuerza por naturaleza.

Y es aquí donde importa lo humanamente posible:

Muchos dueños disfrutan a un perro con energía y fuerza cuando están de buenas, pero si fue un día pesado, llegar a casa a encontrar a una mascota incansable les parece casi un castigo de la naturaleza, lo que es sencillamente injusto.

En nuestra ciudad es normal encontrar mascotas que viven en departamentos o en casas sin patio, y más aún, mascotas cuyos dueños están ausentes gran parte del día por el trabajo o el estudio. Esto hace que los perros adolescentes y jóvenes acumulen energia durante el día solos, ansiedad, un poco de estrés y muchas ganas reprimiditas de jugar.

Esto hace que cuando llega su amo, en lugar de estar listos para acabar el día descansando, empiece a descargar la energía, corriendo, brincando, buscando juguetes, y peor aún, puede provocar que al llegar los dueños encuentren muebles dañados, zapatos mordidos, adornos rotos. No son lo que humanamente conocemos como “travesuras”, sino la curiosidad y la necesidad de entretenerse, combinadas.

¿Qué hacemos?

La mayoría de las veces viene un regaño “humanizado”, es decir, le hablamos sobre el problema, le preguntamos el típico “¿Quién hizo esto?” o más absurdo aún, preguntamos por qué. Ya hemos hablado que el perro se asusta por nuestro tono de voz, no por recordar la travesura, pero es importante remarcarlo: el zapato mordido, a menos que sea captado en el acto, es una baja de guerra, y de nada sirve restregárselo en en la cara cuando hace horas lo destrozó.

¿Lo dejamos amarrado? ¿Lo encerramos en un cuarto, en la azotea, en el baño?

No, no… y enfáticamente NO. Aislar a un perro con energía sólo le hará acumular más ansiedad, con el riesgo de que en su intento por liberarse se haga daño en los dientes o patas, además de dañar más otros muebles o puertas. Un perro debe entender cuál es su espacio permitido, pero no porque no pueda accesar a los otros, sino porque ahí están sus cosas, ahí se le acaricia y se le pone atención, ese lugar LE PERTENCE.

¿Necesita entrenamiento?

Por supuesto siempre es bueno un entrenamiento profesional, pero no es la única salida.

Aún hay muchas cosas que se pueden hacer, empezando por: Jugar con él. Así de sencillo. Muchas personas tienen la falsa creencia de que jugar los hará más inquietos al “consecuentar” dicha energía, cuando es exactamente lo contrario: Jugar en un momento específico del día, les ayuda a descargar la energía y a entender que existe un tiempo específico para ello.

Lo ideal es que jugaras una hora o dos diarias, pero si no, al menos unos minutos, dos o tres veces al día les hará mucho bien.

Ahora bien: CUIDADO, trata de no responder en el momento que él lo demanda. Debes ser tú quien ponga el horario y permita que empiece. Por ejemplo, cuando llegues a casa no lo peles tanto, no le sigas la fiesta en el momento en que lo ves. Relájate, ignóralo un poco, cámbiate de ropa, refréscate… y entonces sí, muéstrale que es tiempo de jugar.

Cuando los apapachamos mucho justo al momento de regresar, les estamos diciendo que se preparen para nuestra llegada, pues vendrán los abrazos y el juego… ¿Qué sucede? Pues que mientras no estás, tu amigo se queda a la expectativa, tenso, ansioso, esperando verte cruzar la puerta para explotar.

Debe sentirse querido y tranquilo de verte, pero debe entender que demandar tu atención con brincos, carreras y ladridos no le hará conseguir nada. Debe notar que hasta el momento en que se relaja, tú respondes. Si se pone más que ansioso, peligrosamente activo, quédate quieto, párate en algún lugar cerca de él, con brazos cruzados y postura firme, ni siquiera lo veas a los ojos. No le harás el mínimo caso hasta que se levante.

Recuerda: Como en todos los ámbitos, esto es cosa de creérsela. No sólo finjas una orden, actúala, siéntela para que la sienta él. Tu actitud firme de líder debe estar en todo momento, voz, actitud, postura, firmeza de movimientos. No puedes pedirle que te respete el rol de líder si tú no respetas y sientes esa posición primero.

¿Hay peores o mejores perros en al campo de la energía y la hiperactividad?

Por supuesto hay razas de perros más activas que otras, y generalmente aplica al tamaño: mientras más grande sea, más juego requiere.

Entre los grandes, desde luego el premio se lo llevan todos los Retriever: Labradores, Golden, Chocolates. Su naturaleza les hace perros fuertes, con mucha energía y con ganas de tener un trabajo. Vaya, su nombre lo dice: son Cobradores, lo suyo, lo suyo, es correr a traerte cosas.

Sin embargo, el tamaño no es una regla. Los terrier pequeños, por ejemplo, tienen mucha energía, lo mismo la mayoría de los Chihuahua, el Jack Russell, el Pincher o el Cocker.

Y aunque la fama se cargue de un lado u otro, no debes olvidar que el juego y la atención es necesaria para TODOS los perros. No son un mueble, un juguete o un accesorio. Tienen pensamientos, curiosidad y dudas. Tenlo presente para no dejar cosas fuera de lugar, cables al alcance de su hocico, ni cosas de valor en donde las pueda encontrar. No asumas que un “simple papel” no le atraerá para jugar (así terminan rotos recibos, actas y hasta billetes), no confíes en que “nunca lo ha hecho”, porque eso no significa que nunca lo hará.

Cualquiera que sea la raza de tu perro, dale espacio y atención, dale tiempo de CALIDAD. Juega con él, ponle horarios y días especiales. Si puedes, dedícale alguna mañana completa el fin de semana, verás que pronto identificará el día exacto y casi casi estará en tu carro tocando el claxon la próxima semana.

Ante todo sé responsable de él y de su vida. Mucha energía es seña de buena salud, por lo que no puede ser una característica mala. No se vale regalarlo porque está más “vivo” de lo que creías que estaría.

