Todas las entradas por Paco Colmenares

Periodista y Productor por la UNAM, especializado en animales. Director Editorial de Pet's Life Magazine y petslife.com.mx Nunca he vivido sin animales, ni quiero. Apasionado de la música, el cine y los libros viejos. FB, Ig, Twt y Tktk: @pacocolmenares

Fin en Cataluña. ¿Quién sigue?


El Miércoles 28 de Julio de 2010 será recordado como un día muy importante en la historia de la lucha por los animales.

Esa fecha será (o debería ser, porque muchos medios de comunicación tienen jefaturas aficionadas a la tauromaquia) celebrada como el día en que Cataluña hizo oficial la prohibición de las corridas de toros en su territorio.

Y ¿Por qué es tan importante? Ni siquiera es un país completo…

Precisamente por eso.

España es la cuna de la Tauromaquia, de todos sabido. Originada ahí y propagada con mayor éxito al nuevo mundo (como la viruela) es un reflejo claro de tradiciones absurdas que los países desarrollados supieron abandonar. No es casualidad que el 90% de los países que la permiten, pertenezcan al llamado «Tercer Mundo». No vamos a clavarnos en el nivel educativo, cultural o social que tienen sus habitantes como un factor para que siga existiendo, sino en su fuerza y poder hacia sus gobiernos.

Aunque el «tercermundismo» se refiere a condiciones de desarrollo económico y social, lo que caracteriza -ypor tanto mantiene limitado- a este sector del mundo, es su muy complicado sistema de gobierno, que facilita el ascenso y permanencia de gente poco preparada al poder, complicando a la vez la exigencia de su población en una pseudo «democracia», donde el pueblo debería tener el poder, pero es una batalla frontal (y a veces sangrienta) poder ejercerlo tan siquiera un poco.

¿Por qué me alejo de la Tauromaquia con tanto rollo político?

Porque el desarrollo de la sociedad catalana y su exigencia frontal en un sistema político un tanto más accesible, fueron los factores que permitieron este gran paso.

Para muchos es sabido que Cataluña se ha mantenido en una polémica «separación» de la nación española desde hace tiempo. Términos como «nación» y «nacionalidad» se han impuesto, borrado y reinterpretado en los estatutos y legislaciones del territorio de Cataluña, en una supuesta y paulatina búsqueda de independencia. No vamos a ahondar en ello, porque no nos compete siquiera opinar, pero lo mencionamos porque a tan sólo unas horas de hecho el anuncio sobre la prohibición, los aficionados a la Tauromaquia esgrimieron su único argumento: Cataluña quiere separarse de España, es la verdadera razón por la que se prohíben las corridas de Toros.

Twitter y Facebook fueron los testigos de como intentaba una comunidad en desuso, menospreciar un avace social como el logrado por los catalanes.

La prohibición de las corridas de toros en Cataluña (cuya capital es una de las ciudades más importantes y, por tanto, complejas del mundo: Barcelona) es el resultado de una lucha larga de grupos de personas -odio la expresión «grupos ambientalistas», como si fueran entes, no humanos- que jamás fueron aficionados a esta costumbre antigua. Gente que creció sin comprender por qué en un lugar público y grande se asesinaba y torturaba a un animal. Más aún, gente que afortunadamente no «aprendió» a apreciar esa costumbre y jamás vio un traje de luces más notorio y bello que el ensangrentado delantal de un carnicero.

La prohibición catalana es el resultado de un pueblo que le demandó a su gobierno lo que quería y lo que NO QUERÍA. No quería animales escupiendo sangre siendo arrastrados por la tierra ante los aplausos y gritos del ocio humano. No quería que sus hijos vieran más fotos de ganado atravesado con una espada, de gente riendo y disfrutando la deshumanización. No querían más «ejemplos» de vida que salieran en el «HOLA» a media plaza bebiendo vino. (No encuentro evento más cercano a las orgías de la época de la decadencia, que un lugar lleno de alcohol, ropas elegantes, joyas, sangre, muerte y risas)

La prohibición catalana es la muestra del poder del pueblo sobre sus empleados, los gobernantes. Exigieron y estos obedecieron, como la definición de «Democracia» infiere.

Tomando en cuenta que Cataluña hace frontera con el sur de Francia (la única zona del país galo que permite la tauromaquia), la prohibición además separa físicamente una parte del territorio taurómaco, la aisla. Divide y vencerás, dijo Julio César.

La prohibición en Cataluña es un estandarte a la lucha por nuestros derechos. El derecho de exigir respeto a las decisiones de los pueblos, no a los gustos de los oligarcas y jerarcas. Estadísticamente hay casi tres veces más gente que odia la tauromaquia, que gente que la aprecia. Esto dice que la exigencia de prohibirla, sería rápidamente respondida si la democracia fuera real.

Los Taurinos dicen que «no cualquiera lo aprecia«, es decir, porque son pocos, son una élite culta. En ese orden de ideas, los necrófilos, pedófilos y zoofilos son también una élite.

Dicen también que es una «tradición«. También lo era el Circo Romano.

Dicen que es una fuente de empleo, que dejaría en la calle a mucha gente. El Narcotráfico contrata 25 veces más gente al año… y eso no es argumento para defenderlo, ¿cierto?

Dicen que «el toro es criado para eso«. ¿Los criadores de perros de raza tienen derecho a jugar con ellos hasta la muerte porque ellos los críen con esa idea?

Dicen que el toro de lidia es bravo, es incapaz de socializar, nace para atacar. El demonio de tasmania también, el tigre, el tiburón blanco… entonces…

Dicen que es la lucha de igual a igual, hombre contra bestia. El Toro está minado, confundido, deshidratado y en la oscuridad, antes de saltar al ruedo. La naturaleza le dio al toro sus cuernos, la espada fue invención del hombre. Hace uso de al menos otras cuatro personas (y dos animales más, indefensos y ciegos) durante la corrida…

En fin… ayer Cataluña dejó de escuchar todo eso, dejo de permitir esos argumentos vacíos y absurdos. Cataluña exigió respuesta de su gobierno, aún formando parte del país con más «tradición» al respecto.

Cataluña exigió y obtuvo respuesta. La lucha es cierta, es clara, es frontal y más que nunca, es útil.

Ayer fue el fin en Cataluña. ¿Quién sigue?

Socialización Canina. ¿Agresivo?


Uno de los problemas más es el referente a la agresividad.

Y digo uno de los más importantes porque desde luego no es el único, ni el que primero ocurre a la llegada de un nuevo miembro canino a la familia. Si empezáramos cronológicamente, deberíamos hablar quizá de la adaptación al nuevo hogar, la higiene fallida o las «travesuras». Empero, aunque también son problemas importantes, la agresividad de un perro resulta el más delicado de los problemas por las consecuencias que puede tener.

