¿Nos organizamos? ¿O cada quién por su lado?


En México existe una disyuntiva curiosa entre la protección a los animales: hay muy pocas leyes duras que realmente protejan a cualquier especie animal, mientras surgen cientos de asociaciones y grupos protectores de animales cada año.

No sólo no hay un cálculo preciso al respecto de cuantas asociaciones formales e informales hay en este ámbito, sino que además es muy difícil hacerlo, pues así como los vacíos legales existen alrededor de las leyes de protección, existen sobre el registro y la legalidad de las asociaciones.

Con esto no me quiero referir a la «ilegalidad» en la que se pueda incurrir, pero sí a la posibilidad de que así sea. El registro de una organización o asociación civil de protección a los animales, está básicamente en manos de quien emprende dicha labor. Con un notario público y una esquematización de objetivos es casi suficiente; al menos esto en el plano legal.

En la realidad, debiera utópicamente requerirse mucho más. Me explico:

La conformación de una Asociación civil es la representación de la ciudadanía de manera autónoma, ante un problema o necesidad que creemos vigente. Es decir, si hay algo que resolver y no quiero dejárselo al gobierno, puedo «asociarme», obteniendo una personalidad jurídica por la cuál responda de mis actos y a la que se otorgue mayor importancia en términos de peticiones, sugerencias, audiencias y entrevistas con servidores públicos.

A esta sencilla conformación, le debo añadir uno o varios dirigentes, marcos de trabajo (en este caso los animales o alguna especie) y objetivos de la organización, además de una sede, sea esta un punto de reunión o sólo la recámara desde donde se manejan los hilos.

Esta resolución, tan benéfica como suena hasta ahora, hace que los ciudadanos nos podamos apoyar de una mejor manera en otros ciudadanos que pensamos similar y que deseamos luchar por alguna causa.

Y justo aquí (en el reloj de vida de la A.C. es casi el minuto 1) es donde se puede ensuciar o complicar el asunto.

¿Cuánta gente piensa como nosotros? Nadie. ¿Muy similar a nosotros? Algunos. ¿Parecido a nosotros? Varios. ¿Afines a nosotros? Muchos.

¿En donde buscaríamos a la gente con la que conformarímos la asociación? ¿Qué nivel de acuerdo necesito entre MI pensamiento y EL pensamiento de alguien más para asociarme con él? ¿Basta con que sean AFINES a mi idea? ¿Me basta con que piensen PARECIDO? ¿Requiero que piensen MUY SIMILAR?

Desde luego, en tanto más puntos en común buscamos, más difícil es hallar adeptos. Esto siempre que estemos cuidando detalladamente los objetivos y formas de trabajo.

Estoy seguro que todos los que tenemos algún tiempo como miembros activos en la protección y defensa de los animales nos hemos encontrado con diferencias de pensamiento y hasta enfrentamiento de argumentos (peleas, discusiones y gritos, en el peor de los casos) aún cuando todos pensamos en la importancia de proteger a los animales.

Aunque parece que estamos de acuerdo en lo importante, los detalles nos separan, a veces tanto, que nos enfrentan.

¿Cuáles de estos puntos te parecen correctos y cuales tacharías de equivocados?

Todos los animales tienen derecho a la vida.  Ningún animal merece ser torturado.  Todos los animales merecen protección.  No se debe consumir ningún animal.  Algunas especies son propias para el consumo humano porque somos parte de una cadena de consumo.  Algunos animales deben ser criados con el propósito de ser consumidos.  Algunos animales si no son criados, no pueden subsistir de manera silvestre.  Criar animales en busca del ejemplar perfecto es una práctica válida.  Un animal que no podrá desarrollar sus funciones básicas por problemas congénitos, merece ser dormido para evitar su sufrimiento.

¿Cuáles escogiste?

Pues te aseguro que el siguiente lector no escogerá EXACTAMENTE los mismos puntos.

Así de fácil, podríamos ya tener dos asociaciones en puerta, pues algunos miembros ya se estarían enfrentando con otros, por alguno de los puntos anteriores. Ahora añadamos más gasolina al fuego:

Es válido asociarse sin un registro ante notario público. Claro que las facultades de la organización se ven disminuidas, pero el consenso puede seguir existiendo, así que el «trabajo organizado» (por ende, la «organización») puede existir. Si abrimos una página de internet, tenemos un Headquarters, un Cuartel en donde encontrarnos. Si no podemos abrir una página, abrimos un «perfil» en una red social gratuita. Para comunicarse, con celulares y messengers basta. Para reunirnos, hay muchos parques o cafeterías.