Y si estás pensando en adquirir apenas a un perro, toma en cuenta todo esto, para que no te hagas el sorprendido después. Si no tienes un rato del día completamente libre para él, ni un espacio que le puedas regalar enteramente, no estás listo para tener un perro.

Acércate siempre a médicos y a especialistas. Investiga, compra buenos libros sobre perros, te ayudará mucho tener el respaldo de conocedores, y por supuesto, cuenta con nosotros si en algo te podemos ayudar.

Consejos mínimos para no perder a una mascota.


Cada persona que ha perdido alguna vez a una mascota en la calle te lo puede decir: Daría lo que fuera por regresar el tiempo y evitarlo.

Para quienes realmente consideran a su mascota como parte de la familia, perderla en la calle, regresar y ver que se ha salido, verla correr y nunca regresar, son golpes muy difíciles de superar. Desde luego, el mayor dolor es la nostalgia, el no volverlo a ver, pero también ocurre un miedo brutal por saber que un perro o gato de casa se enfrentará con un mundo muy difícil y doloroso afuera, así como la culpa recalcitrante por aquellas cosas que pudimos haber hecho mejor para prevenir el extravío.

Aunque hay casos varios de personas que lucharon, buscaron, aguantaron y encontraron de nuevo a su mascota, el índice de mascotas perdidas definitivamente es muy alto. Por eso queremos compartirte algunos muy valiosos consejos para evitar que esto te pase, y si no te sirven de momento (porque tus mascotas tienen un gran jardín o porque tú ya los aplicas todos) pásale el dato a quien sea que conozcas con mascota, así estarás ayudando a dos: la familia humana no tendrá que sufrir el dolor de perderlo y la mascota no sufrirá el dolor de perder a su familia, dolor que es tan o más grande que el humano (creénos, hemos visto mascotas encontradas en la calle que aunque han sido sanadas físicamente, nunca recuperaron el ánimo y murieron de tristeza, esperando ver a su familia humana una vez más).

1.-Fuera la Soberbia

Empecemos por lo más obvio. Hay dos tipos de soberbia (humana, exclusivamente) peligrosa para las mascotas. La primera es sobre el ser dueño: «Soy muy listo para que me pase a mí». Por supuesto el perder a tu mascota no te hace tonto, pero sí es responsabilidad tuya, y en el 98% de los casos, fue un descuido que pudiste evitar. Ser más cuidadoso de lo normal no te hace un exagerado, depende de como veas a tu mascota. Si fuera tu hijo humano, no repararías en cuidados y precauciones, entonces ¿por qué no exagerar con tu perro o gato? El segundo tipo es sobre la mascota: «Tengo el mejor perro del mundo y jamás se perdería». Ahí sí es normal que nos sintamos como con los hijos humanos, TODOS creemos tener el mejor perro/gato del mundo. Un perro no se aleja demasiado porque lo desea, sino porque no se da cuenta a tiempo cuando el camino ya no es conocido. En el caso de los gatos, mucha gente supone que puede dejarlo salir cuando quiera y solito regresará. Su sentido de orientación es muy bueno, pero si algo lo asusta, un perro lo persigue o huye cuando comience a llover, puede llegar a un punto en el que ya no identifique su ubicación. No le otorgues cualidades mágicas a tus mascotas.

2.- La Placa

Te sorprenderías saber cuantos animales de compañía no tiene siquiera una placa con sus datos o estos no están actualizados. Una placa puede costar desde 50 pesos y representa la única forma de lenguaje de tu perro. Mucha gente está dispuesta a devolver a un perro o gato con sus dueños de manera desinteresada… y si no, al menos lo harán por una recompensa, la que seguramente no te molestaría dar si te lo regresaran. El caso es que cualquiera de las dos formas, es imposible sin una placa. No le pongas calle, colonia, número interior y código postal. Ponle muy claro el nombre del perro y un número de teléfono local, si quieres la colonia en todo caso y ya. Eso sí, siendo muy francos, mientras menos brillantitos tenga, mientras menos joyería parezca, menos será lo que te pidan de recompensa en el caso de que lo encuentre alguien medio interesadón. «Depende el sapo, la pedrada», dicen por ahí.

3.- El doble collar

A mucha gente, el collar de castigo le parece una tortura, cosa que es un poco exagerada porque el umbral de dolor canino es tan elevado que incluso a algunos muy activos les cuesta trabajo entender la corrección con él. Sin embargo, están en todo su derecho de no usarlo con sus perros. El caso es que si no usas uno de estos collares de acero, deberías darle a tu perro un doble collar. Una de las causas más frecuentes de perros perdidos es «Se rompió su collar… en donde traía su placa». Es decir, si el mismo collar de donde cuelga su placa de identificación es de donde lo jalas, en un arranque de emoción, podría romperse, con lo que tu mascota saldría corriendo sin datos para que lo encuentres. Un collar suave de tela no le es molesto a un perro, después de un día se acostumbrará a dormir con él y traerlo siempre. Así, sólo cuando salgas a pasear le pones el otro (o una pechera, cómoda, aunque más tardada de poner y quitar) y en caso de que se rompa, siempre traerá su placa colgando. (En el caso de la pechera lo más común es que se rompa el broche hacia la correa o la correa misma.)

4.- Que conozca la zona

Entiendo que para muchas personas en esta ciudad, el paseo no puede ser lo más largo y calmado del mundo, por sus ocupaciones, pero todos deberían intentarlo. En los alrededores de mi casa he visto vecinos que sacan a sus perros al jardín de enfrente y en cuanto hacen sus necesidades se meten a casa de vuelta. Si un día uno de esos perros llega a salir, le bastará llegar a la esquina para haberse perdido. Si tu vuelta de paseo es siempre lo más lejos que puedas de casa, le estarás dando tiempo a tu mascota de conocer la zona. Si pasea a tu lado cuatro, cinco, diez cuadras a laredonda, estará grabando olores, colores, personas, texturas y vueltas. En caso de que un día se aleje sin tí, tendrá más tiempo para darse cuenta y, al reaccionar, aún reconocerá la zona, por lo que tratará de regresar a tu casa y probablemente tenga éxito.

