La incomprendida etapa del Perro Adolescente


Lo que fue un cachorro adorable…

En la mañana del 25 de diciembre, niños, jóvenes, e incluso algunos adultos, se despiertan con ansiedad a revisar los regalos que les esperan bajo el árbol de navidad, envueltos, escondidos, en cajas engañosas que evitan adivinar su contenido. Y es que en esta tradición, el factor sorpresa es fundamental.

Algunas veces, unas de esas cajas emiten un sonido agudo, como un rechinido, pero se repite y se escucha con más claridad… como un llanto pequeñito. La caja se mueve un poco, se escuchan patitas en el fondo… ¡Ha llegado un cachorro de regalo!

Y este momento mágico puede ocurrir también menos de 15 días después, a la llegada de los Reyes Magos.

Si te ocurrió recientemente, o conoces a alguien que le pasó ese momento genial, es probable que los cachorros de esos días ronden hoy los 6 meses, por lo que están entrando en una época donde corren un gran riesgo: ser abandonados.

Sí, lamento ser tan frío al cortar nuestra historia feliz, pero en Junio estamos en los meses límite de la tolerancia para muchas personas que no lo pensaron correctamente antes de recibir a un cachorro de regalo, y en estos meses están enfrentando una etapa complicada, pero sobre todo incomprendida, en la vida del perro: la adolescencia.

Hoy es un desesperante adolescente…

La ternura del cachorro de 2 y 3 meses ha comenzado a cambiar, estirándose en un cuerpo relativamente más larguirucho y endeble. Camina “como Tribilín” (o Goofy, para las nuevas generaciones), estirando las extremidades con torpeza, pero con más fuerza que antes, calculando mal las carreras y el punto donde debe frenar; intentando saltos a lugares absurdos, bajando escalones con miedo o con demasiada audacia.

Y por supuesto, ha empezado e explorar su mundo con todas sus herramientas ya, pues ahora tiene uñas más fuertes; sus patas pueden rascar el piso y los sillones con fuerza que antes no tenían; la cantidad de desechos que puede arrojar es cada vez mayor y, desde luego, tiene un juego dental y una mandíbula que apenas está encontrando sus funciones y su potencial.

Por eso nos arriesgamos a que estos cachorros, que fueran motivo de tanta alegría hace unos meses, ahora cambien el final feliz, por un poco de impresión y tolerancia, condenándolos al abandono.

Abandonar a un animal no significa solamente dejarlo en la calle o en un bosque. El abandono tiene muchas formas de disfrazarse, pero en todas hay un factor común: nuestro amigo va a sufrir.

Desde luego es más grave (y por cierto, en muchas ciudades es delito) abandonar a un animal en la vía pública o en un parque o baldío, pero también el entregarlo a un centro de control canino, un albergue u otra casa en donde sea relegado a una azotea, es abandono. El cachorro ha pasado meses al lado de las mismas personas, ha jugado con ellas y ha encontrado una sensación de pertenencia a su espacio, a su olor, a los colores del lugar, a los ruidos. Cambiar todo eso de la noche a la mañana, enfrenta toda su comprensión. Se pregunta “¿Qué hice? ¿Por qué se van?” y más aún “¿Cuándo van a regresar?”, pregunta con la cuál se quedará mucho tiempo, a la esperanza de que su vida retome el camino que llevaba.

Y esta tendencia se nota con facilidad en los albergues y a través de las Asociaciones protectoras de animales, que justo entre marzo y junio, recogen más perros jóvenes que en ninguna otra época del año. Esos perros que dejaron de ser el tierno cachorrito, para convertirse en un fuerte y curioso perro.

Lo peor es que esta desesperación por el comportamiento del “tremendo” perro adolescente, podría ser aliviada con un poco de conocimiento, empatía y sentido común.

Veamos algunas cosas a considerar:

Recuerda: es temporal.

Es quizá la característica más importante a tener en mente. No importa cuánta energía parezca que tiene el cachorro, se va a reducir con el tiempo. No existen perros “malvados” o “traviesos” porque esa sea su personalidad. Cuando llegan a la etapa adulta, todos los malos comportamientos se reducen, y muchos, se apagan por completo (y claro, tú influirás mucho para que sea más rápido y mejor ese cambio). Aunque las etapas de juego de los cachorros varían con cada individuo, y tienen mayor disposición dependiendo de su genética, la verdad es que todos los perros, entre los 6 y los 24 meses, son animales de energía, juego y exploración.

Es normal

Esto último, la exploración es la responsable de aquellas cosas que llamamos simplemente travesuras. El perro está explorando todo, desde su cuerpo hasta el entorno, y para ello no hay otra forma más que la de intentar y equivocarse. A diferencia de nosotros, no pueden sentarse a escuchar toda una lección de cómo funcionan las cosas y que consecuencias pueden tener ciertos actos, y quedar satisfechos con “la teoría”.