Basta decir que es ésta la primera causa de sacrificio o abandono en perros jóvenes.

Y aún cuando no seamos capaces de siquiera pensar en esa posibilidad, tener un perro agresivo sigue siendo un riesgo, sobre todo para si mismo, en tanto nosotros como dueños no seamos capaces de actuar al respecto.

Es muy triste escuchar la expresión «me lo envenenaron», pero desafortunadamente no es raro.

Además de los vecinos inadaptados que simplemente crecieron con deficiencias sociales y odian a los perros, hay mucha gente que siente que si el dueño de un perro agresivo «no se hace cargo», son ellos los que deberán tomar cartas en el asunto «antes de que ocurra una desgracia».

Por eso es tan importante tratar la agresividad de un perro en cuanto la demuestra, tanto hacia otros humanos como hacia otros perros.

De entrada hay que ser conscientes de la realidad: existen perros que genéticamente tienen mayor disposición a la agresividad. De hecho, hay razas que se fueron mezclando hasta obtener capacidades de ataque y agresión similares o hasta superiores a las de los cánidos salvajes, como el lobo.

Entre las razas más propensas a la agresividad están Pit Bull Terrier, Rottweiller, Dogo Argentino, Sttafordshire Bull Terrier, Akita, Tosa Inu y Fila Brasileiro.

Atención: estos tienen mayor posibilidad de alcanzar un nivel de agresividad riesgoso o letal, no significa que inevitablemente la tendrán. Su tendencia, desarrollo y complexión, hace más sencillo y efectivo detonarles estas capacidades, pero para ello es casi necesario que un ser humano intervenga.

Estos perros, como todos los demás, aprenderían a aprovechar su agresividad de manera natural con la misma frecuencia que cualquier otro perro, es decir, cuando defendieran el alimento o la guarida. Sin embargo, en ellos las intervenciones humanas negativas surten un efecto mayor que en otras razas. Si son callejeros, los malos tratos de la gente, aunados a la consciencia de su efectividad para defenderse, los vuelve más peligrosos. Si son de casa, dueños irresponsables los pueden entrenar para ser agresivos con mucha más facilidad y con resultados más efectivos.

Así como nadie puede decir que estas razas están obligadas a ser agresivas, tampoco se puede eximir a las demás de serlo. El Chihuahua y el Cocker Spaniel, por ejemplo, pueden ser perros muy agresivos, la diferencia de concepción está en su tamaño y las consecuencias. Puede pensarse «¿Qué puede hacer un perro de ese tamaño?» y quizá tengan razón, pero en proporción, puede ser grave. Es decir, un Chihuahua demasiado territorial podría atacar a un niño pequeño causándole heridas de cuidado.

Con esto hay que entender que un perro agresivo, del tamaño, raza o cruza que sea, es un perro infeliz, condenado a vivir en el estrés, en la tensión, probablemente disminuido en su sistema nervioso y por tanto, menos longevo. Es un perro que debe y puede ser corregido, o al menos, debe ser bien controlado.

En México la legislación para mascotas es tan deficiente para defenderlas como para exigirle resposanbilidad a sus dueños. Aún así, es responsabilidad de cualquier dueño pasear con la mascota atada a una correa. Un perro no es más feliz por correr libre, de hecho, muchas veces es más caprichoso y siempre corre más riesgo. La correa es indispensable, así como importante y útil es un collar de «castigo».

No me gusta la expresión, pero es su nombre oficial, sin embargo, creo que le queda más el nombre «collar de control» porque es lo que realmente puede hacer: controlar a nuestra mascota. Al recorrerse automáticamente, el perro mide de manera sencilla la presión que puede ejercer contra la correa. Un collar normal para un perro agresivo grande, sólo le da control sobre el dueño, la mayoría de las veces los incita a llevar ellos el rumbo de los paseos y ante una descarga violenta, la fuerza del cuello se tensará al punto de jalar al dueño como muñeco de trapo.

El bozal, por otro lado, no es una tortura para ningún perro, siempre y cuando sea de la medida adecuada, ésta es, que fije bien sobre la nuca pero que en el hocico le permita maniobrar ligeramente. Al principio cualquier perro siente al bozal como un inmerecido regaño, gemirá e intentará quitárselo, es cuando el dueño más debe demostrar paciencia y comprensión. Hay que darle seguridad, tratar de calmarlo, pero no enojarnos porque no le guste. Demostrarle que aún con el bozal, estás a su lado y tu cariño sigue intacto.

Correa, collar y, en casos necesarios, bozal, te ayudarán a llegar al siguiente e importante paso: Socializar.

El peor error que se puede cometer con los perros agresivos es alejarlos de todos los demás. Si se tiene control y cuidado (enfatizamos el bozal para seguridad de todos), el perro, aunque agresivamente, se puede y DEBE acercar a otros. Como su lado dominante (aún sin poder abrir la boca) estará alerta, lo mejor es acercarlo primero a perros menores que él, pues aunque intente «atacarlos» con las patas, el daño no será mayor. Si fuera un perro de su tamaño o mayor, la agresión aún sin colmillos haría responder al otro perro y entonces habríamos entregado a nuestro amigo en una posición indefensa.

Es importante y aún más efectivo hablar un momento antes con el dueño del otro perro, decirle que el bozal está asegurado pero que quieres que socialice. Si el otro dueño está renuente, no lo presiones, no se puede exigir a nadie que deje de tener miedo por su propia mascota.

¿Has visto a esas personas que llevan perros pequeños (Poodles, Chihuahua, Yorks) y al ver a otro perro de inmediato lo cargan o lo alejan neuróticamente? ¿Has visto cómo se comportan esos perros?

Es un círculo vicioso. El dueño está temeroso porque ve que su perro se aterra o ladra… y el perro se aterra o ladra porque su dueño temeroso le ha condicionado a que la presencia de cualquier otro perro implica peligro.

Un perro es un animal social, como nosotros, por eso nos llevamos también. Necesitan socializar, conocer a otros. Tu responsabilidad está en demostrarle que los otros NO SON ENEMIGOS, que no corre riesgo, y en caso de perros «guardianes» -entrenados para ello o no- demostrarles que TÚ no estás en riesgo, que no les temes a los demás y ÉL no debe temerles. Muestra tu lado más calmado y amable con el otro perro, acarícialo frente a tu mascota sin dejar de darle su lugar, ínstalo a que se siente, se calme frente a los canes vecinos.

Será una labor diaria y de a pocos, pero es lo mejor que puedes hacer por él.

En estos casos, aplica más que nunca esa frase que decimos los canófilos: «No es culpa del perro», porque es cierto, prácticamente nunca lo es.