5.- La socialización

Hay cientos de motivos por los que un perro debe de socializar, y aquí hay uno más. El perro que es jalado o cargado por sus dueños en cuanto ve a otro perro, entiende que la cercanía de cualquiera es señal de alarma (por como te pones tú) y siempre será agresivo o huraño. Esto hará que el día que se encuentre solo en la calle, corra de un lado a otro en cuanto vea otro animal. Entre carrera y carrera, ya sea correteando o huyendo, se alejará de casa en un dos por tres, además de bajar de la acera descuidadamente y será difícil de agarrar por alguien, en caso de que quieran ver los datos de su placa. Un perro que socializa está equilibrado, es más feliz… y está más seguro.

6.- El amigo de todos

Si te es posible, llévalo contigo a la tienda de la esquina, a las afueras de la panadería, a la tintorería, a la cancha de juegos. El punto es que lo conozca Don Pepe el de la tienda, Doña Lucha la de las quesadillas, los chavos que siempre están jugando basquet… que sepan su nombre, que realmente lo conozcan y que vean que nunca está sólo, así como lo mucho que lo quieres. De esta forma tendrás aliados en caso de que desaparezca y habrá más de uno con la chance de detenerlo en el camino, antes de que se aleje más. Incluso, si alguien en una tienda es especialmente amable con los perros, puedes llevarlo y comprarle dos pesos de croquetas cada que vayas, que las coma ahí. Esto hará que si sale solo de tu casa, quizá vaya directo a ese lugar.

7.- El Microchip

A mucha gente le parece algo muy moderno, pero tiene casi 20 años de existencia comercial. El implante de Microchip es muy usado en perros de raza pura vendidos por criadores, pero se puede pedir para cualquier perro. Es diminuto e indoloro, pero contiene mucha información valiosa medicamente, así como los datos del dueño. No es un chip de localización satelital, pero si se extravía una de tus mascotas, un veterinario lo puede leer a la primera visita que lo lleve quien lo encuentre. Un invaluable método de cuidado que cualquier veterinario te puede decir en donde adquirir.

8.- Entérate de la tecnología

Actualmente existen collares con chips como los de un celular, a cuyo número les mandas un mensaje de texto y el collar te rebota una coordenada. Esta la introduces en una página de internet y tienes su ubicación. ¿Carísimos? Para nada, tienen costos que estoy seguro pagarías cualquier día por verlo regresar en caso de que se extraviara. Un buen ejemplo en México de esta tecnología es la empresa GPetS, localizables en www.dondeestamimascota.com o al 12515951.

Y de ahí pa´lante… hay collares, como los de la marca INNOTEK, con sensores que se colocan en la puerta y le dan un toquesito de electroestática (como el que sientes cuando un globo se carga de electricidad con tu cabeza) cuando se acerca a donde ya no debe. Sensores de movimiento que emiten un sonido inaudible para nosotros pero molesto para ellos, en fin… hay más cosas de las que imaginas, sólo no tienen la publicidad necesaria. No dejes de investigar.

Por encima de todo está tu precaución. Nunca los dejes sin correa, a menos que sea un espacio cerrado con una sola salida que puedas controlar. Un perro puede vivir por siempre caminando con correa, siempre y cuando le eches ganas y camines a un buen ritmo. Es muy cómodo sentarse en una banca a verlo correr, pero es más benéfico para ambos si no te sientas y caminas a su lado. Sólo hace falta un descuido para que tu perro «genio» se dé una vuelta equivocada y no te encuentre, si eso coincide con una breve distracción tuya, tendremos un nuevo perro callejero. Cuida puertas y ventanas, no pongas muebles cerca de donde pueda salir, vigila haber cerrado todo bien antes de salir de casa, piensa en su seguridad siempre.

Si tienes alguna recomendación más, no dudes en platicarnos, pues de hecho, este listado lo hemos armado con base en las experiencias de algunos radioescuchas, quienes nos comparten lo que «hubieran» hecho, esperando que tú nunca pases por el trago amargo que ellos pasaron al extraviar a su querido miembro de la familia.

 

Archivo Muerto. Las cosas que olvidamos.


La humanidad, la sociedad, tiene un mal que le aqueja desde adentro constantemente, estropeando su camino y su avance, entorpeciendo su propio crecimiento y mejora. Nuestra sociedad conoce bien dicha enfermedad, se llama Memoria Corta.

Es falso cuando autoridades corruptas o grupos de poder dicen que los casos de abuso animal le importan a «pocas personas», lo que sucede es que muchas veces, conscientes de nuestra enfermedad, esperan un tiempo prudente para reaccionar a nuestras exigencias, sabiendo que la efervescencia de la indignación y el coraje, es momentánea, efímera.

Para un enorme número de personas, el abuso animal, como muchas formas de abuso, son cuestiones que les importan, pero que no guardan en su agenda personal.

Es de triste risa ver cómo al día siguiente de un caso de abuso flagrante, se crean grupos en redes sociales que están «en contra» y más que eso. Son grupos de indignación, de reacción, en donde se vierten cientos y a veces miles de comentarios hartos de estas formas de degradación humana (porque no se degrada a los animales, a ellos se les lastima, se degradan los humanos al mostrarse capaces de esos niveles pueriles de acción).

Y digo que esto es de triste risa porque dicho asunto sucede al día siguiente… la semana siguiente… acaso el mes siguiente… y después disminuye en enorme medida.

¿Qué ha pasado con los asesinos de «Callejerito», aquel perro callejero que fue usado como presa de caza ante dos perros de pelea, instigados por enfermos mentales adolescentes?

¿Que fué del «Mata-gatos» de Sinaloa, aquel muchachito estúpido que sencillamente quemó vivo a un gato y lo filmó en compañía de otros criminales de su edad?