Además los músculos duelen, o por lo menos se sienten extraños al crecer, y aunque sea muy paulatino, el cuerpo lo resiente. El cachorro se está dando cuenta que alcanza a brincar más alto, que ahora puede ver el mostrador de la cocina, o que con sus patas puede abrir cosas que antes estaban totalmente cerradas para él. Esa curiosidad es incontrolable, y si los jefes de la casa no le enseñan las cosas que puede o no intentar, él las intentará todas. Es la forma en la que todos los seres nos desarrollamos y evolucionamos, encontrando el mejor nivel de nuestras propias capacidades, para un día usarlas en algo más importante.

Es corregible

Los cachorros necesitan probar las cosas, y eso tiene un riesgo. Desde luego eso no significa que debes permitir todas las cosas que quiera hacer alguna vez. Por ejemplo, no necesita caerse por la ventana para que entienda que tiene consecuencias, pues esa consecuencia puede ser fatal. En su lugar, le enseñamos que asomarse demasiado a la ventana tendrá otra consecuencia: nuestro regaño en forma de grito y amenaza (jamás con golpes), y con eso nuestro amigo no debe necesitar conocer la otra consecuencia. Lo mismo aplica para morder cables, lamer enchufes, explorar vidrios o bajarse de la banqueta.

Pero incluso así, habrá cosas que no podremos evitar que tengan consecuencia, y eso le hará aprender. Si algún día se encuentra con el fuego, puede que no alcance a sentir el calor que duele antes de que se quemen algunos pelos, o es probable que le pique algún pequeño insecto al que persigue, sin que lo veas, y el dolor de la picadura le enseñará a no hacerlo de nuevo. Sólo necesitas estar atento a lo que hace frente a ti, lo que escuchas cuando está lejos, y lo que le dejas a la mano cuando lo dejes solo. Ponte en su lugar y pregúntate: “Si me aburriera, ¿trataría de morder esto?”

Es un buen momento

El que tenga tantas ganas de explorar, lo hace también el mejor alumno del mundo. Nada le hará más feliz que explorar a tu lado. Eres su maestro, su jefe, te admira y quiere que lo admires a él. Aprovecha cada paseo para relajarte verdaderamente viendo el mundo a través de sus ojos.

Cuando veas un bicicleta, permite que se acerque a olerla, a descubrir de qué está hecha. Si te es posible pide al dueño de la bicicleta que la monte y tu cachorro vea cómo empieza a moverse lentamente.

Acompáñalo a descubrir lo que son los arbustos, los árboles, otros perros, la gente, los lugares a donde puede entrar, y a los que no, el agua, la tierra. Hazlo a su lado, con su correa puesta, para que evites riesgos de que coma cosas en mal estado o moleste a alguien más, pero ayúdalo a que conozca el mundo lo más que se pueda.

Además claro, es el mejor momento para recibir una educación. Costea de una vez entrenamiento y escuelas caninas. Cualquier inversión en ellas, será de gran beneficio en poco tiempo.

Lo vas a extrañar

Y me refiero a este momento, esta etapa, créeme. Una vez que pase esta etapa de gran energía y exploración, el jovencito empezará a definir su carácter más claramente, ese que lo acompañará los siguientes 10 o 15 años. En mucho influirá todo lo que viva en estos meses de adolescencia, pero verás una forma de ser mucho más estable y consistente después de los 2 años de edad.

Una vez pasada esta etapa, las horas de juego se van a reducir naturalmente, y la energía también, de manera paulatina. Con la injusticia del poco tiempo que un perro vive, en comparación con nosotros, es muy probable que tú aún quieras jugar, aunque de una manera distinta, cuando tu perro sea adulto mayor… y te aseguro que extrañarás todo lo que solía hacer ese cachorro juguetón.

No te prives de convertir esta etapa en un montón de recuerdos divertidos. Te aseguro que dentro de 10 años, no vas a extrañar los zapatos que no alcanzaste a quitarle, el control remoto que dejaste junto a su cama, o el vaso que pusiste a la orilla de la mesa y el quiso probar. Vas a querer platicar con tus amigos y familia de esas ocasiones, riéndote de cómo les asustó el ruido, lo que creyeron que pasaría y lo que vivieron para corregir el error después.

El cachorro, el perro adolescente, está en la búsqueda de cosas nuevas, y ama la posibilidad de encontrar y dominar cada sorpresa que el mundo le depara, pero a ninguna de esas cosas, las ama más que a ti. Tu compañía y tu presencia son lo más importante, y verlo crecer a tu lado, vale todo el esfuerzo de ser tolerante hoy con él.

No abandones el esfuerzo.

 

 

Recuerda:

Más del 50% de los perros extraviados, se pierden antes de cumplir los 3 años de edad. La energía y la curiosidad, pueden ser mala combinación. Nunca permitas que salga a la calle sin una placa.

 

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