¡Hasta la próxima!

La moda del Mestizo: nuestra nueva obligación.


Antes de comenzar esta columna quiero aclarar que no tengo intención alguna de enemistarme con los criadores. No es de mi incunbencia las cantidades de dinero que ganan con la venta o crianza de una camada, mucho menos cómo lo gastan. Me queda claro que lo suyo es un trabajo honesto y cómo tal es loable, además de plausible para todos aquellos que lo hacen como se debe: amando a los animales que crían. Es más, confieso que dos de mis 5 hijos son de raza pura, así que no, esto no es una columna razofóbica.

Aclarado lo anterior, voy directo al grano:

Vivan los mestizos. Vivan los criollos.

Este género humano al que orgullosa-vergonzosa-lamentable-inevitable-mente pertenezco, como la especie dominante (lo cual no queda duda) y pensante (lo que genera muchas dudas) de este planeta, debemos afrontar nuestra naturaleza con todo lo que conlleva.

Somos los dueños de un maravilloso planeta  que viaja por el espacio, el que por mérito propio se colocó a la distancia exacta del Sol para generar vida sin matarla de calor ni de frío. Y digo que «somos los dueños», porque venga, nuestra impune realidad es que nos adueñamos de este lugar en cuanto se nos desarrolló la neurona adecuada.

Sin embargo, a pesar de ese impío y egoísta dominio, desarrollamos también un afortunadamente impune libre albedrío, por lo que algunos de estos Sucios Simios Sapiens sabemos que ser dueños de lo que sea, trae consigo una responsabilidad.

Bueno pues, hagamos Zoom: El planeta –> México –> Ciudad de México –> Amantes de los animales en la ciudad.

Todos aquellos que en esta Ciudad y Área Metropolitana sentimos empatía ante la mirada de otra especie, todos aquellos que liberamos endorfinas al contacto de una pata peluda, una garra escamosa o un ala emplumada, tenemos una responsabilidad urgente: Poner de Moda al Perro Mestizo (y esterilizado).

Que quede claro: no es la única. Es la más urgente.

¿Por qué? No porque lo digo yo, porque lo dicen los números.

Hay alrededor de 10 millones de perros callejeros, de los cuales el 90% son mestizos.

Sus primos felinos carecen de una estadística, porque muchos gatos «callejeros» son aceptados como vistantes frecuentes en casas y edificios, pero más aún, porque son desconfiados, lo suficiente para no ser contados y para ser menos maltratados.

Sólo aceptaría la discusión en ese rubro, los gatos callejeros, que yo llamaría el 2do en el orden, también urgente.

De ahí en fuera no hay más. No hay «aves callejeras», r»oedores en riesgo», «reptiles sufriendo». No los hay porque cuando los hay carecemos de tiempo para ayudarlos, pues están más lejos de su ambiente y desafortunadamente mueren más rápido.

Pero el perro mestizo tiene todo en contra:

  • No se puede clasificar, por lo que no hay un catálogo que los muestre.
  • Hay demasiados, por lo que no provocan la preocupación de la extinción.
  • Son confiados a los seres humanos, por lo que muchas veces terminan en las manos de locos maniáticos violentos.
  • Se las ingenian para aguantar más, por lo que el suftimiento de uno con mala suerte se puede prolongar por años.

En fin, el criollo, el mestizo, el callejero, cruzado o eléctrico, es la especie animal que más nos necesita por el momento.

Son producto de nuestro descuido y nuestra irresponsabilidad.

Son producto de frases ignorantes como: «Que sea madre por lo menos una vez», «Que experimente la dicha de tener cachorros», «Mi muchacho es un galán», o más deleznable aún: «Es que salió feíto».

Son hijos de nuestra ignorancia, nuestro desdén y nuestra estupidez. No existe la generación espontánea y por mucho que lleven en la calle, no son silvestres, ni se engañen, no se han «asilvestrado».

Hay afuera 9 millones de mestizos y criollos porque Paris tiene un Chihuahua, Gloria Estefan un Bulldog inglés, Diego Torres un Labrador y Obama un Perro portugués de aguas.

Ninguno, o casi ninguno, tiene un mestizo.

Al menos ninguno, o casi ninguno sale con él en las portadas de revistas. Somos presos de las modas, los líderes de opinión y los ejemplos, por pueriles que estos puedan ser, pero esos «líderes» y esas modas no se han enfocado en el mestizo, el milrazas.

Y no tenemos ya tiempo de educar a la población para dejar de seguir las modas, seamos honestos. El problema está encima, la vida de esos 9 millones ya está en la calle; en lo que re-educamos a nuestros «niños que serán los adultos de mañana» tendremos 20 millones… y eso si nuestra re-educación funcionara.

No tiene un sentido práctico luchar contra el sistema por ahora. Y les digo esta opinión a ustedes, los que sí luchan, no a los que ignoran el problema o hasta se aprovechan de él (que es contra quien va mi ira, no mi reflexión). Precisamente se los digo a ustedes porque sé que servirá de algo convocarlos, en lugar de tratar de re-educar a un obcecado.

Mientras hallamos la forma de usar el sistema para resolver este problema, podemos seguir criando perros de raza, tampoco nos pongamos extremistas. Las razas caninas son especies de un mismo animal y como tales deben ser conservadas. Pero esas no nos preocupan por ahora, pues por efectivos que seamos, siempre habrá público para ese campo.

Pero los espectadores, la audiencia, los fans para el criollo son aún muy pocos contra la enorme oferta.

Tenemos que hacer fans del mestizo.

Y una vez que esté en nuestra casa, es obligación de todos, familia, amigos, vecinos, conocidos y Veterinarios, pugnar porque el mestizo de moda sea esterilizado, para dejar de crear nuevos mestizitos.

Luchemos por «Adopta un perro mestizo», en lugar de gritar «No compres perros de raza». No es lo mismo.

Queremos crear gente pro-mestizos, no anti-razas. Debemos lograr que la decisión de adquirir un perro estibe en «la química» que se haga al verlo, no en el color o la etiqueta. Algunas veces será de raza, algunas veces mestizo, pero la competencia debe ser justa.

Se los quiero decir ahora por la fuerza y carácter que se puede ver en las marchas, en las protestas afuera de «Expos». Se los quiero decir porque creo que esa fuerza y convicción son las claves para lograrlo. Se los digo porque la energía para grtiar un «NO» es la misma que se necesita para gritar un «SÍ», sin embargo, gente como Gandhi o Luther King nos han demostrado que la segunda opción es más efectiva.

Dejemos de pelear CONTRA el sistema que la gente sigue, mejor usémoslo, aprovechémoslo. No cerremos los espacios a los criadores, mejor equilibremos la balanza. Usemos toda esa creatividad feroz para idear mejores canales de distribución de información, en lugar de intentar cerrarlos.