Por supuesto que no se han quedado completamente aislados ninguno de estos casos, existen personas, grupos, verdaderos luchadores que han seguido cada uno de estos hasta el día de hoy, pero la «gran masa» que reaccionó en su momento a estos dos casos de insoportable violencia comprobada, se desvaneció ante la «falta de resultados».

Es decir, como no se castigó y corrigió el problema en los días subsecuentes al hecho, consideraron inútil mantenerse al tanto, y después… simplemente lo olvidaron.

No quiero decir con esto que sigamos persiguiendo a estos sujetos con notables deficiencias de socialización, pues es una persecución estéril y que sólo engendra rencor. Digo que debe seguir siendo un punto a tratar en la agenda personal de los miles que reaccionaron en el momento, la presión hacia las soluciones DE FONDO, sería más útil.

¿Qué piensa un gobierno al que le llegan estas quejas? Regularmente dejan pasar un tiempo, soportan alguna manifestación… y regresan a sus actividades normales. La masa que no se organiza y no presiona, no es un tema para preocuparse, así que tomarse el tiempo para sentarse a discutir reformas de ley que castiguen SEVERAMENTE estos casos de abuso, es una pérdida de tiempo y presupuesto.

¿De verdad creemos que están muy ocupados en otras cosas?

Ya bastante hemos hablado de cómo un caso de abuso y violencia contra una animal se refleja en el futuro de una sociedad, a través claro, del futuro comportamiento de sus perpetradores.

Entonces ¿por qué no es una agenda urgente de nuestras autoridades? Estamos hablando de corregir una ley, no de construir un puente de concreto. ¿Cuánto se tiene que tardar y gastar en planear, modificar y publicar un ley?

Esto no es cosa del cansancio gubernamental, sino del enfoque que les importa. Si la gente presiona sobre un mismo tema durante uno, dos, tres meses, seis meses, un año… entonces son temas que merecen ser vistos, pues puede que se reflejen en las próximas elecciones.

Si un tema dura dos semanas, un mes… y desaparece, entonces no vale la pena desgastarse mucho, pues deben enfocar baterías en su próxima campaña.

Esta enfermedad de la memoria corta nos está entorpeciendo demasiado. Nos estorba, nos retrasa, alenta nuestro crecimiento como sociedad, amenaza con ignorar el mejoramiento de las nuevas generaciones.

Hoy está reciente el caso de Pulga, la perrita que fue rescatada de las calles, rehabilitada, entregada en adopción y maltratada nuevamente, por un sujeto que fingió, actuó y mintió para tenerla y luego llevarla al borde la muerte. Necesitamos otra modificación al respecto.

En las leyes «para humanos» no castigamos igual a un asesino «ocasional», derivado de una riña o un accidente, como a un asesino «premeditado», que planeó un objetivo y lo ejecutó con dolo y ventaja.

El caso de Pulga es similar. Si debemos modificar la ley para castigar a quien lastime a un animal de manera «ocasional», debemos ser más duros con quien lo planea, pide la potestad de una animal, miente, y al final lo lastima peor.

Para todo esto necesitamos reactivar el archivo muerto y sanar nuestra memoria corta. Tenemos que reconvocar a la gente a los casos que NO SE HAN RESUELTO. Una multa, una amonestación y la queja pública no son suficiente castigo, mucho menos una SOLUCIÓN.

Necesitamos la participación de todos. Quiero su respuesta. ¿Estamos?

Hasta MatArte. El Reporte Pulga.


NOTA IMPORTANTE:

EL PRIMERO DE LOS COMENTARIOS AL TERMINAR ESTE POST, lo hace Alejandro Ramírez, Cineasta, QUE NO ES EL RESPONSABLE DE LO SUCEDIDO A PULGA. Debemos estar conscientes que su nombre puede ser común y se deben verificar las personalidades antes de reaccionar. Red Animalia NO HA PUESTO ENLACES, CORREOS O DIRECCIONES hacia el responsable, en tanto el caso no sea completamente investigado y comprobado. En el caso de la confusión, ESTE ALEJANDRO NO ES NI SIQUIERA EL PRESUNTO RESPONSABLE. Si le dan click en su nombre, los dirigirá a su blog, en donde podrán ver que es una persona completamente diferente. El es un Cineasta verdadero, y hasta donde nos correponde, NO HAY DUDA DE SU HONORABILIDAD.

La confusión puede ser incluso mayor, por lo que aclaramos la existencia de 3 personas más, relacionadas al mundo del cine que NO TIENEN RELACIÓN ALGUNA CON EL CASO DE PULGA, MUCHO MENOS CON CASOS DE MALTRATO.

Ellos son: ALEJANDRO RAMÍREZ MAGAÑA, ALEJANDRO RAMÍREZ CORONA Y ALEJANDRO RAMÍREZ ÁLVAREZ.

Ellos 3 no deben ser confundidos, contactados, identificados ni relacionados de forma alguna con el caso Pulga.

Dada la delicadeza de la confusión, pues, agradecemos su interés en el caso y su actitud hacia los animales, pero les instigamos a permitir que la investigación y castigo se deje a cargo de los responsableS que siguen sobre el caso. EL PRESUNTO RESPONSABLE NO TIENE UNA PÁGINA PÚBLICA, BLOG O ENLACE CONOCIDO, por lo que honestamente NO TIENE CASO BUSCAR SUS DATOS EN LA RED.

En cualquiera de los casos, Planeta Mascotas y Red Mascota Multimedia INVITA ENFÁTICAMENTE A NO REACCIONAR DE MANERA VIOLENTA, AMENAZANTE O INTIMIDANTE HACIA ÉL, O PERSONA ALGUNA. Ante todo somos un país con leyes y la única forma de evolucionar de la forma que deseamos, es demostrar nuestra capacidad para reaccionar por las vías adecuadas.

——————–

Empiezo por lo que muchos de ustedes (gracias) están realmente interesados: el estado de salud de Pulga, nuestra maravillosa perrita (porque como dice Alberto Cortéz, lo que amamos lo consideramos nuestra propiedad) que después de haber sido rehabilitada de las calles, fue entregada en adopción y rescatada nuevamente de las manos de un estúpido adoptante que en sólo UN MES ya la tenía peor que cuando dejó las calles.