Y ahora resulta que en un conteo rápido, tenemos 100 organizaciones distintas, trabajando por un fin que parecía EL MISMO.

¿Es mala esta diversidad? ¡Dios, no! Una de las pocas cosas que mantienen a una sociedad cuerda y con esperanzas, es eso, su diversidad. Lo que no es nada útil es el enfrentamiento. Ya no se diga el enfrentamiento frontal contra los «enemigos de la asociación», sino el pueril y estéril enfrentamiento contra organizaciones similares.

La intención de toda «Protectora», como se les conoce abreviadamente, es defender a aquellas especies que no pueden defenderse del peor predador, el hombre. El problema es que algunas deciden actuar en pro de dicha especie, otras en contra de los depredadores y otras atacan ambos rubros. En el intermedio, cuando se cruzan, pueden verse como aliadas, pero es muy común que se enfrenten a la primera provocación, o cuando hay que decidir el nombre de «quién» va escrito en la manta, las fotos de «quiénes» aparecen en las noticias, «quién» sube a recibir el premio.

¿Sabes cuál es el éxito de Greenpeace? ¿En donde está la clave de PETA?

Ninguna de ellas pone nombres y ninguna de ellas excluye a miembros. Ambas organizaciones, con todas las críticas que puedan recibir, son dos de las más activas asociaciones en el mundo, cuyo nombre es sinónimo de resultados y en algunos casos hacen temblar a ciertas megacorporaciones, mientras año con año el número de miembros alrededor del mundo crece, así como sus donativos y recursos para mejores páginas de internet, mejores publicaciones gráficas, más expediciones y manifestaciones.

Pero es muy interesante como ninguna de las dos es «de alguien». El nombre de quienes toman las decisiones, así como de sus fundadores, es muy raro que aparezcan. Greenpeace quería que su mensaje fuera «la paz verde global» y evitó darle localizaciones. Ni siquiera son Greenpeace USA.

PETA quería juntar «Gente por un trato ético a los animales» y como la GENTE tiene diferentes nombres, evita a toda costa ser liderada por estos, por «nombres».

Incluso han llegado a coincidir en manifestaciones o peticiones mundiales, y evitan entonces que una de las dos cobre protagonismo. En las entrevistas, miembros de una y de otra se refieren a la multitud como «we all» o «everyone here»

¿Debemos ser como ellos? Por supuesto que no. Ellos establecieron un modo de trabajo y un objetivo al que se puede añadir cualquiera, con una ideología propia de su entorno, que poco a poco se ha ido flexibilizando para alcanzar rango mundial.

Nosotros necesitamos soluciones locales primero y sólo con ideologías locales lo vamos a lograr. Pero lo que sí podemos tomar como ejemplo son esos detalles que les dan adeptos, ergo, les dan fuerza.

Eventos como la Marcha por los derechos de los animales del pasado 17 de Julio, muestran claramente el peor defecto de nuestras organizaciones: la falta de unidad. No lo digo porque la Marcha haya fracasado, sino porque pudo ser mucho más efectiva. El número de manifestantes no era por mucho, el 30% de la gente que pertenece a estas organizaciones. Ni siquiera asistieron el 50% de las organizaciones.

Algunos no querían verse con otros, no querían marchar juntos o consideraban que estaba «mal organizada».

Otros no querían que participara la clase política, (aunque la demanda era precisamente para ellos) así que consideraban que la mejor manera de luchar en contra era ni siquiera acercárseles.

Otros más sencillamente no quisieron porque consideraban que el fin de la marcha no era el de ellos, los objetivos globales eran ilusiones sin fundamento y era más útil seguir trabajando por las individualidades que por las generalidades.

La fuerza de las organizaciones animalistas en México, duele decirlo, no es la mitad de lo que podría ser, pero esto no se debe a un gobiero que nos rechaza, nos pone trabas o nos bloquea. La culpa es de la ideología desconfiada, centralista y dubitante que nos come. La culpa es de los ultras, de los antis, de los yo.

Si no estás de mi lado, estás en mi contra, parecen decir muchos… y ese torneo interescuadras, no le hace bien a nadie, sólo le da risa a nuestras autoridades… y ralentiza nuestros éxitos.

 

Hasta entonces.

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