Poner de moda al Mestizo, es nuestra nueva obligación.

Pongamos cabeza sobre ello, quiero escucharlos.

 

La terrible y triste historia del cándido Murciélago Vampiro y su Drácula desalmado.


Sin lugar a dudas, el famoso conde Drácula es uno de los íconos de terror para diferentes culturas alrededor del mundo. Ya sea por copia, por importación cultural, por costumbre o por cercanía, el conde en alguna de sus interpretaciones está presente en miles de imágenes, anuncios, adornos, revistas, pósters y por supuesto disfraces, a lo largo y ancho del globo.

Podríamos hablar mucho de la historia misma del conde, aunque desde luego sería difícil aportar algo nuevo, pues se han escrito tantos libros, obras de teatro, cuentos y guiones cinematográficos, que la historia se ha ido hasta desgastando en poco más de 100 años, desde que apareció la novela homónima Drácula, escrita por Bram Stoker en 1897.

Sin embargo, existe una parte de la leyenda que resulta un tanto injusta para uno de sus actores.

El mito del vampiro moderno bien podría tener algo así como 700 años. Sería muy difícil dictaminarlo con total seguridad, pues algunos relatos de la vieja Europa que aún no usan la denominación, parecen hablar de seres similares y rondan estas fechas. Sin embargo, las criaturas vampíricas en sus muchas denominaciones, parecen presentes desde hace miles de años, en relatos griegos, egipcios, chinos y mesopotámicos.

Pues en este largo camino, en algún punto entre la suerte, la investigación y los rumores, el murciélago vampiro se le pegó a esta leyenda.

El Desmodus Rotundus, o murciélago Vampiro, es un quiróptero de la subfamilia Desmodontidae y es hematófago, o sea, se alimenta de sangre.

Dos razas de murciélagos vampiros se alimentan de sangre de aves exclusivamente, y solo una se alimenta de sangre de mamíferos mayores, como caballos, reses y borregos. Desde luego, en la menú de ninguno se encuentran los humanos, pero pueden atacar si se lo proponen, cosa que sucede con extrema rareza.

La mordida del murciélago no es letal por si misma. De hecho es muy pequeña y muy poco profunda. Hacen un hendidura a nivel de piel y sin buscar venas o zonas especiales. Su saliva tiene un anticoagulante, lo que hace que pueda seguir emanando la sangre hasta que se llena, lo que además, pasa relativamente rápido.

Sí existe un riesgo con las mordidas del murciélago vampiro, pero es debido a las bacterias y virus que pueden transmitir con su saliva y depositarlas directamente en el torrente sanguíneo.

Es común que transmitan la rabia, aunque también se les asocia con enfermedades como La fiebre murina y la enfermedad de Chagas.

Todo esto hizo que la leyenda de Drácula, del Vampiro asesino e inmortal, se asociara con la del Pequeño Murciélago Desmodus.

El mamífero volador de 10 centímetros es incluso simpático y poco huraño, pero tiene una fama de matón que ya quisieran los mafiosos italianos.

En muchos lugares no es raro ver que ante la aparición de un murciélago, la gente que esté cerca se cubra el cuello con su chamarra o con las manos, como si corrieran en verdad el peligro de que les atacara el vampiro del cine.

Algunas películas, libros y cuentos han hecho esta asociación estableciendo que el Vampiro humanoide tiene la capacidad de tranformarse en murciélago para huir. En otras, como Bats, de 1999, murciélagos alterados genéticamente son el enemigo en pleno, aterrorizando poblados enteros.

Nada más lejano.

El ataque de un murciélago vampiro, es muy raro que se reporte. El de una banda entera de murciélagos: increíble.

Pero las leyendas y los mitos son así. Fértiles imaginaciones nutridas de fantásticos detalles de la vida real y en esta ocasión le tocó al inocente Desmodus Rotundus ser parte de uno de los mitos de terror más antiguos.

¿Nos organizamos? ¿O cada quién por su lado?


En México existe una disyuntiva curiosa entre la protección a los animales: hay muy pocas leyes duras que realmente protejan a cualquier especie animal, mientras surgen cientos de asociaciones y grupos protectores de animales cada año.

No sólo no hay un cálculo preciso al respecto de cuantas asociaciones formales e informales hay en este ámbito, sino que además es muy difícil hacerlo, pues así como los vacíos legales existen alrededor de las leyes de protección, existen sobre el registro y la legalidad de las asociaciones.

Con esto no me quiero referir a la «ilegalidad» en la que se pueda incurrir, pero sí a la posibilidad de que así sea. El registro de una organización o asociación civil de protección a los animales, está básicamente en manos de quien emprende dicha labor. Con un notario público y una esquematización de objetivos es casi suficiente; al menos esto en el plano legal.

En la realidad, debiera utópicamente requerirse mucho más. Me explico:

La conformación de una Asociación civil es la representación de la ciudadanía de manera autónoma, ante un problema o necesidad que creemos vigente. Es decir, si hay algo que resolver y no quiero dejárselo al gobierno, puedo «asociarme», obteniendo una personalidad jurídica por la cuál responda de mis actos y a la que se otorgue mayor importancia en términos de peticiones, sugerencias, audiencias y entrevistas con servidores públicos.

A esta sencilla conformación, le debo añadir uno o varios dirigentes, marcos de trabajo (en este caso los animales o alguna especie) y objetivos de la organización, además de una sede, sea esta un punto de reunión o sólo la recámara desde donde se manejan los hilos.

Esta resolución, tan benéfica como suena hasta ahora, hace que los ciudadanos nos podamos apoyar de una mejor manera en otros ciudadanos que pensamos similar y que deseamos luchar por alguna causa.

Y justo aquí (en el reloj de vida de la A.C. es casi el minuto 1) es donde se puede ensuciar o complicar el asunto.

¿Cuánta gente piensa como nosotros? Nadie. ¿Muy similar a nosotros? Algunos. ¿Parecido a nosotros? Varios. ¿Afines a nosotros? Muchos.

¿En donde buscaríamos a la gente con la que conformarímos la asociación? ¿Qué nivel de acuerdo necesito entre MI pensamiento y EL pensamiento de alguien más para asociarme con él? ¿Basta con que sean AFINES a mi idea? ¿Me basta con que piensen PARECIDO? ¿Requiero que piensen MUY SIMILAR?

Desde luego, en tanto más puntos en común buscamos, más difícil es hallar adeptos. Esto siempre que estemos cuidando detalladamente los objetivos y formas de trabajo.

Estoy seguro que todos los que tenemos algún tiempo como miembros activos en la protección y defensa de los animales nos hemos encontrado con diferencias de pensamiento y hasta enfrentamiento de argumentos (peleas, discusiones y gritos, en el peor de los casos) aún cuando todos pensamos en la importancia de proteger a los animales.