Según me comunica directamente su -doble- rescatadora Mariana, Pulga sigue estable, monitoreada permanentemente, hidratada a través de una patita, alimentada a través de otra. Ya se incorpora con dificultad para comer, pero no puede caminar. Las expectativas de recuperación son son altas, aunque inminentemente requerirá mucho tiempo.

Por el otro lado, la organización Rescate Animal está asesorando a Mariana para actuar legalmente contra Alejandro Ramírez, quien formalmente se ha escondido como cucaracha expuesta a la luz. Debo recalcar, para quienes se preguntan «¿Pero por qué se le entregó a un sujeto así a la perrita?», que fue un engaño pleno. Alejandro Ramírez mintió en todo lo que pudo y fingió lo mejor que fue capaz para adoptar a Pulga. Era muy difícil filtrarlo antes de que esto sucediera.

Esto último nos deja con una idea un poco más clara: todo parece indicar que Alejandro sabía bien lo que haría con Pulga, que actuó para conseguirla y luego, para llevarla a ese estado.

Una de nuestras bloggernautas, Gabriela Pérez, me expuso una posibilidad que de entrada no quise aceptar del todo, quizá por mórbida: Tal vez el «cineasta» la vio como un proyecto para «proyectar su mundo». No lo digo ahora como una acusación, es sólo una teoría, pero una teoría posible.

Hace no mucho, un deficiente mental llamado Guillermo Vargas, quien se creía artista, expuso a un perro callejero amarrado, sin darle de comer o beber, para ser testigo del proceso de su muerte cruel. Él en verdad lo creía arte… y lo peor es que las autoridades que le permitieron montar dicha «exposición» no hicieron nada, juntos con los asistentes, hasta que el perro murió.

A mucha gente alrededor del mundo le parecía una aberración e instigaron al gobierno nicaraguense (de donde estaba dicha exposición) a detener el acto. Nada pasó. El gobierno de Costa Rica (país de donde era originario el mórbido sujeto) pidió lo mismo. Nada pasó.

Algunos desviados, como este tal Guillermo Vargas, consideran que como la muerte es parte intrínseca de la vida, puede ser provocada con la justificación de «proyectar» una realidad. Como si de eso se tratara el arte.

Pero no hay que asustarnos demasiado; esta comprensión del universo la soportamos e impulsamos aún en muchos ámbitos. La mitad de la población en este país está a favor de la tauromaquia o, al menos, no está en contra, las corridas de Toros es otra actividad en la que se pueriliza la palabra ARTE para adjudicársela a una exposición de tortura y muerte. Y aquí tenemos hasta «santuarios» dedicados a esa forma de arte. Todos los diarios deportivos retratan cada día una viñeta de este arte. Los ricos y famosos acuden a verlo. Hay programas de TV dedicados enteramente a él.

¿El Toro es un mueble? ¿Como «no da la patita» es menos «animalito»?

La conmiseración por la vida es o debe ser universal, de otra forma es sólo hipocresía. Es decir: no podemos decirnos pacifistas porque evitamos la guerra con nuestro país vecino, mientras apoyamos la guerra con un país lejano porque «no son como nosotros» o «son raros». Del mismo modo, es hipocresía decir que un perro expuesto a la muerte es una aberración, pero la tauromaquia es arte o los gallos de pelea son un deporte.

Reiteramos lo dicho antes: nos urge un cambio social radical, una visión de la vida distinta. Tenemos que adoptar la «tolerancia cero» que tan bien le funcionó a Giuliani. Nada de «Crueldad, nomás poquita». Si no enseñamos a nuestros hijos a respetar TODA la vida, les dejamos la posibilidad de sembrar el virus de la crueldad. Si no les reprochamos a nuestros padres y hermanos la tauromaquia, les decimos que estamos de acuerdo con «cierta» forma de tortura.

¿Qué tiene que ver todo esto con Pulga? Que la posibilidad de que el maltrato brutal a Pulga haya sido un «proyecto» artístico, es lógica en tanto sabemos que hay quien lo hace y hay quien lo acepta.

Mientras esto se comprueba, tenemos dos cosas que hacer: 1.- Modificar nuestra visión de la tortura y 2.- No olvidar.

¿Qué pasó con lo asesinos de Callejerito? ¿Con el Mata Gatos de Sinaloa?

Lo olvidamos.

No todos, claro. Hay gente que sigue cada uno de esos casos hasta el final, pero la «fuerza» de la gente, de la indignación, de la masa, se apagó. Por eso en nuestro país existen expresiones como «en lo que se calman las aguas». Estos abusadores solo deben esperar un poco a que la gente olvide. Esconderse en lo que el fervor pasa.

Esto ya no lo podemos olvidar. Estaremos sobre el caso de Alejandro Ramírez hasta el final y después del final. Debemos insistir hasta que se castigue y luego seguirlo hasta ver «su trabajo», presionarlo para que la sociedad recuerde que él hizo esto, en un periodo de su vida en que ya estaba consciente de lo que hacía (ya no era un «pobre chamaco» que no sabía lo que estaba haciendo).

Seguiremos reportando sobre Pulga, pero más, sobre este sujeto, que debe ser estandarte de lo que ya no podemos permitir.

¡Ve a Kroketas!

Pequeños mitos caninos. (Que no le digan, que no le cuenten)


La gente tiende a dar respuestas rápidas a preguntas importantes cuando se trata de los perros. Es como si todos fueran un poco veterinarios o un poco expertos, por el simple hecho de tener uno en casa o porque les agradan.

La verdad es que algunos podemos tener sangre ligera para los perros, y eso a veces nos hace entenderlos mejor, pero NO nos da facultades psíquicas, mucho menos, nos convierte en Dr. Doolitle.

Por eso es importante reconocer cuando tenemos que preguntarle a un experto, acudir con un especialista, como siempre romper el mito con cultura nueva, con conocimiento.