Aunque parece que estamos de acuerdo en lo importante, los detalles nos separan, a veces tanto, que nos enfrentan.

¿Cuáles de estos puntos te parecen correctos y cuales tacharías de equivocados?

Todos los animales tienen derecho a la vida.  Ningún animal merece ser torturado.  Todos los animales merecen protección.  No se debe consumir ningún animal.  Algunas especies son propias para el consumo humano porque somos parte de una cadena de consumo.  Algunos animales deben ser criados con el propósito de ser consumidos.  Algunos animales si no son criados, no pueden subsistir de manera silvestre.  Criar animales en busca del ejemplar perfecto es una práctica válida.  Un animal que no podrá desarrollar sus funciones básicas por problemas congénitos, merece ser dormido para evitar su sufrimiento.

¿Cuáles escogiste?

Pues te aseguro que el siguiente lector no escogerá EXACTAMENTE los mismos puntos.

Así de fácil, podríamos ya tener dos asociaciones en puerta, pues algunos miembros ya se estarían enfrentando con otros, por alguno de los puntos anteriores. Ahora añadamos más gasolina al fuego:

Es válido asociarse sin un registro ante notario público. Claro que las facultades de la organización se ven disminuidas, pero el consenso puede seguir existiendo, así que el «trabajo organizado» (por ende, la «organización») puede existir. Si abrimos una página de internet, tenemos un Headquarters, un Cuartel en donde encontrarnos. Si no podemos abrir una página, abrimos un «perfil» en una red social gratuita. Para comunicarse, con celulares y messengers basta. Para reunirnos, hay muchos parques o cafeterías.

Y ahora resulta que en un conteo rápido, tenemos 100 organizaciones distintas, trabajando por un fin que parecía EL MISMO.

¿Es mala esta diversidad? ¡Dios, no! Una de las pocas cosas que mantienen a una sociedad cuerda y con esperanzas, es eso, su diversidad. Lo que no es nada útil es el enfrentamiento. Ya no se diga el enfrentamiento frontal contra los «enemigos de la asociación», sino el pueril y estéril enfrentamiento contra organizaciones similares.

La intención de toda «Protectora», como se les conoce abreviadamente, es defender a aquellas especies que no pueden defenderse del peor predador, el hombre. El problema es que algunas deciden actuar en pro de dicha especie, otras en contra de los depredadores y otras atacan ambos rubros. En el intermedio, cuando se cruzan, pueden verse como aliadas, pero es muy común que se enfrenten a la primera provocación, o cuando hay que decidir el nombre de «quién» va escrito en la manta, las fotos de «quiénes» aparecen en las noticias, «quién» sube a recibir el premio.

¿Sabes cuál es el éxito de Greenpeace? ¿En donde está la clave de PETA?

Ninguna de ellas pone nombres y ninguna de ellas excluye a miembros. Ambas organizaciones, con todas las críticas que puedan recibir, son dos de las más activas asociaciones en el mundo, cuyo nombre es sinónimo de resultados y en algunos casos hacen temblar a ciertas megacorporaciones, mientras año con año el número de miembros alrededor del mundo crece, así como sus donativos y recursos para mejores páginas de internet, mejores publicaciones gráficas, más expediciones y manifestaciones.

Pero es muy interesante como ninguna de las dos es «de alguien». El nombre de quienes toman las decisiones, así como de sus fundadores, es muy raro que aparezcan. Greenpeace quería que su mensaje fuera «la paz verde global» y evitó darle localizaciones. Ni siquiera son Greenpeace USA.

PETA quería juntar «Gente por un trato ético a los animales» y como la GENTE tiene diferentes nombres, evita a toda costa ser liderada por estos, por «nombres».

Incluso han llegado a coincidir en manifestaciones o peticiones mundiales, y evitan entonces que una de las dos cobre protagonismo. En las entrevistas, miembros de una y de otra se refieren a la multitud como «we all» o «everyone here»

¿Debemos ser como ellos? Por supuesto que no. Ellos establecieron un modo de trabajo y un objetivo al que se puede añadir cualquiera, con una ideología propia de su entorno, que poco a poco se ha ido flexibilizando para alcanzar rango mundial.

Nosotros necesitamos soluciones locales primero y sólo con ideologías locales lo vamos a lograr. Pero lo que sí podemos tomar como ejemplo son esos detalles que les dan adeptos, ergo, les dan fuerza.

Eventos como la Marcha por los derechos de los animales del pasado 17 de Julio, muestran claramente el peor defecto de nuestras organizaciones: la falta de unidad. No lo digo porque la Marcha haya fracasado, sino porque pudo ser mucho más efectiva. El número de manifestantes no era por mucho, el 30% de la gente que pertenece a estas organizaciones. Ni siquiera asistieron el 50% de las organizaciones.

Algunos no querían verse con otros, no querían marchar juntos o consideraban que estaba «mal organizada».

Otros no querían que participara la clase política, (aunque la demanda era precisamente para ellos) así que consideraban que la mejor manera de luchar en contra era ni siquiera acercárseles.

Otros más sencillamente no quisieron porque consideraban que el fin de la marcha no era el de ellos, los objetivos globales eran ilusiones sin fundamento y era más útil seguir trabajando por las individualidades que por las generalidades.

La fuerza de las organizaciones animalistas en México, duele decirlo, no es la mitad de lo que podría ser, pero esto no se debe a un gobiero que nos rechaza, nos pone trabas o nos bloquea. La culpa es de la ideología desconfiada, centralista y dubitante que nos come. La culpa es de los ultras, de los antis, de los yo.

Si no estás de mi lado, estás en mi contra, parecen decir muchos… y ese torneo interescuadras, no le hace bien a nadie, sólo le da risa a nuestras autoridades… y ralentiza nuestros éxitos.

 

Hasta entonces.

¿Sirven las Marchas?


El principal cuestionamiento que en su momento recibimos sobre la Marcha por los derechos de los animales del 17 de Julio, y que hoy se repiten frente a la Marcha del 3 de Octubre, que tanto nosotros como otros miles de grupos pro animalistas hemos promovido, es si en realidad estas marchas sirven de algo.

¿Qué van a lograr? ¿Alguien de verdad saldrá a darles respuesta? ¿Creen que una marcha en fin de semana (es decir que bloquea y molesta a menos personas) hará el ruido necesario?

Los cuestionamientos per se, responden mucho de lo que ellos mismos se cuestionan.

El «qué» es más complejo y detallado, pero simple de explicar: se busca exigir una reforma a la ley. Una reforma que convierta al maltrato animal en un delito grave, que se persiga y se pueda castigar de una manera tan severa que en realidad haga pensar a la gente dos veces antes de siquiera levantar una mano.

Por supuesto esto no es una reforma fanática que busca «humanizar» a los animales, pretendiendo otorgarles garantías como las de los cuidadanos.

Debemos estar conscientes, animalistas y no animalistas, que eso no es posible y sobre todo, no sería sano.

Entre muchas otras cosas, porque muchos de los animales domésticos en estos tiempos necesitan de manera obligada la mano del hombre para continuar viviendo. Esta mano, esta acción, implica un gasto, y dentro de ese gasto se debe buscar en algunos casos la manera de subsanarlo.

Es decir, por ejemplo, la venta regulada y organizada de animales de compañía no puede ser prohibida, como sí está prohibida la venta («trata») de personas. Ese es sólo un ejemplo de las diferencias que, estamos conscientes, seguirán existiendo entre personas y animales.

Sin embargo, lastimar a un animal no puede ser permitido bajo ninguna circunstancia. Ni por ocio, ni por «perder los estribos», ni porque «sólo así aprenden». Mucho menos por «diversión».

El mismo consumo humano de animales debe y puede ser regulado de forma que esto no sea una matanza cruel. Para ejemplo están los rastros tipo TIF, al menos los que cumplen todos los estándares que su denominación incluyen, como el trato humanitario y cuidadoso de los especímenes, la correcta alimentación y, sobre todo, la muerte «piadosa», reduciendo el grado de crueldad y dolor al mínimo.

En resumen, se busca reformar la ley de modo que el castigo por el maltrato animal no sea sólo una multa económica (en el mejor de los casos) que la mayoría de las veces no es siquiera significativa cuando la persona en cuestión lucra con los animales tras dicho maltrato.

Se busca dar la opción grave de cárcel a quienes incumplan las idealistas leyes de protección animal.

¿Alguien saldrá a dar respuesta?

No se busca tocar la puerta de alguien para que nos haga el favor de responder. Se trata de demostrar multitudinariamente a nuestros EMPLEADOS (diputados y senadores) que somos muchos los ciudadanos que les exigen trabajar por algo que consideramos importante y necesario.

No es la vía adecuada, no. La vía correcta es acudir al escalafón gubernamental que se ha planteado. Primero con nuestros diputados locales, jefes delegacionales y representantes. Ellos deberían pasar la voz a los otros, hasta que hagan lo que sus PATRONES (todos los ciudadanos) les están demandando.

Sin emabrgo, se necesita hacer de esta forma porque por la vía formal no han respondido los responsables, o han respondido de palabra, sin acción que avale su trabajo. Cuando un empleado no hace bien su trabajo se le debe despedir, pero como hasta ese formato está en su control, no es una opción para nosotros.

Son marchas de fin de semana porque precisamente no es un «plantón». No se busca alterar la vida de los ciudadanos de forma importante, hacerlos enojar o provocar a la autoridad. Se busca hacer oír la voz que parecen estar ignorando desde hace tiempo los legisladores, así como fortalecer la de aquellos pocos legisladores que sí han actuado en alguna medida por nuestras peticiones.

Entonces pues, ¿sirven las marchas?

Sí. Sirven cuando están fundamentadas y apoyadas por las personas adecuadas, canalizadas sobre el receptor correcto y llevadas a cabo con la seriedad de una demanda justa.

Sirven porque los encargados del gobierno de nuestra ciudad y nuestro país, han complicado tanto los métodos más simples, que la gente ha necesitado gritar, literalmente, que les exigimos respuesta, porque de nuestras peticiones deben vivir, como de nuestros bolsillos comen.

Sirven y servirán siempre que se hagan así, con papeles, argumentos, ideas y propuestas en la mano, no sólo con la ira desbordada.

Los animales están en manos de nosotros, porque nuestro «dominio racional» así parece darlo a entender. Entonces tomemos la responsabilidad, también racional, y trabajemos por convertirnos en una mejor sociedad de una vez por todas, esa sociedad que como dijera Gandhi, demuestre su grandeza y su progreso moral por la forma en que tratamos a los animales.

No toque la puerta. Cuidado con el Can Cerbero.


Carteros, mensajeros, repartidores de pizza y hasta algún malandrín de dos pesos… ¿qué tienen en común?

Bueno, pues todos son o han sido amenazados en algún momento por el más clásicos guardian de las puertas, el perro.

Nuestro amigos canes, gracias a su instinto protector y territorial, han sido desde hace miles de años, probablemente desde su domesticación, los guardianes del hogar por excelencia, siempre situados en la línea frontal de batalla, la misma entrada de la guarida.

Bueno, pues entre aquellos que confiamos la puerta misma de nuestro hogar a uno de estos fieles compañeros, hubo quien exageró. Me refiero al Dios griego Hades, amo y señor del inframundo, que para cuidar la entrada de su hogar, se hizo de un célebre y poderoso amiguillo.

El Can Cerbero.

Cerbero, nombre exacto de este amigo, es un perro gigantesco y feroz, dotado de gran inteligencia y excelentes sentidos de olfato, vista y oído.

Algunos lo señalan como un animal de varios metros de altura. Algunos como un can de proporciones normales. Pero en lo que cada relato coincide, es en la firmeza de este amigo para cuidar las puertas de inframundo griego, lugar al que cada alma debía ir.

Ah sí… y en que tenía tres cabezas.

Originalmente la costumbre griega dictaba que al morir, cada persona debía ser enterrada con dos monedas para dárselas a Caronte, el barquero mortal que le haría cruzar sobre su balsa el río Estigia, entre el limbo y el inframundo. Una vez terminado el viaje, se llegaba a las puertas del Hades o inframundo, en donde el Can Cerbero, esperaba serio y firme.

Si el Hades (nombre discutido entre el dueño del lugar y el lugar mismo), por alguna razón no era el lugar adecuado para esa alma, Cerbero no le dejaría pasar a ningún precio.

Algunos osados que quisieron rescatar alguna alma del inframundo, sufrieron la ferocidad del can, como Teseo o Priíto. Sin embargo algunos otros supieron vencerlo, como Orfeo, que le encantó con su música, Eneas o Psique, que lo engañaron con pastelillos dulces, o el mismísimo Hércules, que hubo de capturarle incluso, para cumplir con su última tarea.

Cerbero es en nuestros tiempos un célebre personaje de fantasía, pero aparece mencionado por primera vez en la cultura literaria occidental por Dante Aligheri en la Divina Comedia, en el canto sexto al infierno. Después de esto ha pasado por múltiples libros, obras cinematográficas, videojuegos y cómics, hasta una de las últimas representaciones famosas, en la saga de Harry Potter.