Y eso por eso que vamos a hablar rápido de algunos Mini Mitos Caninos y sus respuestas rápidas.

Mito. Perro que ladra no muerde.

Hay diferentes tipos de ladridos… y sí, algunos no significan que un perro atacará, algunos son ladridos de alegría, con otros más agudos pueden estar pidiendo juego, comida o simplemente atención, algunos (como en el aullido nocturno) son comunicación de unos con otros, por lo que generalmente son ladridos hacia arriba, hacia la nada… y alguno son ladridos de nervios y alerta, ladridos que significan un preámbulo. Es como si dijera: “Mira, ladro fuerte, es porque soy peligroso”. Para identificar a cada huno hay que conocerlo bien al perro en cuestión, así que no aplica con perros ajenos.

Perro que ladra, puede morder, depende la circunstancia. El ladrido es una alerta, está avisando su incomodidad antes de actuar. Nada de valentías absurdas, si un perro ladrando no se calma, déjalo en paz.

Mito. El perro libre es el más feliz.

Falso. El perro ha sido domesticado por el hombre, tiene miles de años siendo la compañía de los seres humanos y disfruta su presencia.

Es imposible verlos como animales silvestre, ya no, nunca más. “Liberar” a un perro en un parque o bosque, es en realidad quitarse, por la vía más cómoda y cobarde, una responsabilidad que sencillamente nos dio flojera, si eres niño, no dejes que tu papá te eche ese choro, si eres adulto, no seas otro cómodo irresponsable del montón. Además, en “libertad”, las posibilidades de que el perro muera pronto y de forma dolorosa, son muy altas.

Mito. “¡Míralo! ¡Si sabe lo que hizo…!” Está consciente que hizo una travesura.

Regañarlo porque encontramos algo malo que hizo hace un rato, no lo hace entender la travesura, sólo lo asusta por nuestro tono de voz.

Enseñarle el zapato que mordió hace media hora, mostrarle el vaso que rompió cuando no estabas, o acercarlo a que huela su orina o heces que dejó en tu sala un rato antes, es absurdo. Creerá que lo regañas por ponerte atención o hacerte caso para acercarse.

No está consciente del error, está asustado por nuestro enojo.

¿No lo crees? Dile cosas como “perro cochino, malcriado, esto no se hace” pero en el tono chistosito que usas cuando lo apapachas. Verás que se acerca, mueve la cola y es feliz. ¿Entonces cuál crees que es el factor de miedo?

No lo cachaste en el momento del error, ni modo, no va a entenderlo después.

Mito. Las hembras necesitan ser madres al menos una vez (Porque si no se enfermará, será una perra triste, extrañará tener cachorros algún día)

Falso y doblemente grave. Ninguna hembra mejora su futuro o salud con una camada de cachorros. Al contrario, si se esteriliza desde los seis meses de edad, se reducen riesgos de muchas enfermedades futuras. Remover quirúrgicamente o “cancelar” el aparato reproductor, reduce considerablemente la producción de hormonas, por lo que los cánceres de este tipo se quedan sin gasolina.

Los perros en general no “envidian” un hecho que no conocen. Si nunca es madre, la perra nunca “añorará” serlo, porque no sabe el “sentimiento” que implica, aunque lo vea en otras.

Lo más grave, claro: creencias de este tipo tienen a MILLONES de perros en la calle, pero eso sí, su mamá tiene la satisfacción, ¿no?

Mito. El Doberman se vuelve loco y te desconoce.

Muuuuy falso. Creencias populares hablaban de un cerebro superdesarrollado o un hueso que crecía de más. Es falso. Son pretextos para esconder la culpa de una mala socialización, de una mala educación o de haber convertido a nuestro perro en agresivo a fuerza de nuestros propios nervios. Sí, es uno de los perros más fuertes, por lo que si no son encausados correctamente en tanto su energía, es fácil hacerlos agresivos, pero no es algo genético o biológico.

Mito. El Labrador es el perro más amable del mundo.

Seamos justos, tampoco esto es automático. Un labrador con una educación descuidada, puede ser tan o más agresivo que el típico perro malo.

No hay santos ni demonios por naturaleza, todos son responsabilidad humana.

Mito. “No está gordo… ¡está sanote!”

Pues falsote. Como con los humanos, un perro que rebasa su estructura normal, tiene una enfermedad llamada SOBREPESO. Puede ser muy grave y detonante de muchísimos otros males. Ve con un veterinario a la de ya, para que te diga su condición real y qué hacer para ayudarlo. Si no, la diabetes, el cáncer, los problemas de articulaciones o cadera, en fin… muchas cosas malas le esperan.

Mito. “Pobrecito, se aburre de las miiiiiismas croquetas todos los días…”

En realidad son muchísimo menos quisquillosos que nosotros y no responden mucho que digamos a cosas como el aburrimiento. Si algo es placentero y funciona para sobrevivir, en la mente del perro no hay por qué cambiar. Claro, si huele carne, pollo o algo sabroso en tu plato, querrá conocerlo, pero si no se lo das, no tendrá por qué pedirlo constantemente, será un mera curiosidad.

Y quizá el mito más grande de todos: Los Perros comen huesos.

Perros y huesos, mito de caricaturas, tanto como los perros cazando gatos o los gatos comiendo pescados de los que sacan el esqueleto intacto. Los huesos son los restos, las sobras.

Les gustan por el sabor de la carne que les queda o porque resiste a la primera mordida y a veces les gusta el reto, pero no porque la naturaleza les haya puesto huesos en su menú principal.

De hecho, para muchos perros un hueso es un enorme riesgo, pues puede romperse, astillarse y lastimarle severamente la garganta, esófago, estómago o intestinos.

Lo importante ante cualquier mito, es acudir con los especialistas, informarte, preguntarle a gente calificada. Tu perro es tu responsabilidad, no juegues a las adivinanzas con su vida. Protégelo de la ignorancia humana como él te protege de las amenazas externas.

 

Prefiero exagerar por un gato.