La cultura occidental, empezando por Europa hasta llegar al Nuevo Mundo, fue modificando estos elementos teológicos de mitologías como la griega, como una forma de hacer más adeptos a sus religiones o creencias. Hades fue interpretado como Satanás y el inframundo griego como el Infierno, de ahí que Dante lo pusiera en esa sección de su obra. Desde luego, eso ha hecho de Cerbero un ser diabólico, “perro del diablo”, aunque afortunadamente la desmitificación de las sociedades a través de la educación, hace cada vez más común el concepto original:

Hades es el Dios que cuida el lugar de descanso de las almas, ya sea que deban sufrir un castigo o no, el inframundo es el inevitable lugar a donde van los muertos, en donde no necesariamente hay dolor y sufrimiento… y Cerbero es un ser noble y justo, feroz cuando es necesario, leal el resto del tiempo.

Para la lengua española, desde años se aceptó el uso de Cancerbero, todo junto, para designar a un portero o guardián, especialmente si es uno fiero e imbatible.

Por eso no es raro llamarle así a guardianes de discotecas o centro nocturnos, porteros reacios de edificios importantes, y a los guardametas de nuestros favoritos equipos de futbol.

El Can Cerbero, guardián de nuestra departamento de Animítica.

Criollos, Mestizos, mi amigo el milrazas.


El nombre “Criollo” proviene de la palabra Criar y fue usado originalmente durante la época de La Colonia, para referirse a las personas que nacían en nuestro país, teniendo ambos padres españoles. Poco a poco la palabra fue flexibilizando su significado, hasta ser aceptable para denominar a aquellos cuya raza podía ser difícil de identificar debido a que no tenía las características fenotípicas claras hacia ninguna de las razas de origen.

En esta comprensión del término, se comenzó a aplicar hacia nuestros amigos caninos, casi con tanta frecuencia como el término Mestizo, de similar historia. Pero… ¿Cuándo aparecieron los Criollos?

Todas las razas del mundo son actualmente muy distintas a cómo fueron en su origen. Se podría suponer que los primeros perros del mundo eran de “razas puras”, pues se mantenían compartiendo entornos y necesidades similares en la zona donde vivían, por lo que evolucionaron con características muy parecidas.

Sin embargo, las cruzas interraciales también comenzaron de manera natural, cuando algunas manadas de razas antiguas, aún salvajes, iban migrando lentamente a otra zona, hasta toparse con otras manadas diferentes.

Entonces nos encontramos con que el perro criollo y el perro de raza pura, deben tener una antigüedad muy similar: desde siempre.

Es fácil entender que las colonizaciones, conquistas e invasiones humanas, promovieron las cruzas interraciales y aceleraron la proliferación de perros criollos, al traer consigo ejemplares de cierto tipo a lugares lejanos con razas muy diferentes.

En nuestros días hay una costumbre al error en el trato y conocimiento del perro Criollo.

Para empezar, el punto de partida de esta equivocación es la forma en como los llamamos, con términos como “Cruzado”, “Corriente” o “Callejero”.

El primer término, Cruzado, es un uso incorrecto de la palabra y la conceptualización, prácticamente un pleonasmo. El segundo término, Corriente, es desde luego una forma despectiva que enfrenta a un ejemplar con características únicas con uno de características definidas por raza. Eso implicaría un grado de “fineza” en los perros de raza, lo que habla de la calidad morfológica y genética del ejemplar, pero algunos perros Criollos pueden tener características tan buenas, que podrían rebasar la calidad de un perro de raza pura. Finalmente el más común, Callejero, debiera referirse a cualquier perro por su situación de vida, en la calle. No es realmente ofensivo, o no debe tomarse así, pero no explica puntualmente cuando nos referimos a un perro Criollo, además de que es temporal.

En algunos círculos se ha puesto de moda el término Perros Ferales, aludiendo a aquellos que llevan mucho tiempo viviendo en la calle y que han llegado a formar manadas bien establecidas.

El problema con este término es que tampoco puede abarcar a todos, pues estrictamente se debe aplicar a los perros que han nacido en la calle y han vivido siempre en ella, aprendiendo poco o nada de la convivencia con los seres humanos, más allá de verlos como otra especie de la cual cuidarse. De hecho, para la Real Academia de la Lengua Española, la palabra Feral es un adjetivo en desuso que significa Cruel o Sanguinario. Es probable que el término es nuestros días lo hayan empezado a poner de moda algunos sectores de gobiernos que buscan advertir, de manera alarmista, el riesgo de perros callejeros en manadas, que en la defensa de su territorio, pueden comportarse agresivamente si se les provoca.

Hasta aquí la entrega de hoy, la historia y descripción del perro Criollo, en el próximo post hablaremos de las ventajas genéticas y de comportamiento que puede tener un perro criollo.

Mientras eso pasa, queremos leerlos, saber su opinión al respecto.

Y les recomiendo que busquen la próxima edición de la revista Animalia Magazine, en donde extenderemos el tema y hablaremos de algunos mitos al respecto.

No se lo pierdan.

¿Y por qué amar a otras especies?


Cuando los antropólogos, geólogos o cualquier estudioso de la historia del planeta hablan sobre la existencia de la tierra, la vida o el hombre, generalmente se refieren a cifras que contemplan los millones de años.

Sin embargo, algunos cálculos proporcionales han llevado a trasladar, a manera de ejemplo, la existencia de nuestro famoso tercer planeta a un lapso de 24 horas.

Es decir, si la tierra hubiese comenzado con el primer segundo de un día y nosotros estuviéramos, justo ahora en las 12 de la noche en punto, al final de ese mismo día.

De tomar esta proporción, estaríamos diciendo, por ejemplo, que la vida surgió a las 3 de la mañana, como organismos simples, unicelulares.

Hacia las 5 de la mañana comenzaría el origen de las plantas, es decir los primeros organismos fotosintéticos y hasta la 1 de la tarde, aparecerían los primeros organismos que respirarían propiamente aire.

A las ocho y veinticuatro de la noche aparecen los organismos pluricelulares y a las 9:18, los primeros peces.

De ahí comenzaría la darwinista evolución, aparecerían los anfibios a las 10 de la noche y los primeros mamíferos al 5 para las 11. Los primeros simios aparecerían hasta las 11:50.

¿El primer hombre? Sólo hasta las 11:59 de la noche en punto.

Es decir… el hombre, la especie que evolucionó lo suficiente para formular preguntas y respuestas, lenguajes, herramientas y arte, ha existido en esta tierra durante un minuto de todo un día. Y en algún punto de ese minuto… comenzó a olvidar su origen.

En ese lapso el hombre se desarrolló, domesticó a otras especies, a las que separó de si mismo denominándolas “animales”, aprendió a usarlas para su beneficio y a alimentarse prácticamente de todas ellas.

Y después… una gran parte de esta pobladísima especie humana… comenzó a dejarlas de amar.

Su mente adoptó lo que conocemos como Especieísmo, centrando la existencia del Planeta entera en sí mismo. Es decir, sin mí, la tierra y las demás especies no tienen razón de existir.

Truculenta la mente del hombre, le hizo entonces creer que era amo y señor de la vida misma. Que podía disponer a capricho de la vida de todas las demás especies. Y peor aún, que podía justificar esta acción con su razón, con su ventajosa inteligencia. Lo vio como un derecho de especie. Un derecho divino.

Cuando comenzamos este reportaje, nos preguntábamos como hablar del por qué amar a los animales.

Conforme avanzamos en nuestra investigación, nos dimos cuenta de algo más importante. ¿Por qué aprender a hacerlo, primero? ¿Por qué y para qué amar a otras especies, si somos nosotros la especie que confronta los problemas y soluciones? Si somos nosotros los que sustentamos el girar de este planeta.

Y al tratar de respondernos, entendimos que no se trataba de profesar amor o amistad a otras especies. Hablábamos de mar y ser amigos de nosotros mismos.

Muchos estudios han demostrado que la ausencia de la especie humana en cualquier zona del mundo, implicaría una lenta pero constante recuperación de los ecosistemas. Las especies animales recobrarían número, las plantas se multiplicarían y alimentarían a unos, que a su vez y en su ciclo, alimentarían a otros.

Sin embargo, la ausencia de otras especies en nuestro planeta, está significando una fuerte crisis de equilibrio natural.

Es decir: sin nosotros, las demás especies sobreviven. Sin las demás especies, nosotros no.

Al “hacerles el favor” de amarlas y cuidarlas, estamos amando y cuidando una gran parte de nuestra existencia.

Es como cuidar nuestro estómago, aunque sintamos que el cerebro es el que controla todo. Es cuidar las piernas, aunque sean los ojos los que nos permiten ver el camino.

Amar a las demás especies, o respetar su vida, al menos, es hacer nuestra parte para que futuras generaciones no tengan problemas más serios, como escasez de recursos, falta de alimentos, aguas contaminadas por microorganismos que solían controlar los peces, plagas de insectos que controlaban ciertos reptiles… etcétera.

Enseñar a nuestros hijos desde el inicio de su vida la importancia de amar a los demás serés vivos, es enseñarles a cuidarse a si mismos, amén de lo que además, representa para su desarrollo emocional.

Un niño capaz de pisar “bichos” sin compasión, puede sentirse omnipotente, poderoso, casi “dueño” de esa vida. Después matar un ratón no será tan difícil… un conejo… un perro pequeño… un toro… un león… un elefante… otro ser humano.

Sin ser extremistas o trágicos, realmente la sensibilización hacia la vida comienza con los pequeños organismos.

La vida de cada especie es tan compleja y requiere de tantos elementos en exacta confluencia, que desaparecerla de un balazo o un golpe es brutal, absurdo, pueril.

Amar a otras especies, es sin duda, el primer paso efectivo para convertirse a la postre, en una mejor persona.

El Pie más Grande de la mitología.


Hoy nos vamos a aproximar a pasos agigantados a uno de los mitos más difundidos en el folclore de la cultura norteamericana.

No, no hablaremos de Elvis y su conexión con los extraterrestres. Este miro, de hecho, es más alto que el Rey del Rock, su copete es más abultado, y sobre todo, en caso de usar zapatos, calzaría varios números más arriba que Elvis Aaron Presley.

Sí, hoy seguimos las huellas del Big foot, el Sasquatch… las enormes huellas de Pie Grande.

Pie grande es probablemente uno de los tres mitos, presumiblemente aún existentes, más famosos del mundo.

Es parte del trío Mounstro del lago Ness, Yeti, Pie grande.

Estos tres casos, ubicados en latitudes muy distintas, sobreviven en la cultura popular como posibles mitos. Y son sólo posibles, porque muchos dicen que su existencia es indiscutible.

Ya antes hemos hablado de Nessie, y pronto nos ocuparemos del frío primo del Himalaya, pero por hoy, pie grande entra con paso firme para instalarse en el departamento Animítica.

Pie grande es una especie de humanoide simio, de entre 2 y 3 metros de altura, pies y manos gigantescos y el cuerpo cubierto de un denso pelo café o negro.

Fue visto oficialmente por primera vez, en 1958 y desde entonces, los avistamientos de aficionados, exploradores y campistas, se han multiplicado, llegando a obtener incluso huellas enormes en la tierra, fotografías un tanto borrosas y un enorme número de historias a su alrededor.

Se dice que el Pie grande, puede ser una especie de gorila que se desarrolló un poco más que los simios, logrando incluso pararse prácticamente erguido y alcanzando la estatura de 2 metros y medio.

De alguna forma, Big Foot podría ser el eslabón perdido, como mucho se le ha llamado, entre la especie homínido humanoide más evolucionada, y el ser humano Homo Sapiens, como se le conoce al hombre normal.

También se presume que él y Yeti, el famoso abominable hombre de las nieves que vive en los Himlayas, son parientes cercanos, conectados por el estrecho de Bering.

Lo cierto al respecto, es que Big foot es tan famoso en la cultura de Norteamérica, que anualmente se hacen congresos alrededor de su figura, en donde se presentan las nuevas evidencias sobre el mito, nuevas historias y cualquier parafernalia a su respecto.

Aunque las novelas sobre él y su participación en la ficción sea muy amplia, pocos ejemplos se han quedado suficientemente grabados en la historia de los medios sobre este muchacho de patas grandes.

Fue uno de los primeros grandes invitados a la era Simpson, representado por una confusión al encontrar a Homero lleno de lodo, apestoso y gritón… bueno, aunque las últimas dos sean parte de la naturaleza de Homero.

Marvel Comics diseñó un personaje llamado Sasquatch, al igual que la Compañía Capcom en su videojuego Darkstalkers, pero sin duda el Pie Grande más famoso y querido de la televisión de fin de siglo, fue el aparecido en la serie Harry y los Henderson, en donde una familia con una casa en el bosque, atropella por accidente al Bigfoot, lo lleva a su hogar para sanarlo y aprende a convivir con él, una vez que ya es conocido como el buen Harry.

Este Harry  sonriente, bonachón, amoroso y un tanto ingenuo, disminuyó mucho la imagen violenta y temible que se llegó a tener del enorme mito. Pero no se detuvo ahí, pues hasta una película alcanzó a tener.

Ese es Pie grande, leyenda, folclore o especie humanoide por descubrir, lo que sí le damos seguro, es su diploma y mención honorífica, en el departamento de Animítica.