Nuestros tiempos modernos han acercado tanto a la gente en el mundo como a la información que genera. Internet, como el máximo exponente de la globalización mediática, pone a nuestro servicio millones de datos, anécdotas, vídeos e imágenes nuevas cada día.

Yo, honestamente, creo que esa es la razón por la que vemos últimamente tantos casos de abuso animal, como los de Sinaloa, Michoacán o, el de esta semana, la británica que tira un gato a la basura.

No creo, como el optimista Aguilar – Camín, que la violencia sea mediática, exacerbada por los medios. Al contrario, creo que antes de la Era Internet existían los mismos o más actos de abuso (en nuestro campo, abuso animal), sólo que con las distancias, quedaban en la impunidad del anonimato.

Hoy hay cada vez menos lugares en donde al menos UNA persona no cuente con un celular con cámara. A esto se le añade una computadora con internet y tenemos una nueva celebridad en el mundo del abuso.

Traigo todo esto a colación, porque con el caso reciente de la mujer que pone al gato en el bote de basura, comienza la nueva andanada de discusiones sobre derechos: Derechos humanos vs. Derechos animales.

Desde luego creo que la mujer, bromeando o no, metió a ese gato a la basura en un acto de estupidez que merece un castigo y debe ser un ejemplo. Tampoco estoy de acuerdo en que se le deba dilapidar o quemar en la hoguera, pero sí que su castigo debe ser ejemplar, debe ser tan severo que ella no vuelva a pensar algo así, pero sobre todo, que todas las personas que se enteren piensen dos veces antes de siquiera hacer un nuevo «¡Shu!» o un «¡Sáquese!»

Europa siempre se ha distinguido por poner el ejemplo en cuanto a la legalidad y la severidad con la que se castigan las infracciones, será quizá que transitaron antes que nosotros por edades oscuras en las que la podredumbre humana era una cualidad casi de la realeza, no sé, pero es innegable que los países de Europa Occidental siempre dan la nota en cuanto a castigar cosas que en otros lugares se ven como «menores».

Hace no mucho un par de muchachos imbéciles en Francia fueron a dar a la cárcel por quemar a un perro, se les puso una enorme multa y la incapacidad de poseer una animal por el resto de su vida. En España se sigue meditando el castigo para un hombre que a pedradas le fracturó la mandíbula a un perro, lo que podría representarle un año encerrado.

Ahora le toca a Inglaterra poner el ejemplo con esta mujer.

El caso parece menor (incluso la doña dijo «Es sólo un gato») y a los ojos de muchos, la rabia de la gente Animalista es exagerada. Tomando como punto de partida que golpear a la mujer aún no sucede y todo se ha quedado en ganas, me parece que la reacción se va volviendo natural, común… normal.

El mundo entero, como si se tratara de cumplir la profecía maya, ha entrado en una vorágine decadente, conflictiva y violenta que parece lejos de resolverse. Los pobres culpan a los ricos, los ricos al gobierno, el gobierno a los países vecinos, los países vecinos al país desarrollado y el país desarrollado a los pobres.

Algunos, quiero creer que la mayoría, saben en el fondo que «el gobierno», «las instituciones» y «las empresas» son entes imaginarios y que las acciones acaecidas dentro de estos conceptos son realmente realizadas por seres humanos, y no por una entidad mágica.

Como tal, entonces sabemos, sentimos, que somos nosotros mismos los podridos y nosotros los que tenemos que cambiar.

La gente animalista está en esa línea. La mayoría sabe que para cambiar al mundo humano, hay mecanismos, la mayoría engorrosos y burocráticos, que se deben usar para no empeorar las cosas. Sin embargo, sabe también que en el mundo animal se sigue viviendo bajo la ley del más fuerte, y en dicho rubro, el animal siempre pierde.

Cada semana hay un nuevo caso de abuso contra los animales y cada semana hay un reacción más furibunda de parte de los defensores. ¿Por qué? ¿Estamos exagerando? ¿Somos el simplismo al que le llaman Pet-Lover, Animalista, Ecologista? ¿Somos en verdad un montón de hippies  en sandalias encadenándonos a los tractores que amenazan el Amazonas?

Nada más lejos.

Quienes reaccionamos así por el maltrato animal, trabajamos, comemos, vivimos y consumimos como todos. Somos como cualquier otro ciudadano, muchos trabajamos (para vivir, por un sueldo) en cosas totalmente alejadas de esto que defendemos. Y porque estamos como cualquier otro en esta sociedad, es que reaccionamos así, es que nos preocupa tanto.

No tenemos los medios para luchar contra el crimen humano, así que seguimos los mecanismos sociales y esperamos su respuesta.

No podemos hacer mucho contra las decisiones de las empresas multimillonarias.

No manejamos Wall Street, el Banco Mundial. No movemos el Dow Jones ni nos dejan hablar con Obama o Calderón.

Sin embargo, sabemos que los narcotraficantes no son amantes de los animales, que los criminales ganan más dinero apagando vidas (de cualquier especie) que cuidándolas. Sabemos que Donald Trump no está tan preocupado por la belleza de la mariposa monarca como por la de su utilísima Miss Universo. Sabemos que hasta Rico Mc Pato prefería guardar una moneda en su bóveda antes de dársela a otro patito hambriento.

Y porque sabemos eso, sabemos que tenemos que hacer lo que SI podemos. Sabemos que podemos educar mejor a nuestros hijos y, quizá, hacer reflexionar a nuestros padres.

Sabemos que si la mayoría de la gente fuera capaz de respetar y apiadarse de la vida de UN perro, tendría una visión diferente a la hora de acabar con miles de empleos, pagar miserias por jornadas de doce horas… y claro, a la hora de pensar en matar a otro hombre.

Nos preocupa y enoja tanto que maltraten a UN animal, porque nos recuerda que la podredumbre interna que nos tiene en este precipicio empieza en las bases, en los instintos. Sabemos que con cada patada a un perro se da permiso para ocho golpes a un niño, que por cada gato incinerado se da permiso de ocho balazos a un padre de familia.

Cada maltrato animal nos recuerda que el peor mal de este planeta somos nosotros, que el peor enemigo del hombre es el hombre, que el sentimiento más riesgoso es la insensibilidad.

Y por eso es que si la reacción es exagerada, sólo puede ser contenida con leyes que realmente nos sirvan. Leyes, autoridades y castigos que le enseñen a las nuevas generaciones a ser sensibles, a respetar la vida.

Si ponemos como ejemplo a un muchacho idiota que quema vivo a un gato, dándole 1 año de cárcel, 5 años de servicio a la comunidad, una multa de 100 mil pesos y la obligación de someterse a un tratamiento psiquiátrico, él y todos sus «amiguitos»  la van a pensar dos veces la próxima vez que vean a un animal cualquiera caminando por la calle.

Pedimos justicia, acción y leyes severas,  porque nos urge mejorar algún aspecto de nuestra vida, proteger lo poco que queda limpio de este mundo, cuidar la última conexión que tenemos con este planeta, propagar la idea de que cualquier vida tiene un valor específico en este universo.

No nos pidan que nos calmemos a la hora de exigir justicia, no nos digan que es intrascendente la vida de un gato; sobre todo, no nos pidan que nos preocupemos por otras cosas como… el futuro… o sus hijos… porque eso es lo que estamos haciendo.

La vejez no es una enfermedad: El perro Senior.


Antes de decir nada, necesitamos entender algo: el envejecimiento de un perro no es una enfermedad, no es un mal y no tiene por qué ser un sufrimiento. El que un perro sea anciano o Senior, es un proceso natural que se notará en menor o mayor medida, dependiendo de la vida que el perro haya llevado hasta ese momento.

Un perro se considera senior cuando rebasa regularmente los siete años de edad, pero dependiendo de su raza y tamaño, puede darse un poco antes o un poco después.

Esto desde luego en términos de teoría, pues hay perros que aún después de los 10 años no parecen evidenciar un comportamiento de viejo, así como algunos perros pueden reducir su actividad física antes de esa edad. Todo depende de la vida que le hemos dado.

En un sentido general, el envejecimiento representa una disminución de las capacidades físicas, menor agudeza en los sentidos y mayor tardanza corporal para autoregularse, algo así como para “epararse solito”

Los síntomas primeros son, desde luego, los físicos. Es normal que un perro Senior pierda algo de su pelo en ciertas zonas, que reduzca su masa muscular y aumente la grasa en su cuerpo, además de las conocidas canas, que generalmente empiezan a darse por zonas pequeñas, empezando en la cara.

Como en todos los demás seres, su cuerpo debe disminuir su actividad porque ya no soporta lo mismo. Su corazón trabaja más lento, por lo que correrá menos. Algunos días no querrá y en general no deberá brincar. Su vista y oído empezarán a ser menos agudas.

El envejecimiento es inevitable, pero no así los síntomas negativos, lo que se pueden retrasar mucho con la atención adecuada.

Por ejemplo el baño. Nada de bañarlo cada semana o cada quince días. Más que nunca nuestro perro necesita conservar las condiciones naturales en su pelo, por lo que debe bañarse cada mes o mes y medio. No antes.

Por supuesto el cepillado del pelo y de dientes no entra en esta categoría, esos deben hacerse con la misma regularidad de siempre. De la cepillada de pelo dependerá que conserve su brillo. De la cepillada dental, que no adquiera enfermedades bucales.

Ahora es tiempo más que obligado para acudir con los expertos, pues habrá zonas más sensibles en nuestra mascota, como los ojos, oídos, nariz y boca. Para cada zona hay un experto veterinario y ante cualquier cambio notorio, hay que buscarlos.

Una de las afecciones más comunes, estará en los músculos y articulaciones. Hay que evitar que un perro mayor de 7 años se pare en dos patas, brinque de la nada o arranque en una carrera como cuando era cachorro.

Las articulaciones deben ser un punto de especial cuidado, junto con la cadera. Mientras más grande nuestro perro, más grande el cuidado.

Y desde luego, como nosotros, la alimentación. Si antes debías evitar golosinas y comida a escondidas, ahora más. Al envejecer, un perro necesita cada vez menos calorías y grasas, además de requerir alimento de fácil digestión. Esto no significa menos alimento, sino de mejor calidad. Cuando acudas con tu veterinario, le podrá hacer un diagnóstico y recomendarte los mejores ingredientes para tu perro.

Si nuestro perro aún está en la frontera de la vejez, es decir 7 u 8 años, aún hay tiempo de preveer enfermedades graves. Aún puedes hacer esa esterilización a la que le diste tantas vueltas. Machos y hembras reducen el riesgo de cáncer si han sido operados de su sistema reproductor, pues evitamos que las glándulas sigan produciendo hormonas, con el riesgo de descontrolarse.

Y viene, claro, el carácter. Ya no es la mejor edad para educarlo (pues además debiste hacerlo antes, ¿verdad?), pero tampoco podemos dejarlo comportarse como quiera. Si no quieres darle un entrenamiento formal, todavía podemos enseñarle cuestiones básicas de obediencia, y más aún, reforzar lo que ya había aprendido. El viejito sigue entendiendo y créanme, puede seguir aprovechándose de un dueño barco.

La vejez es una nueva etapa, no debe verse como el principio del fin. Hay que recordar que en sus años de juventud, él estuvo al pendiente de ti, dormía menos profundo para estar alerta, respondía en cuanto le llamabas y siempre estaba de buenas para recibirte.

Te toca hacer lo mismo por él, se lo debes, se lo ganó. Lo único que te pedirá es amor, compañía, comprensión y algunas veces, más paciencia, pues también él está pasando por una etapa nueva, en la que encontrará cosas que no le gustan, pero no puede evitar.

Y finalmente, si aún no ha llegado esta etapa… ¿qué esperas? Pon atención en el futuro y revisa en qué estás fallando, para prepararle una vejez feliz.